Por Federico Chechele
No habrá un mundo nuevo tras la pandemia. Más allá de las teorías de un nuevo orden mundial que renacerá tras la culpabilidad sobre los miles de muertos que dejará el coronavirus y las economías destrozadas, no hay ningún reguero seguro que permita pensar que la geopolítica cambiará sus formas, sino todo lo contrario.
En varios sectores de la sociedad, la cuarentena golpea fuerte. Sobre aquellos que están más vulnerables ante un posible contagio, sobre aquellos que no tienen nada y ahora tienen menos porque no pueden salir a la calle a buscar lo poco que generaban, y, fundamentalmente, sobre aquellos que trabajan a destajo en situaciones precarias. uizás los aplausos de las 9 de la noche nos generen algo de empatía, pero del otro lados avanzan y, una vez más, pretenden salvarse solos.
En ese contexto, circuló un mensaje de WhatsApp, en la cobardía del anonimato, cuyo título era REBELION FISCAL. AHORA O NUNCA. Ante el parate de la economía debido a la cuarentena, sectores empresariales, dieron por terminada la tregua sobre el prójimo.
“Unámonos TODOS en una REBELIÓN FISCAL. Dejemos de financiar a un Estado ingrato y abusador. Dejemos que se valga por sí solo, como lo hacemos nosotros. Llevemos juntos un mensaje contundente de BASTA DE ABUSO FISCAL. Que por una vez sea el Estado quien nos pida por favor que hagamos, en vez de nosotros suplicar para que nos dejen hacer. Refundemos Argentina sobre la base de lo que alguna vez nos hizo grandes: nuestro poder emprendedor”, rezaba el comunicado ante el escozor que causaba al ciudadano común.
En aquellos días proponían que a partir de este mes “SUSPENDAMOS POR 90 DIAS la PRESENTACIÓN y PAGO de los Impuestos más regresivos que tenemos: Impuesto a las Ganancias, IVA e Ingresos Brutos. Suspendamos por 90 días el pago de AUTONOMOS y MONOTRIBUTO. Si TODOS JUNTOS nos sumamos a 90 días de abstinencia fiscal, el Estado sentirá el poder generador de nuestro aporte”.
No hace falta ser muy inteligente para entender que con las fábricas, pymes y negocios con candados se perjudica al empresario que invierte y lxs trabajadores que, en su mayoría, hacen la diferencia por fuera del sueldo básico; y más teniendo en cuenta que están a merced de suspensiones o directamente despidos. Todos sabemos los perjuicios que esta larga cuarentena, ahora renovada, acarrea, pero como dijo varias veces el presidente Alberto Fernández: “De lo que se trata para muchos de esos empresarios es de ganar menos, no de perder. Muchachos, les toco la hora de ganar menos”.
Aquellos que creemos que se está yendo por la senda correcta y entendemos que la economía continuará desmoronándose con el paso de las semanas, también entendemos que será una nueva cruzada que los que habitamos este país deberemos afrontar como lo hicimos decenas de veces en nuestros 200 años de vida.
Y hay otros que abusan de su poder dominante imaginando rebeldías que no conmueven a las mayorías. Los únicos que perderán son los que pierden siempre.
Por eso la sensibilidad de la pandemia es una mentira.
Están ellos y estamos nosotros. Y están estos últimos.
Una cuestión milenaria.