por Adolfo Aguirre (Secretario de Relaciones Internacionales de la CTA Coordinador del Foro por los Derechos de la Niñez)
Cuando el Financial Times, cuya única religión es el capitalismo salvaje, publicó un editorial que da cuenta de cómo la pandemia de Covid19 ha cambiado las percepciones sociales, políticas y económicas en todo el mundo, me dije que algo está cambiando en el mundo.
Porque si incluso aquellos que siempre odiaron al Estado, que siempre quisieron reducirlo a su más mínimo expresión dejando que el Dios-Mercado prime sobre la vida y enviando a millones al matadero, incuso ellos hoy admiten que sin Estado no se puede salir de este atolladero.
Para el Financial Times “será necesario poner reformas radicales sobre la mesa (…) Políticas hasta hace poco consideradas excéntricas, como el ingreso básico y los impuestos a la riqueza, tendrán que estar en la discusión”. Para nosotros, la clase trabajadora, son propuestas históricas y, sobre todo, sensatas y necesarias en tiempos excepcionales.
El mundo que se viene será distinto y sin Estado ese mundo será cada vez más duro para la clase trabajadora, para los jubilados y pensionados, para los que día a día engrosan el mercado informal, precario, flexibilizado, para los que viven en las calles, para esa mitad del planeta que vive con 5 dólares por día.
Evitemos la falsa dicotomía entre salud y economía. ¡Son las dos vías y al mismo tiempo! La estrategia es más Estado. Uno fuerte, activo. También necesitamos bancos que estén al servicio del pueblo, que no maltraten a los jubilados, y que dejen de estar al servicio del capital especulativo. Crédito a pymes, diversificación y valor agregado para la industria nacional, apoyo a la economía popular, incentivo a los trabajadores, vigilancia e impuesto a las grandes fortunas, iniciar de manera urgente la tan postergada reforma fiscal, ¡basta de impuestos regresivos!, necesitamos la progresión de los mismos, que los que más tienen más paguen.
La falta de coordinación y asociación del mundo ante la pandemia también debe ser una enseñanza. Vemos que la OEA, la ONU, la Unión Europea han fracasado en su rol ordenador. No hay solidaridad. No hay políticas ni directrices. Por ende, no hay integración real. Demuestra que es solo el comercio lo que interconecta a este mundo. La Unión Europea ha dejado sola a países como Italia y España. Muchas naciones han denuncian que otras les roban el material sanitario que se les envía.
Mientras Estados Unidos, país que encabeza la tasa de contagio y que según sus propios expertos espera que tenga cifras récord de muertos por el coronavirus, con delirantes e imperiales argumentos amenaza a Venezuela con una invasión al estilo Panamá para secuestrar al presidente Nicolás Maduro, países como Cuba demuestran que otro mundo es necesario (y posible).
Mejor que Trump cuide a sus ciudadanos, cosa que si está haciendo Venezuela al controlar eficientemente el coronavirus. En una semana “el gran país del norte” sumó 10 millones de desocupados y superó holgadamente el umbral de 10 mil muertos por Covid19
En la línea de Trump, de negación y peligro, está Bolsonaro. Brasil como Estados Unidos tiene al virus fuera de control. Al igual que Piñera en Chile y Duque en Colombia son presidentes que gobiernan para los ricos y cuyas acciones afectan al pueblo trabajador que debe salir a ganarse su pan sin un Estado que lo proteja.
El Brasil de Bolsonaro pica en punta al permitir que los empresarios los pueden despedir sin costo ni cargo alguno. El Chile de Piñera al militarizar la calle y aprovechar la pandemia para cercenar derechos laborales. La Colombia de Duque actuando como peón de Estados Unidos para asediar a Venezuela.
Y mientras los poderosos del mundo parecen fagocitarse, un pequeño país muestra, desde hace 60 años que la solidaridad es su marca registrada. Sí, hablamos de Cuba, que en esta crisis sigue enviando su ejército de batas blancas, su personal sanitario a los países más azotados por el coronavirus, como hace unos años lo hizo en África con el ébola.
El ejemplo de solidaridad es el que debe acompañarnos en estos días excepcionales para la historia de la humanidad.
Por eso destaco fuertemente el informe del portal Public de la Confederación Sindical Internacional (CSI), la máxima organización sindical, que ubica a la Argentina al tope del ranking ante el coronavirus en licencia médica paga, complementos salariales, complemento para ingresos, medidas de alivio para hipotecas, préstamos y alquileres y salud pública gratuita. El informe se llama “poniendo a la gente primero”.
Esta acción argentina destaca aún más cuando analizamos la situación laboral del país en el período 2015-2019, es decir la gestión de Mauricio Macri. Esos años mostraron el mayor retroceso en derechos para la clase trabajadora desde la recuperación de la democracia en 1983. Esto quiere decir que los desafíos que se avecinan son inmensos.
Y no hay salida sin Estado, sin salud pública, sin inversión en ciencia, sin trabajadores.
¡Imagínense que hasta el ultraortodoxo Financial Times lo cree ahora!