La agrupación de nietos y nietas de detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar repasa su joven historia y discute política en la Argentina post macrista.
Por Christian Madia
La idea de la conformación de la agrupación comenzó a forjarse el sábado 10 de agosto de 2019, en Plaza de Mayo, tras la multitudinaria manifestación en contra el fallo del 2×1. En pleno declive del gobierno negacionista de Mauricio Macri, estos adolescentes se agruparon con el fin de sostener las banderas de Memoria, Verdad y Justicia y por la continuidad de la lucha iniciada en plena dictadura por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y que posteriormente continuaron HIJOS.
Se discutió cómo denominarse, ¿Nietxs? ¿Nietes?, se decidió ésta última opción propiciando armar un organismo de y para la juventud. La “E” del nombre como marca generacional, y porque la Memoria debía incluir no sólo la diversidad en términos de disidencia, sino también la militancia de los 30.000, donde habitualmente se piensa exclusivamente en integrantes de organizaciones políticas, pero entre los cuales también existieron desaparecidos por identidad de género o por su orientación sexual. De este modo, “Nietes” intenta abarcar todas esas historias.
¿Y ahora? ¿Cómo darse a conocer? ¿Dónde presentarse? Surgió la propuesta de realizar un festival en la semana de la Memoria venidera en marzo del 2020, pero la pandemia -y cuarentena mediante- hizo lo suyo. Pasaron largos meses de encierro hasta que, promediando el 2021, convocaron a otros nietos y nietas del país a una asamblea vía zoom para poder así comenzar a nacionalizar la agrupación. Se sorprendieron al notar la cantidad de jóvenes que se sumaron virtualmente de distintas provincias, lo que obligó a dividirse territorialmente. En la actualidad son cinco regionales: La Plata – Berisso – Ensenada, CABA y conurbano (primer cordón de las zonas oeste, norte y sur), Santa Fe, Rosario y Córdoba.
En la ciudad de las diagonales al principio las reuniones eran más informales y las denominaban “la rosca”, hoy en día son semanales y se disponen cuestiones en agenda tomando decisiones en aspectos básicos. Lara Hueravilo, integrante de la regional La Plata, cuenta a Malas Palabras que “ahora ‘la rosca’ pasó a otra instancia bajo el nombre ‘Formación interna’, donde buscamos reafirmar aspectos organizativos que luego exponemos sobre la mesa en las asambleas generales ante el resto de las regionales”.
HISTORIAS DE VIDA
Ana Ríos tiene a sus abuelos paternos, José Ignacio “tote” Ríos y Juana María Armelín, desaparecidos desde 1978. Su abuelo fue secuestrado el 24 de mayo y su abuela el 23 de febrero. Ambos pasaron por el centro clandestino de detención, tortura y exterminio “El Banco” (ubicado en autopista Ricchieri y Camino de Cintura en La Matanza). Ambos militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML); de hecho José fue uno de sus fundadores luego de haber viajado a Cuba, Vietnam y China para formarse políticamente.
“Lo que pasó es que a mis 6 o 7 años empecé a preguntar por mis abuelos paternos”, recuerda Ana en conversación con Malas Palabras. “A la primera que acudo es a mi mamá, porque a mi papá siempre le costó muchísimo hablar sobre eso, aunque en su momento militaba en HIJOS La Plata (ya no lo hace) y anteriormente en la agrupación Quebracho. Mi mamá me cuenta que en la dictadura secuestraban a personas por pensar distinto y que en ese marco desaparecieron a mis abuelos”. Ana fue significando esto a lo largo de su vida, ella afirma que es una historia que uno va elaborando a través de los años: “yo soy la más grande de mis cinco hermanos por parte de mi papá y ellos se ponen mal, tristes, al escuchar hablar de sus abuelos, y los entiendo, es todo un laburo pasar a pensar que mataron a tus abuelos a saber que no fue un hecho delictivo más sino en el marco del terrorismo de Estado. Al principio cuesta significarlo”.
Ana es integrante de la regional CABA y sostiene que la Ciudad de Buenos Aires tiene su particularidad debido a que muchos nietos y nietas viven en el conurbano y les resulta muy difícil trasladarse para tener una reunión en forma presencial por las largas distancias, cosa que no sucede en otras regionales, como La Plata, donde existe una mayor cercanía.
El avance de la derecha en Argentina mantiene en vilo y alerta a “Nietes”, buscando el modo de contrarrestar discursos negacionistas. “Nos alarma que gran parte de nuestra generación es la que adhiera a esos sectores de ultraderecha. Entonces, primero debemos hacer una autocrítica, qué hicimos -o qué no hicimos- como militantes que no estamos llegando a otros jóvenes. Hay un sector de la juventud que se siente interpelada por los discursos de Javier Milei y no por aquellos a los que nosotres pertenecemos, vinculados a los Derechos Humanos”, apunta Ana.
Mora Iramain integrante de “Nietes” La Plata recuerda que cuando estaba en la escuela primaria no se hablaba de la dictadura y por ese motivo, cada 24 de marzo, ella misma le pedía a su maestra pasar al frente para contarles a sus compañeros su historia de vida: Gustavo García Cappannini y Matilde “Tili” Itzigsohn Naymark son sus abuelos maternos, desaparecidos. Los dos militaban en Montoneros. Gustavo fue secuestrado el 14 de octubre de 1976 en Constitución luego de bajar del tren que lo traía desde La Plata para una cita con otros compañeros. La caída de su abuela se produjo en la Av. Díaz Vélez, en el barrio porteño de Almagro, el 16 de marzo de 1977. A ambos los vieron por última vez en la ESMA.
Mora cuenta que no hay un momento exacto en el que una se entera de lo que pasó: “mi mamá, Lucía García, ya militaba en HIJOS La Plata y a mí me iban surgiendo preguntas ¿Por qué mis abuelos no me van a buscar a la puerta de la escuela como a mis amigos? ¿Por qué no encontraron sus cuerpos? ¿Qué hicieron mis abuelos para que les hagan esto? Intentaba encontrar lógica donde no la hay, el por qué habían desaparecido y torturado a personas en Argentina. Luego fui armando mi historia entendiendo que no hay razón para ello”.
A raíz de esto, “Nietes” lleva adelante talleres en escuelas contando lo que fue la dictadura y dar cuenta de las complicidades civiles y empresariales que permitieron llevar a cabo aquel plan sistemático de exterminio e implementación de un modelo neoliberal, del cual hoy continuamos sufriendo sus consecuencias socioeconómicas. “Intentamos, como militantes que somos de agentes de Memoria, que estos talleres sirvan para problematizar lo que está sucediendo en la actualidad, porque ahí es donde se relaciona lo que pasó ayer. No son procesos disociados”, concluye Ana de regional CABA y conurbano.
AMAR DESDE EL RECUERDO
Ante la pregunta ¿cómo es extrañar a personas que no conocieron, amar desde los recuerdos de otros? Mora responde: “yo requiero mucho de la imaginación, recrear escenarios que nunca viví. De chiquita, antes de irme a dormir, hablaba al aire y les contaba a mis abuelos cómo me iba en la escuela o me la pasaba horas mirando sus fotografías. También tuve la oportunidad de conocer a compañeros de militancia de ellos que me contaran cómo eran. Con mi mamá y mí tía fue distinto cuando ellas eran chicas, su abuela no se animaba a contar toda la información por miedo, ese miedo que dejó la dictadura hacía que la historia fuese contada a ellas de manera muy limitada”.
Ana, por su parte, cuenta que ella problematiza mucho la historia debido a un grado de idealización de esa generación: “me acuerdo que una vez, en una entrevista, dije que ellos no eran héroes, eran personas que militaban todos los días, como vos, como yo, y que eran un estorbo ante el modelo socioeconómico que se quería imponer y se los desapareció por ese motivo; pero no fue un acto de sacrificio, sino de militancia como la que hacemos nosotres todos los días, con sus singularidades propias de esa época”. Asegura querer conocer más de la vida de sus abuelos, ese lado humano, ya que su abuelo José Ríos es muy idealizado por la militancia al ser fundador del PCML: “tienen un relato heroico de él ¿pero qué hay más allá de ese héroe? Hay una persona, hay un abuelo para mí”.
El vínculo afectivo que une a Ana con sus abuelos es la militancia, la política. “Ese es el punto de unión más fuerte con esas personas que no conocí pero que son mi familia”, asegura, y concluye contando una historia que leyó en el libro “Desaparecido. Memorias de un cautiverio” del sobreviviente Mario César Villani, cuando estando en el CCD “El Banco” encerraron a Mario en la misma celda que a Juana Armelín, ya que un guardia lo “invitó” a que tuviera sexo con ella: en cambio, durante noches se contuvieron mutuamente. Luego del traslado de Juana en uno de los vuelos de la muerte cae en el mismo centro de detención su esposo José y Mario le cuenta lo vivido con su compañera, ante la sorpresa de Villani, “Tote” le responde: “gracias flaco, le serviste de continente”. “Esas cosas me emocionan y me hacen sentir un poco más cerca y quererlos todavía más”, concluye Ana.
ECOS DEL TIEMPO
En este 2023, a 40 años de la recuperación democrática, la agrupación “Nietes” se siente con más herramientas, preguntándose y preguntando a su alrededor ¿qué democracia se quiere? Lara Hueravilo afirma a Malas Palabras: “no queremos más una democracia insatisfecha. La democracia es algo que construimos nosotres y no algo que votamos una vez cada dos años. Es una construcción”. Por el lado de Ana y Mora dicen que todavía no tienen nada planificado puntualmente para el mes de diciembre, pero que seguramente harán algo. Hoy hacen política en el aquí y ahora. Y Ana agrega: “Hoy tenemos una distancia más amplia con los años ’70 y podemos decir que sí, que recuperamos la democracia, pero… ¿cuál? ¿Queremos esta democracia u otra? ¿La democracia te garantiza los derechos humanos por sí sola? Porque hay que estar atentos, ya que estos discursos de derecha ganan espacio democráticamente. Por eso tenemos que empezar a hablar de qué proyecto político deseamos”.
LA MEMORIA Y SU CONTINUIDAD
Desde distintos sectores de organismos de Derechos Humanos se percibe, en la generación de nietos y nietas, una continuidad de la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Si bien ellxs lo sienten como un honor, puede llegar a ser al mismo tiempo un peso por la enorme responsabilidad que conlleva. “Yo estudio psicología y habitualmente se habla del debate entre el deseo y el deber, y esta parte de la historia la tenemos como un deseo, es algo que queremos hacer”, dice Ana.
Tanto integrantes de la regional La Plata como de CABA y el conurbano coinciden en que, más allá de ser familiares de detenidos desaparecidos, son una generación que se piensa como militantes sociales y políticos y el desafío es continuar hablando en primera persona para que se logre entender que no fue un episodio de la historia que quedó olvidada en el tiempo, que la Memoria debe ser una memoria activa y que sirva de sustento para iluminar el presente, entendiendo que hay cuestiones que perduran, como por ejemplo el individualismo o el famoso “no te metas” que son consecuencia de aquellos años de desapariciones y exterminio. Y es por esto que los discursos negacionistas de las derechas hacen mella en gran parte de la juventud de nuestro país. Hay una teoría del ombliguismo de la cual tendremos que salir tarde o temprano si deseamos una democracia donde nuestros derechos sean respetados.
“Nuestro objetivo es que no seamos solamente nosotros los militantes comprometidos, sino que cualquier otra persona sienta el deseo de levantar la mano y sumarse a una construcción colectiva. Ese es el modo de hacerse cargo de que la dictadura fue un genocidio sobre toda la sociedad y por eso todos debemos comprometernos”, agrega y cierra Lara de regional La Plata, cuyo lema es: “Les 30 mil nos faltan a todes”; esto significa sociabilizar la lucha, dándose cuenta que lo que sucedió es una herida social, colectiva, nunca individual.
A 40 años de la recuperación de la democracia seguimos construyendo la Memoria. La Verdad ya la tenemos. Lo que nos resta es continuar exigiendo Justicia para que ningún represor camine libre por las calles que respiramos y en las cuales luchan nuestros nietes soñando un mundo mejor, como lo hicieron sus padres desde los años ‘90 y sus abuelos y abuelas resistiendo desde las mazmorras del horror genocida.
