LA SOBERANÍA ALIMENTARIA, EN JAQUE POR LA INFLACIÓN
Entrevista a Miryam Gorban, Licenciada en Nutrición, Doctora Honoris Causa de la Facultad de Medicina de la UBA, fundadora y Coordinadora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA.
¿Cómo impacta la monopolización y la extranjerización de la cadena de producción en la suba constante de precios? ¿Podemos hablar de soberanía alimentaria en el actual contexto económico de Argentina?
Por Mariana Portilla
“Si la soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, hoy en Argentina no podríamos hablar de soberanía alimentaria, porque nos castiga la inflación”.
Miryam Gorban es licenciada en Nutrición, investigadora y militante, trabajó con Ramón Carrillo y René Favaloro, y es una de las referentes indiscutibles a la hora de pensar la problemática de la producción de los alimentos y su acceso desde una perspectiva soberana. En diálogo con este medio, pone el foco en cómo el constante aumento de precios y la depresión de los salarios dificultan el derecho a una alimentación consciente y de calidad que garantice la plenitud física y mental.
En Argentina, el crecimiento del agronegocio y la estructura monopólica de la cadena alimentaria hacen imposible que los sectores más humildes puedan acceder a frutas, carnes y vegetales, dice Gorban “Entonces, no estamos cumpliendo con el derecho a la alimentación”, remarca.
MONOPOLIZACIÓN DE LA CADENA DE PRODUCCIÓN
Para Gorban, la soberanía alimentaria está demorada en nuestro país por la inflación y la falta de acceso a la tierra por parte de los verdaderos productores: “Seguimos siendo un país feudal; tenemos latifundios como en la edad media”, denuncia.
Asimismo, sostiene que la suba desmedida de precios tiene un origen claro: la especulación. “Tenemos una economía hegemónica con concentración monopólica y extranjerizada específicamente en el sistema alimentario, desde la producción hasta el consumo”.
Molinos Río de La Plata, Arcor y Molinos Río de la Plata vieron crecer sus ganancias brutas en los dos últimos años. Así lo deja en evidencia el informe “Análisis Contable de Formadores de Precio”, del Instituto Patria, que da cuenta que el Grupo Arcor S.A.I.C., tuvo en 2021 ganancias por más de 20 mil millones de pesos.
Molinos Rio de La Plata S.A. cerró ese año con una ganancia de más de 2.700 millones de pesos, mientras que la empresa agroindustrial Ledesma S.A., septuplicó sus ganancias y finalizó 2021 con 5.200 millones de pesos.
Del informe se desprende que las millonarias ganancias están íntimamente relacionadas con las condiciones monopólicas de las empresas en mercados oligopólicos, que “influyen de manera significativa en el precio de los productos que consumen los argentinos”.
“Molinos, por ejemplo, es dueña de más de cien artículos. Fija los precios y articula el modelo, es decir, te dice lo que hay que comer, porque muchas veces lo que hay que comer puede no ser bueno para vender”, advierte Gorban.
INFLACIÓN SIN TREGUA
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró en marzo una suba del 6,7%, por lo que la inflación minorista acumuló 16,1% de crecimiento en el primer trimestre del año y 55,1% en los últimos 12 meses.
El dato corresponde al último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) que da cuenta de que tres rubros lideraron los incrementos: Educación (23,6%), Vestimenta y Calzado (10.9%), y Vivienda, agua, electricidad y gas (7,7%).
En cuanto a alimentos la suba fue del 7,2%, destacándose la suba del pan, cereales, productos lácteos, huevos, carnes y derivados, y azúcar, dulces, chocolate, golosinas.
Es por esto que, según Gorban, los argentinos hoy elegimos los alimentos no por su valor nutritivo sino por su valor económico, “porque el acceso a la carne y a los lácteos están cada vez más condicionado por el alto precio”.
Para torcer esta cruda realidad, la especialista sugiere “atacar de raíz” a las empresas concentradas: “Tenemos que desmonopolizar y apuntar, primero, a resolver el acceso a la tierra para los verdaderos productores; y segundo, producir y comercializar en cercanía para evitar la logística que encarecen los alimentos”.
Y este último planteo no es menor, ya que la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) informó que en marzo la brecha entre los costos de origen y de destino en los 24 principales productos frutihortícolas y ganaderos que conforman la canasta familiar subió 3,13 veces.
La mandarina, el repollo, el limón y la carne de novillo, fueron los productos que más incrementaron sus brechas, generando que la participación del productor en los precios de venta bajara a 30,8%.
LA CLAVE: LA ECONOMÍA POPULAR
La producción y comercialización de cercanía puede ser una de las alternativas para hacerle frente a la inflación desmedida de los alimentos.
La Unión de Trabajadores de Tierra (UTT), por ejemplo, creó una red de nodos de consumidores y organiza ferias semanales que se transforman en espacios de encuentro donde se puede acceder a alimentos a precios justos.
“Todos y todas somos víctimas de un sistema irracional de comercialización en el que pierde quien produce y quien consume, habiendo un promedio de un 400% de diferencia entre lo que vos pagás y lo que recibimos nosotros”, indica la UTT en su página web.
Nuestro país goza de condiciones excepcionales para la producción de alimentos, “pero si la política nacional está condicionada por los monopolios, indudablemente no vamos a poder cumplir ningún objetivo de alimentación adecuada”, advierte, una vez más, Gorban, y sintetiza: “Lo único que va a resolver la Soberanía Alimentaria es la política pública”.•