La recuperación de la política tradicional dio un respiro a la incertidumbre en la que se había sumido el país después del huracán Milei de las PASO. Ahora se abre un nuevo camino para el balotaje. El retorno a las formas clásicas, el rol del peronismo y el recobro del territorio.
Opinan: Pablo Alabarces, sociólogo y experto en cultura popular; Julio Burdman, politólogo y docente de la UBA y fundador de Observatorio Electoral Consultores; y Leyla Bechara, politóloga, comunicadora política y digital.
Por Redacción Malas Palabras
Ilustración: Adictos Gráficos
En boxeo se conoce como “knockdown” a la caída de uno de los combatientes por el golpe del adversario, del que necesita recomponerse y levantarse antes de que el árbitro cuente hasta diez. Un compás de espera y ansiedad. Un lapso breve en el que el caído rasca fuerzas para volver a estar en competencia.
Así se vive la recuperación de la política tradicional tras el aluvión libertario en las PASO enarbolando el fin de “la casta”. La remontada épica de Unión por la Patria en la elección general se valió del retorno de las formas clásicas: una campaña enfocada en la solución de problemas concretos, la importancia recobrada del territorio, la reacción de ese “animal mitológico” que es el peronismo. Los resultados le dieron un respiro a la incertidumbre en la que el país se había sumido desde agosto.
Pero ahora se abre otra disputa de cara al balotaje del 19 de noviembre, un duelo en el que los dos bloques en competencia se miden desde adentro de la política: el peronismo, los sindicatos, los movimientos sociales y otros espacios del campo nacional y popular contra los libertarios, ahora aliados a los halcones del Pro y algunas expresiones inorgánicas de la UCR.
La campaña de Javier Milei no amenaza ahora al status quo ni a los consensos democráticos, que era el fantasma que se había cernido después de las primarias. Venta de órganos, tenencia libre de armas, eliminación de derechos laborales, negacionismo de la dictadura y del cambio climático, autodeterminación de los kelpers en Malvinas. A la luz de los resultados de octubre, esas provocaciones hicieron mella en una sociedad que, pese a los avatares de la economía y sus urgencias sociales, mantiene un reflejo democrático.
Acaso conscientes de haber tensado demasiado la cuerda, desde La Libertad Avanza emitieron una suerte de “nueva plataforma” de campaña para no espantar a los votantes: aclararon que la salud y la educación seguirán siendo gratuitas, que no se eliminarán subsidios y que el transporte público costará “lo mismo” que hoy. También que no se eliminarán planes sociales ni se venderán armas ni órganos. En esos términos. Y, para rematar, dieron un giro de 180 grados al asegurar que no se tocarán los aguinaldos, las vacaciones ni las indemnizaciones.
Los casi 37 puntos porcentuales obtenidos por Massa en octubre demostraron un respaldo popular y una apuesta por alcanzar algún grado de certidumbre después de semanas de zozobra, aún con un más del 40% de pobreza, una inflación interanual que hace rato despegó de los 100 puntos, y un dólar paralelo que gira en torno de los 1000 pesos. Demasiado pánico tienen que haber generado las consignas libertarias para que Unión por la Patria remontara 9 puntos su caudal de votos desde las PASO.
El expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica lo puso en términos políticos: la remontada del oficialismo sólo se explica por ese “animal mitológico” que es el peronismo, que pareció superar el estado de conmoción en que había quedado tras la oleada libertaria de agosto.
“Para el resto del mundo hay una economía y para Argentina hay otra -analizó el ex mandatario uruguayo-. ¿Cómo se explica que el ministro de Economía con una inflación como tiene la Argentina va a pelear la presidencia? Por el respaldo de una cosa que no está conforme con él pero que lo van a votar, que se llama peronismo. Ese animal existe, es una mitología que tiene el pueblo argentino, entonces eso rompe todos los esquemas”, remató en declaraciones a la prensa, tras asistir a un acto por el Día de la Industria de la Construcción en Montevideo.
El recobro del territorio
Contra todos los pronósticos, y después de que prácticamente gran parte del país hubiera quedado teñido de violeta en las PASO, el oficialismo recuperó ochos provincias que en agosto habían quedado en manos de La Libertad Avanza o de Juntos por el Cambio: Corrientes, Entre Ríos, La Pampa, La Rioja, Río Negro, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Tucumán.
Tras un combo de medidas económicas de alto impacto, un fuerte despliegue militante en todo el país y “casa por casa”, y los errores no forzados de sus adversarios políticos, Sergio Massa mantuvo la base y mejoró su rendimiento. El trabajo territorial de los gobernadores empujó esta remontada histórica en el interior del país, algo que habían prometido tras el tercer puesto de las PASO y que cumplieron con creces.
Hubo un tema clave en el peso de la territorialidad: esta vez, a diferencia de las primarias, las provincias se jugaban sus legisladores en el Congreso, con lo cual los caciques aceitaron el dispositivo electoral que, en agosto, había dado la impresión de haber dejado al azar. Jugaban por los puntos.
«Venimos a decir que, al igual que otros partidos provinciales, para nosotros es muy importante esta disyuntiva porque se trata de unidad nacional o de, sin exagerar, el fin de la Argentina que hemos conocido hasta ahora», había advertido el gobernador electo de Río Negro, Alberto Weretilnek, tras un encuentro a finales de octubre en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), donde Massa consiguió una foto de unidad con 19 mandatarios peronistas y de fuerzas provinciales. Un nuevo retrato para la colección del ministro de Economía, que logró una tarea difícil: encolumnar al peronismo en este proceso electoral.
El peronismo, esa bestia mitológica
“Cuando muchos decretan que el peronismo llegó a su fin, vuelve a aparecer”, dice Pablo Alabarces, sociólogo y experto en cultura popular. Sus palabras refieren al freno que -al menos hasta el 19 de noviembre- Sergio Massa le puso a la ultraderecha cuando ya se probaba el traje de ganador.
Retomando las palabras de “Pepe” Mujica, Alabarces define al peronismo como una bestia mitológica “atorrante y criolla” que renace de sus cenizas, pero no para salvarnos ni ofrecernos dones o riquezas.

“El peronismo puede ser, sucesiva y simultáneamente, el peronismo del ‘45, el menemismo neoliberal, el kirchnerismo populismo progresista y el massismo.Y eso le da la posibilidad de renacer de las cenizas todo el tiempo proponiendo el programa político del ‘vamos viendo’, escuchando las demandas populares y tratando de satisfacerlas”, asegura en diálogo con Malas Palabras.
Así, para Alabarces, Massa ganó en las elecciones de octubre porque durante la campaña “hizo lo que tenía que hacer”: ser más o menos serio y fortalecer su discurso de unidad nacional. “La gente lo eligió porque pensó ‘prefiero malo conocido’, en última instancia, es peronismo y eso significa que a pesar de todo no los va a cagar tanto”.
Para la politóloga y streamer Leyla Bechara, la remontada del ministro de Economía tiene como protagonista a la militancia que se encolumnó detrás de su figura potenciando su presencia en los territorios .
“Creo que hubo un miedo genuino de que la devaluación post PASO afectara su rendimiento en las generales, pero también es verdad que Massa asumió la conducción de la campaña y hubo una serie de anuncios para que la militancia pudiera salir a pelear y bajar al territorio. Y eso también se tradujo en lo digital en donde hubo un esfuerzo grande para poder generar contra-narrativas”, dice a Malas Palabras.
En este sentido, considera que hay una percepción idiosincrática, pero también material, de que el peronismo representa en algún punto al sistema político: no es solo un partido o un movimiento, es una estructura marco de pensamiento, de vida y de instituciones.
“El peronismo tiene la capacidad de poder reinterpretar los momentos sociales y responder a ellos. Creo que costó muchísimo en esta campaña volver a conectar con eso, volver a representarlo, volver a poder sintetizar lo que está pasando, y me parece que tiene que ver con la existencia de un Milei”, sostiene Bechara y concluye: “Yo no creo que el peronismo haya hecho las cosas bien o haya jugado mejor, diría que esta remontada es más resultado de los errores de Milei que de los aciertos de Massa”.

La campaña y la disputa en el conurbano
En materia territorial hace falta poner la lupa en el conurbano bonaerense, la zona más populosa de una provincia que representa el 40% del padrón electoral del país, y donde la política pone siempre sus principales esfuerzos.
Hasta las elecciones de 2015 el justicialismo ganaba cómodamente en los municipios más poblados, pero con el correr de las elecciones, la alianza que fue primero Cambiemos y luego Juntos por el Cambio logró consolidar un número de votantes que le permitió ganar la provincia ese año y las elecciones legislativas del 2021. La relación de fuerzas había cambiado.
En octubre la ecuación volvió a revertirse. La victoria de Massa se cimentó especialmente en el conurbano: superó el 43% de los votos, aumentando su caudal electoral, respecto de las primarias, más de diez puntos porcentuales. Milei, en tanto, mejoró sólo un punto porcentual, mientras que Bullrich se hundió al menos 6 puntos y no pudo contrapesar esa caída con los sufragios del interior.
El analista político Julio Burdman, politólogo y docente de la UBA y fundador de Observatorio Electoral Consultores, atribuye la remontada de Massa a una “buena campaña”. “Los votos que está logrando son resultante directo de su acción política, no de su gestión, porque no hay satisfacción con la gestión -le dice a Malas Palabras -. Sí se mueve mejor como dirigente político y eso le está permitiendo sumar adhesiones”.
Burdman analizó que el candidato oficialista “logró ampliar la base electoral de Unión por la Patria desde diferentes lados”, al graficar que “sacó algunos votos de Bullrich y otros de gente que no había ido a las PASO, sobre todo con la recomposición de jubilaciones y pensiones. La concurrencia a votar subió bastante entre las PASO y la general, y hay motivos para creer que aumentó entre los mayores de 60”, puntualizó.
También observó que entre un turno electoral y otro Massa ganó votos que habían sido de Milei, sobre todo en las provincias del norte. Y pone un ejemplo: “En Salta, Massa ganó 11 puntos y Milei perdió 9 puntos”. ¿A qué lo atribuye? “Tengo la impresión de que operó el voto católico”, responde.

Burdman lo explica así: “Milei tenía dos fundamentos en su base: la dolarización como propuesta anti inflacionaria, sencilla, inteligible y casi entrañable, porque recordaba la convertibilidad, y los pañuelos celestes por su postura anti aborto. Por eso fue un error garrafal enojarse con la Iglesia, no tenía ningún sentido estratégico”.
El politólogo considera que la proclama del gurú libertario Alberto Benegas Lynch de “romper relaciones” con el Vaticano fue el “equivalente a cuatro cajones de Herminio Iglesias”. “Hubo reacción de la Iglesia en el norte, con los curas llamando a la reflexión en la misa del domingo de votación”, describe.
Sprint final
“Unidad y encolumnamiento” es el lema con el que el oficialismo procura llegar fuerte al 19 de noviembre. Quienes dieron el primer paso fueron los gobernadores de Unión por la Patria, que ratificaron su respaldo a Massa para la segunda vuelta. También extrapartidarios como la fuerza que conduce Río Negro, Juntos Somos Río Negro, el Movimiento Popular Neuquino (MPN), los cordobeses de Juan Schiaretti y los socialistas.
Con voz propia, los diputados Natalia De la Sota y Alejandro “Topo” Rodríguez -una cordobesa y el otro bonaerense-, que integran el Interbloque Federal en la Cámara de Diputados y militaron por Schiaretti, llamaron ahora a votar por el ministro de Economía por su convocatoria a un gobierno de “unidad nacional” que ponga fin a la grieta. Esa consigna fue música para los oídos de sectores amplios del campo popular que buscan una síntesis.
Es que, tal vez haya que poner más atención al interrogante que el escritor y periodista Jorge Asís se había hecho un mes antes de las elecciones de octubre, cuando en el sistema de medios no se hablaba de otra cosa que no fuera Milei y su “novedad”. “Cuando viene una ola de cambio, lo peor que podés hacer es ponerte de frente”, había dicho Asís, en un gesto de provocación intelectual. Para pasar, acto seguido, a preguntarse: “¿Y si el cambio es Massa?”.