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Nota publicada el 27 / 03 / 2017

Nunca se fueron

Por Julián Pilatti

Diferentes acuerdos firmados entre Argentina y Estados Unidos podrían determinar la apertura de dos bases militares norteamericanas en territorio nacional. Los peligros de esta nueva correlación de fuerzas en América Latina.

Uno de los discursos que más ha circulado en algunos analistas internacionales apunta a que Estados Unidos “se olvidó de América Latina”, o que en todo caso la dejó como una tercera o cuarta zona estratégica y por lo tanto hoy la región se encuentra a salvo de las garras imperialistas.

Nada menos cierto. En América Latina existen una gran cantidad de bases militares estadounidenses, y la aparición de gobiernos populares de la mano del liderazgo de Hugo Chávez en Venezuela, puso en alerta al imperio como nunca antes en su historia.

Prueba de esto es la decisión por parte del gobierno norteamericano de volver a poner en funcionamiento la IV Flota Naval, una poderosa herramienta militar que Estados Unidos utiliza habitualmente en las zonas donde planea invadir o al menos controlar el escenario político. Eso, claro está, si obviamos la participación del gobierno del norte también en el intento de golpe de Estado a Chávez en 2002, el golpe a Honduras en 2009, nuevamente el intento de desestabilización en Ecuador y Bolivia, así como el golpe institucional en Paraguay y Brasil.

Sin embargo, todo este proceso de desgaste impulsado por Estados Unidos no llegó a lograr hasta ahora su verdadero objetivo, que es sin dudas terminar con el chavismo en Venezuela y con todos los gobiernos populares en el continente. Los mismos que derrotaron al acuerdo de libre comercio, el ALCA, en 2005. Si algo detuvo las prevenciones imperialistas, fue la idea de la “Patria Grande”, manifestada en los organismos económicos y diplomáticos como el Mercosur, la Unasur, la CELAC y el ALBA.

Con la llegada de Macri a la presidencia de Argentina y la de Michel Témer en Brasil, ambos gobiernos de derecha y con la fiel decisión de alinearse a los mandamientos imperialistas, los organismos regionales luchan por sobrevivir. En el Mercosur, la “triple alianza” de Brasil, Argentina y Paraguay han intentado aislar a Venezuela, y por el otro lado abandonar la integración latinoamericana y reemplazar el desarrollo interno con acuerdos de libre comercio de la mano de la Unión Europea. Del mismo modo, el resto de los organismos de diplomacia regional sufren un similar efecto devastador.

El acuerdo que trajo Obama

Pero si hablamos de bases militares e injerencia extranjera en Latinoamérica, también tenemos que hablar sobre lo que eso puede significar en Argentina. Con la polémica visita de Obama al país el pasado 23 y 24 de marzo, Argentina y Estados Unidos firmaron un “acuerdo de seguridad” que ha sido muy poco explicado.

De lo que trascendió –porque claro está que este tipo de acuerdos pueden tener detalles que no conocemos- el documento habla de cuatro puntos: Uno sobre un incremento de cooperación para prevenir y combatir el “crimen grave”, otro en materia de seguridad y facilitación de desplazamiento, otro referente a la instalación de oficiales de seguridad a bordo y el último en materia de comercio e inversión.

Si se los repasa, se podrá ver que cada punto firmado entre Estados Unidos y Argentina puede tener una doble interpretación. Más sabiendo de lo que para el imperio significa la “seguridad”, el “crimen grave”, o el “comercio y la inversión”.

El periodista Horacio Verbitsky fue uno de los que se tomó en serio este acuerdo y detalló que el convenio de la Triple Frontera implica la “asistencia mutua de las fuerzas seguridad de ambos países y que agentes argentinos se capaciten en la Academia Internacional de Policía y viajen a Estados Unidos para recibir entrenamiento de la Administración para el Control de Drogas (DEA en inglés) y la Oficina de Investigación Federal (FBI en inglés)”.

Además, Verbitsky denunció que en el acuerdo hay puntos confusos, de modo que no se diferencia “la seguridad con la defensa”. Así como también es importante remarcar que el acuerdo habla de una “cooperación nuclear”, que se firmó sin consultar a Brasil, con el cual nuestro país tiene un acuerdo previamente firmado.

Es cierto que con el triunfo de Donald Trump, algo de esto podría llegar a cambiar en el pacto entre ambos países. Pero ello parece poco probable cuando se trata de Estados Unidos, quien podrá tener diferencias internas, pero históricamente siempre ha mantenido una única postura para el resto del mundo: La de su supremacía y dominación.

La prueba concreta

A ese pacto se le suma otro preocupante acercamiento entre Argentina y el imperio del norte. El 13 de diciembre pasado, cuando toda la atención pública se disipaba por el inminente fin de año, ambos países volvieron a firmar un acuerdo, pero esta vez uno exclusivamente militar. El acuerdo se realizó entre el gobierno argentino y la Guardia Nacional del Estado de Georgia, unos de los principales centros militares y de la industria aeroespacial del mundo, y fue firmada por el embajador argentino en Estados
Unidos, Martín Losteau. La acción fue concretada con la salida del gobierno de Obama y a los pocos días que asumiera Trump. Casi como en una acción desesperada.

El acuerdo con el Comando Sur de EEUU permite que sus propias tropas realicen “operaciones en conjunto” con las Fuerzas Armadas nacionales, así como también que éstas tomen decisiones por sobre las fuerzas argentinas. Enmarcado en la cooperación militar para zonas de desastres y emergencia, es indudable que este acuerdo pone a la soberanía argentina en un estado deplorable, como hacía mucho tiempo no se la veía.

El objetivo son los recursos naturales

Todas estas medidas que el gobierno de Cambiemos ha tomado en conjunto con la principal potencia militar en el mundo, ha disparado una cantidad de hipótesis por parte de especialistas en la geopolítica internacional, de las cuales todas confirman que en el país se encaminan la apertura de bases militares estadounidenses.

Si bien todavía no existen documentos que comprueben lo que se teme –aunque también sería improbable que existiera-, la participación del Comando Sur de EEUU en la triple frontera (Paraguay, Argentina y Brasil), sería el paso previo para establecer una base militar yanqui. Las razones son claras, en esa región se encuentra el acuífero guaraní, una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo.

De la misma manera, se estaría intentando insertar otra base militar estadounidense en Tierra del Fuego, con la excusa de concretar allí una “base científica”. La isla es el punto más cercano con el continente antártico, otra de las zonas estratégicas que EEUU ansía dominar, debido a la presencia de recursos como petróleo y agua dulce.

Luego de que una delegación del Ministerio de Defensa de Argentina viajara a Washington para retomar las relaciones con el Pentágono, el Diputado Nacional Daniel Di Stefano presentó un pedido de informe en el Congreso para conocer mayores detalles de aquella reunión, pero nunca obtuvo respuestas. “Sabemos por gente que trabaja en el ministerio que en esa reunión han habido avances para la gesta de estas bases militares. Nadie desmintió que se vayan a instalar esas bases lo cual, en cierto modo, es una respuesta”, expresó.

Elsa Bruzzone, especialista en temas de Geopolítica, Estrategia y Defensa Nacional y miembro del Centro de Militantes para la Democracia Argentina (CEMIDA), dijo al respecto: “Estados Unidos utiliza diversas excusas, entre ellas la de ‘ayuda humanitaria’ y ‘el apoyó ante las catástrofes naturales’, para instalar bases militares disfrazadas de bases científicas. Estas bases encubiertas siempre las instalan en zonas dónde hay recursos naturales altamente estratégicos: agua, tierra fértil para producción de alimentos, minerales, hidrocarburos, biodiversidad”.

Las Islas militarizadas

Sumado a la casi segura posibilidad de que se inserten bases militares estadounidenses en nuestro territorio, hay que advertir el peligro de la no tan oculta base militar de la OTAN en las Islas Malvinas, la cual crece cada vez más en equipamiento y soldados para una población de tan solo tres mil personas. Efectos de lo que sucede cuando Argentina deja de reclamar por la soberanía de las Islas y además firma un acuerdo de “comercio y seguridad” en septiembre pasado, que entre otras cosas, habla de una “coordinación militar contra posibles amenazas de paz”. Algo inusual comprendiendo que América Latina está declarada como una de las zonas menos violentas del mundo.

Esta claro que una nueva etapa política acontece a América Latina y en especial a países como Argentina, gobernada nuevamente por un neoliberalismo feroz y servil al imperialismo. No hay dudas que las principales medidas económicas y políticas que ha tomado el Presidente Macri apuntan a reconfigurar esta nueva etapa, hegemonizada por los Estados Unidos y el libre comercio con otras potencias extranjeras.

No deberíamos confundir la esperanza con la necedad, la soberanía continental y en particular de Argentina están en crisis. Para construir un país y mundo más justo, primero se necesita ser valiente y sincerar las propias debilidades y derrotas. Para después sí, hacerse de victorias y avanzar.

Solo se puede retroceder, para volver con más fuerzas.

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