Por Carlos Fanjul.- Hasta los medios de comunicación más ligados a los poderes del mundo occidental y cristiano están un poco intranquilos.
La irrupción en escena de un tipo del riñón propio, pero impresentable por sus formas y propuestas como el tal Donald Trump, los obliga a tomar distancia de esas posturas de hacer muros para que no ingresen latinos, o de acorrarlar musulmanes, negros y demás marginados que ya viven en los Estados Unidos.
No es que no lo piensen, pero eso de andar gritándolo a los cuatro vientos altera las ‘buenas costumbres’ que suelen expresar en sus columnas. Es que el tipo, bocón y ostentoso, los deja mal parados cada vez que abre la boca y lanza furtivos ataques hacia diversas minorías.
Por desgracia, no es nuevo esto de los muros, y hasta sin ir más lejos, ya hay uno elevado en nuestra frontera norte de Misiones, que lastima a la dignidad humana, pero que no ha sido muy comentado en los programas de las horas pico.
En realidad, no hacen faltan ladrillos y cemento para que las murallas separen las partes de este mundo globalizado y capitalista, en el que es bien vista la libre circulación del dinero, pero en el que se obstruye la de las personas, como dramáticamente se ve hoy en toda Europa.
Ni hablar de la libre circulación de las ideas o las miradas diferentes que expresan los dichos o las acciones de las capas sumergidas de la sociedad, que no están representadas en esos mismos medios masivos de comunicación, para los que solo existen las voces de los miembros del esquema de gobernabilidad que ellos mismos ayudan a construir.
Los zares de la comunicación, sin embargo, son tipos muy perspicaces y hasta se saben acomodar cuando perciben la existencia de algún otro muro, pero ya asumido por la sociedad como un bien cultural indestructible.
El repudio a las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura genocida es un tema con el que los tipos no se meten. O al menos se preservan en general y solo lo hacen cuando es tocada la complicidad civil, hasta ahora bien resguardada por todos los gobiernos de la democracia.
En estas horas, el mundo occidental, con Mauricio como miembro del Tercer Mundo, eligió un formato más sutil, pero no menos agraviante para intentar oradar ese paredón cultural que hemos consolidado.
No es casual que la presencia en la Argentina de Barack Obama, presidente del país constructor del golpe del ’76, se de justó en la fecha en que recordamos las cuatro décadas del inicio de aquel horror.
Al menos nos señala que, más allá de la fecha del 24 de marzo, harán falta firmeza y menos mezquindades para que estén ‘todas las manos’, como cantaban los Quilapayún, y para que La Muralla de la memoria no muestre grietas.
Ellos lo van a seguir intentando…
Y Nosotros deberemos construir mucha unidad para mostrarles que no pasarán….