Por Florencia Mártire
Mientras los principales representantes de la ganadería y la agricultura industrial del país se sientan invitados a la mesa del nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, el debate sobre otro modelo de producción de alimentos sigue avanzando por el margen.
Con acciones en todo el territorio nacional, cada vez más personas discuten el paradigma imperante de la agricultura intensiva, centrado en la producción de commodities, y hacen foco en el modo de producir alimentos que necesitan las comunidades para tener un sistema alimentario sostenible y vivir en un ambiente sano.
Uno de los eventos más relevantes fueron los foros regionales impulsados por la Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria y Colectivos Afines (Red CALISAS), realizados en agosto último.
Malas Palabras participó del encuentro virtual que nucleó a la región Centro (Córdoba, Santa Fe y parte de la provincia de Buenos Aires). Además hubo reuniones en las regiones de CABA-AMBA, Cuyo, NEA, NOA y Patagonia.
En los foros, docentes e investigadores de diferentes universidades del país mantuvieron un ida y vuelta con integrantes de movimientos campesinos y con pequeños productores, poniendo de relieve sus principales preocupaciones. El objetivo fue intercambiar saberes de cara a la elaboración del primer informe anual sobre la situación de la soberanía alimentaria en la Argentina.
En términos generales, coincidieron en señalar la aplicación de plaguicidas a gran escala como una de las problemáticas más graves que identifican en los territorios por parte de los productores industriales, y cuestionaron sus consecuencias: la degradación de los suelos, la contaminación del aire, el impacto negativo en la salud de las personas y la elaboración de alimentos con residuos de agrotóxicos. También se alertó respecto al avance de la frontera agropecuaria sobre los bosques nativos, en manos de productores que pretenden captar más hectáreas para la explotación y destruyen a su paso la biodiversidad.
Ante este panorama, ¿qué lugar les queda a quienes buscan trabajar la tierra con una mirada sostenible? ¿Cuáles son las dificultades concretas de su día a día?
“Es un gran anhelo para mí poder tener un pedacito de tierra. No tenemos la posibilidad de adquirir ni una hectárea. Necesitamos algo como un Procrear Rural para poder seguir trabajando y brindar alimentos a la comunidad”, dijo Sandra, pequeña productora agroecológica, y su reclamo encontró eco en los demás productores que atraviesan la misma realidad. La mayoría alquila hasta que se ven obligados a desplazarse por la venta de los terrenos por parte de los propietarios para su urbanización y tienen que volver a empezar en otra zona. Empezar de cero, una y otra vez.
Sandra también puso en común otra dificultad para disputarle el lugar al modelo de agricultura imperante: “faltan productores agroecológicos”. Y faltan productores agroecológicos porque hay personas que quieren producir pero no tienen el espacio, explicó. De modo que acceder a la tierra, y también al agua, para producir alimentos sanos se alza como la mayor traba para los pequeños agricultores y las familias campesinas. Mientras tanto, el proyecto de ley de Acceso a la Tierra, que busca solucionar esta problemática, espera su tratamiento en el Congreso nacional, después de haber sido presentado en tres oportunidades por la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT).
Participar y ocupar espacios de decisión también se torna un elemento clave en la discusión por la soberanía alimentaria. Y, aunque hay algunos avances, todavía son a pequeña escala. “Se nos niega la participación para poder decidir en políticas públicas, añadiendo que estamos en contra del progreso”, manifestó durante el encuentro Julia Pereyra, docente del Instituto Tecnológico Río Cuarto.
Para Gerardo Bergamín, profesor titular en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), “es importante la organización de los productores y el fortalecimiento de las redes porque la construcción de la política pública se hace desde todos los sectores sociales”.
“Estamos convencidos que esta lucha en pos de la soberanía alimentaria es de los pueblos y debe exigirse desde abajo, desde las raíces”, sintetiza para Malas Palabras Melisa Vanesa Gay, magíster en Salud Pública y coordinadora académica de la Red CALISAS en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de Rosario, quien destacó la importancia de “abrir espacios de encuentro” y celebró el “carácter interdisciplinario” de los foros.
Este encuentro entre actores clave que construyen y defienden día a día la soberanía alimentaria son apenas un elemento de una red más activa y extensa. Los espacios de intercambio se replican a diario en las comunidades de todo el país, dejando a la vista que hay muchas experiencias para poner en común y para buscar soluciones colectivas. Pero a la vez ponen en evidencia que una articulación de las partes y una sistematización de las prácticas a mayor escala se tornan necesarias. ¿Para qué? Para que los avances del modelo agroecológico, desde la producción hasta la comercialización, no se cuenten como logros separados ni casos modelo de unos territorios por sobre otros, sino para que este paradigma se robustezca y logre poner en jaque al sistema de agricultura extractivista. Para que la soberanía alimentaria se vuelva la norma.