Por Carlos Fanjul.- Una muy acertada reflexión publicada por estas horas por la dirigente de Emancipación Sur, Laura García Vázquez, razona que mientras la dictadura genocida tuvo como objetivo principal hacer mas dependiente al país de los negocios privados y extranjeros, y que más adelante ningún gobierno de la democracia quiso modificar ese rumbo, los compañeros desaparecidos sí la enfrentaron con un proyecto contrapuesto: luchar para llegar al poder y cambiar la sociedad con valores como justicia social, solidaridad, igualdad de posibilidades, soberanía, unidad latinoamericana y liberación nacional.
Con ese respaldo argumental, Laura propone que en estas fechas de recordatorios no solo debemos marchar para resaltar la lucha de los seis pibes y pibas desaparecidos en la Noche de los Lápices por su batalla por el Boleto Estudiantil, sino que el verdadero homenaje es también replicar su pelea mas profunda que era ni más ni menos transformar la realidad para conseguir aquellos mismos valores y, como recuerda Emilce Moler, tener en claro que el verdadero sueño es que no exista más desigualdad, ni pobreza
Cuando la dictadura resolvió hacer recaer su furia asesina sobre aquellos jóvenes estudiantes secundarios, como así también cuando en democracia sus tentáculos, que aún persisten, hicieron desaparecer por segunda vez a Jorge Julio López, los genocidas apostaron a plantar mensajes en la sociedad, muy cuidadamente estudiados: la advertencia decía que también los más frágiles, como chicos de 16 años o un modesto trabajador, pagarán con sus vidas el desafío de no rendirse y de dar pelea.
Dos símbolos que pretendieron ponerle un límite a la irreverencia de no aceptar quienes son los ganadores y quienes los perdedores, en un sistema basado en la injusticia y las asimetrías sociales.
Aunque sin balas, no es muy distinta la estrategia que hoy sutilmente desarrolla el actual consenso conservador que nos gobierna. No son casuales las reiteradas referencias a relativizar la cantidad de desaparecidos, o las tendencias a compadecerse por la vejez de los genocidas presos en cárceles comunes, o, incluso, las variadas menciones que buscan poner en discusión el rol de víctima y victimario de los actores de diferentes tipo de situaciones de violencia (revisiones históricas sobre las circunstancias de aquellos tiempos, o cuestiones de género o de delincuencia común del presente)
Estamos en medio de una clara disputa dialéctica y de decisiones judiciales por el sentido social, por sus valores y por el rumbo del pensamiento futuro.
Para nada es menor entonces que la sociedad también se exprese con todas sus herramientas. Dando esa discusión por los sentidos, construyendo políticas alternativas a ese poder gobernante o poblando las calles en cada fecha simbólica.
También así, ofreceremos nuestros mensajes, como lo hicimos masivamente en estos aniversarios del mes de septiembre.
También así les pondremos un límite.
También así verán que no olvidamos, ni perdonamos.