Por Ramón Gómez Mederos.- La visión de que el Estado es un organismo neutral, es solo una fantasía desprovista de toda connotación verdadera. En la vida política de las naciones capitalistas es la realpolitik. Lla que manda.
El pragmatismo de las clases dominantes acepta todo tipo de disfraz a la hora de establecer vínculos gerenciales con sus operadores de turno. Pero el nuevo periodo que se abre en Latinoamérica, decantado del anterior enclave liberal con careta populista, en que los principales administradores de la falacia capitalista local, reciclan y reviven las cláusulas más importantes del Consenso de Washington, los principales operadores del lobby transnacional y sus empresas destacan de manera fulgurante “la vuelta a la normalidad” en América latina.
Los indicios de los acomodamientos sucesorios se vienen percibiendo desde el último mandato kirchnerista, visible fundamentalmente en las relaciones suaves con el FMI en el monitoreo del INDEC por parte de éste, en la discusión de la necesidad de devaluar el peso y en el acuerdo directo con las transnacionales extractivistas, sin dejar de mencionar el acuerdo secreto con Chevron, la sucesión de Miguel Gallucio, ahora desplazado por Miguel Gutiérrez, ex CEO de Telefónica, a partir de un acuerdo de sucesión al frente de YPF y la continuidad de Lino Barañao en ciencia y técnica demuestran el vinculo umbilical entre el Kirchnerismo y Macrismo.
Es clave una lectura que contemple un ciclo de resurgimiento de modelos adaptables a la necesidad de regeneración de los periodos de acumulación en el Cono Sur, siempre dando una lectura global de la dependencia de estos periodos a la estructura de funcionamiento del sistema capitalista global en su conjunto.
Lo demuestran el resurgimiento de las democracias en el continente después de las feroces dictaduras, el periodo de acumulación del ciclo capitalista en torno del la liberalización del mercado mundial y la aplicación de los llamados modelos neoliberales, con el respectivo by pass del 2000 después de la crisis agravada de ese periodo, con la implementación en todo el Cono Sur de populismos extractivistas, y el actual momento de resurgimiento de las bases fundamentales del Consenso de Washington.
Es decir una consolidación de las premisas necesarias de lo hecho en este último periodo, con el consiguiente ajuste de tuerca a un proceso , en el cual para el sistema es necesario reciclar los vínculos de dependencia entre , el capitalismo duro centralizado, con los países dependientes.
El vuelco de grandes partidas del presupuesto operatorio del anterior periodo hacia obras de infraestructura, que posibilitaron y posibilitan la infraestructura para el saqueo, constituyen parte de los principales ítems de los diez puntos más importantes, los cuales han priorizado principalmente una estimación de avance de la participación en bienes naturales exportables de los conglomerados transnacionales más importantes del mundo.
El costo medido en más pobreza
Pero el gran dilema de la deuda pública y el déficit fiscal, configurado en una matriz variable, (pero en alza) como en 2014 de solo el 3,8 % del P.B.I, cerrando el 2015 al 5,4%, con la pretensión del actual gobierno de una baja al 4,8 -porcentual dudoso en miras de lo que hasta ahora viene ocurriendo-, es resolverlo a costa de la pauperización de millones de personas.
Según el Banco Mundial el P.B.I de Argentina es de US$540.000 millones, una de las economías más altas de América latina, de igual manera la brecha de desigualdad se acrecienta con el despido de una cantidad impensada de trabajadores en el ámbito público, pero también privado, donde la pobreza sumó a 1,4 millones de argentinos en mayo de este año.
Según El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina la pobreza en el país, en lo que va del primer trimestre del año, aumentó al 35%, frente al 29 % de finales de 2015. En la práctica significa 13 millones de argentinos en situación de pobreza, pero según en este mismo informe, la taza de indigencia subió de 5,3% de finales de 2015 , a 6,9 en marzo de este año, incorporando 250 mil personas a esta categoría, y alcanzando 2,3 millones en esta situación.
A pesar de este significativo aumento, el escenario futuro y las proyecciones tienen que incorporar los datos estimativos de la pérdida de empleo por la debacle de la inflación, el aumento del transporte, los servicios domiciliarios, el incremento de impuestos, de tarifas generales. Indices generales a tener en cuenta a la hora de las mediciones de la pobreza.
El dato más sensible a tener en cuenta es por demás impactante, más cuando se trata del futuro, es decir de nuestra infancia, pero además toma un valor trascendental cuando las mediciones que afectan a ésta es de carácter estructural.
Según la UNICEF el 45 % de los niños pobres reciben la Asignación Universal. Las grandes contradicciones de la Argentina del interior profundo donde se genera el centro de la política de exportaciones de materia prima, los niños del norte tienen 6,5 más de probabilidades de ser pobres que los de Buenos aires, pero además el 8,4 % , es decir 350 mil niños aproximadamente de los chicos y chicas de 0 a 17 años son extremadamente pobres.
La cuenta de la pobreza de niños y niñas en nuestro país da 4 millones, pero esta cuenta no cuenta la cantidad de pesos e ingresos de distinto tipo para hacer dicha medición, sino que las variables son diez indicadores vinculados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Convención de los Derechos del Niño, los cuales se basan en los parámetros relacionados a la salud, educación, nutrición, información, saneamiento, vivienda, ambiente, violencia, trabajo, juego e interacción. La importancia de que una medición de estas características no sea monetaria tiene la particularidad de ser una medición de las características estructurales de la pobreza infantil.
El beneficio a los de siempre
El panorama de reformulación y afirmación de una política económica, que deja, una vez más, fuera de juego a los sectores vulnerables del país, insiste en afirmar lo concerniente a las exportaciones de materias primas, con el agregado de beneficios de exención de cobro de retenciones para las grandes exportadoras transnacionales de granos, petroleras y las mineras.
El sentido directo es a la derecha enérgicamente radical, con un panorama de beneficios al sector financiero y empresarial definitivamente concentrado, acentuando un constante aumento en los precios de los combustibles para, evidentemente, bajar el consumo con la excusa de aminorar la tasa inflacionaria, subsidiar a 87 dólares el barril de petróleo a las transnacionales del rubro, donde el costo del barril a nivel internacional ronda los 40 dólares. Al unísono el Banco Central cotiza a 38% a 35 días los LEBAC o letras del Banco Central, con las garantías para los inversores y especuladores de distinto tipo.
El panorama tiene la venia del F.M.I, que vuelve a jugar intensamente en la dirección de la economía y su monitoreo. Es sabido que la ortodoxia rancia de la derecha dependiente y subsidiaria del capital transnacional corporativo, juega a favor de sus intereses, justo, en una escalada de las derechas mundiales favorecida por la debacle de los grises progresismos extractivos, que hasta ahora, solo posibilitaron su retorno.
Las inclemencias políticas para los sectores populares, una vez más vuelven a ponerse a prueba, con una necesaria e imperiosa necesidad de disputa de los sectores que entrampados por las cúpulas de siempre, juega a favor de establecer un intrínseco pacto de gobernabilidad que beneficie a las clases dominantes y subsidiarias locales.
A la vez hoy como nunca la unidad de los sectores sindicales clasistas, todo el arco de movimientos sociales, desde ambientales hasta de género, se hace sensiblemente necesaria, bajo un programa que proyecte las reivindicaciones económicas y estratégicas hacia un futuro posible y liberador.