*Por Hugo “Cachorro” Godoy, secretario General de ATE Nacional y Adjunto de la CTA Autónoma (escrito para el portal Sonido Gremial)
En primer lugar quiero hacer un reconocimiento a todas las trabajadoras y trabajadores, particularmente del sistema de salud –hospitales, laboratorios, unidades sanitarias- y a los que se desempeñan en otros sectores que se encuentran en primera línea enfrentando esta pandemia y protegiendo y cuidando a nuestro pueblo. Esta valorización de respeto y consideración también implica una conciencia del rol fundamental de los trabajadores estatales, por eso nosotros hace tiempo venimos diciendo: “Nuestros trabajos son tus derechos”. Esto dirigiéndonos al conjunto del pueblo argentino. Esta fue una consigna que enarbolamos cuando teníamos que enfrentar los despidos masivos y que hoy seguimos haciendo cuando estamos en la primera línea del Estado puesto a favor de las necesidades populares para hacerle frente a esta pandemia.
El Coronavirus empalma con un escenario económico-social mundial de profunda crisis del sistema capitalista y que la pandemia viene a agravar porque su efecto principal no es solamente sanitario sino que también al ser el aislamiento social uno de los principales componentes como los mecanismos más efectivos, lo que produce es una fuerte paralización de la actividad productiva y económica de los países. Esto está bien para enfrentar la pandemia, pero al mismo tiempo tiene un impacto de agudización de una crisis económica del sistema productivo mundial que en este momento está en un conflicto más grave que el del 2008. Es decir, la recesión, la deflación de precios y valores de las empresas están ya por sí mismas generando una multiplicación de la desocupación y la subocupación. La OIT prevé que se perderán 25 millones de puestos de trabajo en el mundo y esto hace que además de fortalecer los mecanismos de conciencia y solidaridad, haga que el Estado protagonice los mecanismos de respuesta para enfrentar esta crisis sanitaria también a través de la conciencia y solidaridad colectiva.
No podemos dejar de decir que, hasta ahora, las respuestas que el Gobierno Nacional viene dando están bien direccionadas, pero nosotros creemos que hay que profundizarlas en varios sentidos. Primero en cuanto al rol rector del Estado para definir las políticas sanitarias sino las productivas y económicas del país; segundo que debe ser el propio Estado quien garantice la universalidad de esas políticas públicas pasando a atender a los sectores más desposeídos.
La Argentina es un país en donde más del 40% de la población económicamente activa lo hace en condiciones de precariedad laboral y por lo tanto, el Estado debe garantizar estas cuestiones en la crisis pero que deben extenderse a posteriori.
En primer lugar, el cese a los despidos; en segundo, garantizar mecanismos de universalidad de sus políticas sociales fundamentalmente, a través de un salario social y una generalización del beneficio de la AUH, de la que hoy no son beneficiarios alrededor de 2.5 millones de pibas y pibes y debería hacerse al igual que la Asignación a la Vejez. Estos son los únicos mecanismos que van a posibilitar que frente a un escenario de fuerte impacto sobre la actividad productiva del país, va a garantizar los niveles de empleo y los de ingresos.
Y en tercer lugar, es imprescindible reforzar los mecanismos de intervención del Estado en la política económica del país, garantizando una nacionalización plena del sistema energético a través de la estatización plena de YPF pero también revisar aquellas empresas que fueron privatizadas y que estuvieron en manos del Estado. También, especial atención a las áreas productivas en sí mismo como Astilleros, Fabricaciones Militares, sistemas de comunicación y el desarrollo científico tecnológico.
Volviendo a la crisis en sí, entendemos que estas medidas de aislamiento y de reforzamiento del sistema sanitario en manos del Estado, deben ser profundizadas con otro tipo de medidas como que el Estado se haga cargo de los servicios públicos (agua, luz y gas) porque en manos del sector privado han generado beneficios para muy pocos y perjuicios para la mayoría.
Son tiempos en donde se debe fortalecer los criterios de participación popular y por eso es que es tan importante que en los hospitales, los municipios, las provincias, se creen comités de crisis con la participación de trabajadores y trabajadoras y de otros sectores de la comunidad porque, la conciencia colectiva, el protagonismo social y la participación popular son instrumentos fundamentales no solo para enfrentar la pandemia, sino para estar en condiciones como país de enfrentar esta gran crisis económica y social en la que nos impone el sistema capitalista mundial para encontrar nuevos caminos de la organización de nuestra.
Los pueblos siempre hemos sido capaces de construir salidas a la medida de las necesidades populares y esta vez será una nueva oportunidad para ello.
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Un impuesto a las fortunas obscenas
«El contexto de desigualdad es acompañado por índices de informalidad y precariedad de más del 50 por ciento de la fuerza de trabajo. Ello provoca que la pandemia agrave el cuadro social, en el que pobreza e indigencia tienen por correlato el hacinamiento, la falta de vivienda y el freno económico que generará un mayor agravamiento de esa realidad.
Hay que universalizar un piso de ingresos que actúe como red de contención para los hogares desprotegidos y garantizar financiamiento a tasa mínima a las pymes y sectores parados.
Mientras el cuadro social se agravó año a año, a las 200 principales empresas y las 50 fortunas familiares y/o personales no les fue tan mal. La cúpula empresaria aumentó sus ventas un 205 por ciento. Y las compañías de energía, gas y agua lo hicieron en un 1.036,5 por ciento.
Esas obscenas fortunas no deben aportar a una colecta solidaria sino que tienen que poner en serio para superar la emergencia. Hay que establecer un impuesto específico que grave esos patrimonios».