Martín Kohan, novelista, docente universitario y ensayista fue el encargado de dar el discurso inaugural de la Feria del Libro 2023 , uno de los eventos culturales más importantes del año. Algunos apuntes de su exposición sobre el lugar del lector, las interrupciones a la lectura y las conversaciones.
Ante un auditorio lleno, Kohan anunció que su discurso llevaría como título “El salón literario”. Luego de una descripción para la que citó a Walter Benjamin, el escritor caracterizó las formas de acceso al predio de la Rural como modos, también, de llegada a la lectura.
“La Feria del Libro se colma de autores, de editores, de traductores, de promotores, de difusores; se colma de visitantes o de paseantes, de compradores y de vendedores. Pero todas esas figuras, reunidas y combinadas, no hacen sino convocar otra figura, la que da sentido a todo: la figura del lector“.
Citando a Ricardo Piglia y César Aira, figuras confrontadas de la literatura, para desarrollar su idea del lector, Kohan lanzó: “no es que no me gusten las grietas, pueden llegar a fascinarme, pero cuando no son entre explotadores y explotados a mi criterio pierden un poco la gracia“.
Sobre la lectura en el mundo actual, caracterizó: “estamos, según creo, en un punto algo distinto; acaso una proyección hasta el paroxismo del pispeo o la diagonal lectora o la repetición meramente de oídas, por la cual las palabras se invocan, se comentan o se defenestran, no ya fuera de contexto, sino ahora fuera del texto: sin leer ni tener idea del texto“.
Y siguió: “El no-lector encubierto, el que se pronuncia categóricamente sobre algo que en verdad no leyó, existe de larga data, existe desde que la lectura existe; lo que parece haberse modificado es que ya no precisa encubrirse. La lectura, elogiadísima en abstracto, se desestima en lo concreto. No es la literatura, un ámbito relativamente acotado, la que, según creo, se perjudica en mayor medida, sino más bien la discusión política, que hoy transcurre casi enteramente sobre la base de desconocer o distorsionar (o desconocer para poder distorsionar) lo que en verdad el otro dijo, o triturarlo hasta la frase suelta y quedarse meramente con eso“.
“El mundo siempre ha sido lo que esencialmente es: una especie de conspiración general, y apenas solapada, destinada a no dejarnos leer (…) una máquina de interrumpir. Pero probablemente nunca ha sido tan difícil como ahora conformar esa zona liberada (liberada para uno mismo) y ese tiempo liberado que el ejercicio de la lectura requiere; nunca ha sido tan difícil como ahora desconectarse (porque estamos, en sentido estricto, conectados siempre) para poder ponerse a leer“.
Tras preguntarse sobre la conexión posibles entre las ficciones y la verdad histórica, entre las ficciones y las ideas políticas, por la poesía y su espesor verbal, y cerrando su discurso, Kohan reflexionó “Esto que propongo no es una lista, es un mapa; tiene huecos (…) Lo sugiero, como suele decirse, para abrir la conversación. Las conversaciones de por sí no tienen por qué ser plácidas, armoniosas, edulcoradas ni orientadas por un afán de consenso. Las discusiones de tono subido, acaloradas como se dice, vehementes y hasta exasperadas, son formas de la conversación también“.