“Diez veces venceremos”
(Material publicado por el Diario del Juicio de Amnistía Internacional)
“Es no culpable”. Fue el veredicto leído por la presidenta del jurado popular referido a Relmu Ñamku, la mapuche que había sido acusada de “intento de homicidio” por resistir un desalojo. La comunidad de Winkul Newen viene resistiendo el avance de las empresas petroleras en su territorio ancestral por más de una década. A las patotas petroleras y la represalias policiales, esta vez el camino judicial resultó otra herramienta para garantizar el ‘progreso’, es decir defender a las multinacionales de la lucha de los pueblos originarios de cuyas tierras se siguen apropiando.
Una vez sentenciado el “no culpable”, la sala retumbó en aplausos y de inmediato Ñamku se abrazó con su compañero, Martín Velázquez Maliqueo, quién también había sido sentado en el banquillo de los acusados (y que también fue absuelto). Mauricio Rain también fue encontrado “no culpable” (había sido acusado de “daño agravado”).
Ya en la calle, Relmu afirmó: “Hoy más que nunca vamos a defender cada metro de territorio. Es un triunfo de todos los pueblos originarios que luchan y se organizan en Argentina”.
Debido a las diferentes acciones de resistencia llevadas a cabo, la comunidad ha sufrido incontables desalojos, inspecciones oculares ilegales en plena noche, y una militarización constante de sus espacios culturales y de pastoreo. La herramienta penal ha demostrado ser una más de estas acciones.
“Durante más de 3 años se ha amenazado a Relmu y a la comunidad Winkul Newen con una causa penal que ahora demostró no tener sustento. El uso de causas penales para aleccionar, amenazar, intimidar a defensores de derechos humanos –entre ellos líderes indígenas- viola los derechos humanos de los pueblos originarios y compromete la responsabilidad internacional de Argentina”, indicó Mariela Belski, Directora Ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.
Relmu Ñamku inocente
El fallo del Jurado de 12 personas declaro que no hay pruebas para condenarlos de ningún delito. Al recinto donde se llevaba a cabo el juicio, pudieron ingresar solo 32 personas que apoyaban a los mapuches. También 32 personas que apoyaban a la oficial de justicia Verónica Pelayes. Mientras afuera del Tribunal mas de 200 personas entre Lonkos y Pillancushe mapuche y otros representantes de las 23 (Lof) comunidades de la Zona Centro de la provincia del Neuquén, cantaban consignas y daban mucho Newen (fuerza) a los que estaban adentro.
El cuerpo, compuesto por doce personas, seis de ellas mapuches, la encontró culpable de “daño simple”. La juzgaron porque cuando la comunidad bloqueó el acceso a un establecimiento petrolero una oficial de justicia resultó herida de un piedrazo. La acusación original fue por “tentativa de homicidio”.
El tribunal juzgó los hechos ocurridos el 28 de diciembre de 2012, en el paraje Portezuelo Chico, a 30 kilómetros de Zapala, Neuquén. Ese día, cuando los miembros de la comunidad bloqueaban un establecimiento petrolero, llegó una orden judicial para desalojarlos. Los miembros de la comunidad se defendieron con piedras y una oficial de justicia sufrió la fractura del tabique nasal. Tenía hasta 48 horas para expedirse por “culpable” o “no culpable”.
Tenía que resolver sobre el “intento de homicidio” a la auxiliar del Poder Judicial Verónica Pelayes (pedido por la querella). La fiscal Sandra González Taboada también impulsó el juicio con esa carátula, pero la cambió un día antes de la sentencia a “lesiones graves”. La misma fiscal desistió de acusar a Maliqueo y cargó con “daño agravado” contra Rain.
Relmu Ñamku fue encontrada “no culpable” de intento de homicidio (que prevee penas de hasta 15 años de cárcel). En la sala hubo aplausos, abrazos y llanto. Desde la calle (que seguía el juicio mediante la trasmisión de la Red Nacional de Medios Alternativos) se escucharon gritos de alegría y bocinazos.
El mayor temor (pena de cárcel) ya estaba disipado.
La presidenta del jurado leyó el segundo cargo. Se la encontró a Ñamku culpable de “daño simple”, con penas menores (y que los abogados de la comunidad ya avisaron que apelarán). El tercer punto, contra Rain, también fue “no culpable”.
Martín Maliqueo solicitó al juez la posibilidad de hablar. Con la voz entrecortada afirmó: “Es un día histórico para el Pueblo Mapuche. Quedó claro que somos inocentes y también las injusticias que padecemos…”. El juez lo interrumpió y le aclaró que no podía explayarse en el tribunal, que cierre con una frase. Maliqueo miró a la fiscal González Taboada: “Usted le debe una disculpas al Pueblo Mapuche (el juez le decía que no siga hablando). Usted nos persiguió durante tres años sin pruebas. Usted debe unas disculpas”.
Lafiscal Taboada se levantó de inmediato y se retiró del recinto.
Los mapuches se abrazaron con Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora) y con sus familias. Y estalló un grito dentro de la sala: ¡Marici weu! ¡Marici weu!¡Marici weu! Grito histórico que significa “diez veces venceremos”.
“Represalia teñida de discriminación”
Nora Cortiñas reflexionó que “estoy segura que este juicio es una represalia teñida de discriminación hacia la hermana Relmu”.
“Hay que rever la historia porque en esta situación que se presentó primero hay que volver para atrás y entender la lucha por el territorio ancestral, para en ese marco comprender que se trata de una causa provocada y eso hay que debatirlo. Se trata de un pueblo perseguido y contaminado por las empresas que abusan a través del extractivismo y el fracking en complicidad con los gobiernos que le abrieron las puertas, es en estos emprendimientos donde hay un abuso de poder sobre las comunidades”, sostuvo la referente de Madres.
Relmu Ñamku afirmó: “Se hizo justicia, desde el primer momento dijimos que era una demanda injusta y denunciamos la complicidad de sectores del Poder Judicial con las empresas petroleras”. Con lágrimas en los ojos, llamó a seguir trabajando en la unión de los pueblos originarios. “Es un triunfo del pueblo pobre que lucha, estamos fortalecidos el Pueblo Mapuche y las organizaciones sociales. Más que nunca defenderemos cada metro de territorio. Ni un paso atrás”, aseguró Ñamku.
Rodeada de su familia y abrazos a cada paso que daba, Ñamku precisó los responsables de los pesares de su comunidad: “Nos acusaron de delincuentes durante tres años y nos persiguieron. Pero los delincuentes son las petroleras y el Gobierno”.
Darío Kosovsky, abogado de la comunidad, señaló: “El pueblo tiene una sabiduría que muchas veces la Justicia no tiene. La decisión del jurado es una señal de esperanza y una reivindicación histórica para el Pueblo Mapuche”. Y anunció que la condena por “daño simple” la apelarán.
Emanuel Roa, también abogado de Winkul Newen, estaba muy emocionado. “Pudimos sacar las anteojeras que quería poner la Fiscalía y mostrar todos los conflictos que había detrás del caso. La causa fue inflada, pero el pueblo (jurado) escuchó y puso un freno a la persecución que se ejerce de manera arbitraria y caprichosacontra los pueblos originarios”.
El juicio que se desarrolló en Zapala fue histórico porque fue la primera vez que se implementó un jurado intercultural (seis, de doce, son mapuches), la Fiscalía pidió 15 años de cárcel por un piedrazo (por homicidio simple se puede condenar a ocho años de cárcel) y nunca antes se había solicitado una pena tan alta a un indígena en el marco de un conflicto territorial.
Ya en la calle, en la puerta del tribunal, las comunidades mapuches y organizaciones sociales cantaban: “La tierra robada, será recuperada”, “fuera, fuera, fuera la petrolera”, “el Pueblo Mapuche vive, la lucha sigue y sigue”. ¡Marici weu!Zapala, Neuquen. Relmu Ñamku, Martin Maliqueo y Mauricio Rain, ABSUELTOS ! ! !.
Contaminación
La resistencia de la comunidad Winkul Newen se remonta a varios años antes de aquel 28 de diciembre de 2012. En 2010 habían comenzado un duro cuestionamiento al accionar de Apache Corporation, que explotaba pozos en tierras mapuche sin respetar los derechos de los pueblos originarios. El conflicto se agravó aún más con una serie de derrames de hidrocarburos y en 2012 la comunidad –donde las casas no tienen ni servicio de gas, ni electricidad y tampoco agua- cerró el paso a la empresa.
El 27 de diciembre la comunidad enterró a una beba que había fallecido unos días antes, convencidos de que la causa de muerte era la contaminación de la zona. Un día después llegó la orden de la jueza Ivonne San Martín, que hizo lugar a un pedido de la petrolera y ordenó que se notificara a la comunidad que permitieran correr los alambrados y tranqueras para que pase la empresa. Para eso llegó hasta el lugar Pelayes. Llevaba la notificación y estaba acompañada por efectivos policiales, miembros de seguridad privada, una retroexcavadora y empleados de la firma.
Ñamku contó que les pedían a Pelayes y los efectivos que se fueran. “Le dijimos varias veces que nos dé la notificación y se vayan, pero no, ellos querían entrar y no los íbamos a dejar”, destacó. La mujer pidió que se exhiba un video en el que se la escucha decirles que se vayan. Y también le responde a Pelayes varias veces con un “¿qué sabes vos de mapuches?”. En su testimonio agregó: “nos decía que no éramos mapuches, nos negaba nuestra identidad, es una falta de respeto para nosotros. Y nos decía que esa no era nuestra tierra”. Remarcó que durante los años de lucha tuvieron numerosas notificaciones, pero nunca una auxiliar del Poder Judicial los había tratado así.
En medio de un ambiente tenso, la retroexcavadora comenzó a avanzar y casi atropella a un joven de la comunidad. Hubo piedrazos para detener el avance. Una de esas piedras dio en la cara de Pelayes y le rompió el tabique. Poco después la mujer hizo su presentación judicial acompañada de Julián Álvarez, un abogado neuquino que defendió desde estancieros hasta un juez acusado de delitos de lesa humanidad. Tras hacerse cargo del caso, insistió en que se trató de un intento de homicidio y dijo que los mapuches eran “delincuentes que viven en la ilegalidad”. La fiscal González Taboada, que esta vez sí avanzó con la investigación, primero la caratuló como “lesiones” y luego concordó con Álvarez en re caratularla como “tentativa de homicidio y daño agravado”. Hasta ayer, que empezó a dar marcha atrás.
“Qué somos para ustedes”
Durante el juicio se pudieron escuchar testimonios que desnudan el sentido del “progreso” al que se invoca y en nombre del cual se explotan los territorios, en este caso de las comunidades mapuches, que no tienen ningún inconveniente en reconocer que “todos tiramos piedras”. Todos tiraron piedras porque la tierra es su vida. El “progreso” que paradojicamente implica que a metros de donde se quema el gas, las comunidades mapuches se calefaccionen con leña. El “progreso” que implica la ausencia total del Estado en los territorios mapuches, o mejor dicho la presencia para garantizar solamente el derecho a la explotación de las multinacionales petroleras.
Uno de esos testimonios fue el de Juana Velázquez quien, emocionada pero firmo, relató:
“Ese día estábamos haciendo la comida ese día para almorzar, y sentimos el arranque de maquina, y nos sorprendió porque la empresa estaba parada, estaba parado el yacimiento. Se subió mi hermano (Martín Maliqueo) a mirar y dijo que estaba entrando la empresa. Salimos hacia abajo en la camioneta, y cuando llegamos vimos que había una maquina, y la camioneta donde iba la señora que iba a llevarnos, supuestamente, una notificación. Ella nos empezó a decir que tenía una orden para que entren al yacimiento, les dijimos que no, que vengan los de la empresa; que no queríamos discutir con ella, ni con la policía. Ella siguió discutiendo con nosotros, diciéndonos que no éramos mapuches, que no era nuestra casa, que no veía ninguna casa, que no era nuestro patio. ¿Cómo que no? nosotros nacimos y nos criamos acá, libres.
…(El 28-12-2012 cuando llegó Verónica Pelayes acompañada de la policía, la máquina para romper el alambrada y camionetas) “nosotros le decíamos que se retirara, que se fuera. Que vengan los responsables de esta empresa. Y ella nos decía que no eran nuestras casas, que iba a entrar, que tenía la orden para entrar. Nunca quisimos herir a nadie, pasó porque nos dolió que no existiéramos para ellos.
Nosotros vimos muchas notificadoras en nuestras comunidades, porque no fue el primer intento de desalojo, fuimos reprimidos muchas veces. Nuestros hijos han crecido bajo la represión policial.
Han llegado notificadoras caminando a la casa, llegaban, dejaban la nota y se iban a su auto. Jamás hemos agredido a nadie. Siempre venían solas, en este caso no. Pelayes llegó con dos policías, una máquina y no se cuantas camionetas. Era un desalojo a ejecutar ya. Todos tiramos pierdas, a los autos, la camioneta, la maquina. A las personas no les tiramos piedras. No sabíamos que había habido una persona herida. No era nuestra intención herir a nadie, porque no somos ese tipo de personas.”
Antes de la declaración de Juana Velázquez, se escuchó a Violeta Velázquez, que también se refirió al accionar racista de la justicia, al no investigar distintas causas en las que las comunidades fueron agredidas por patotas petroleras.
Estaba cansada de decir que basta de policía, porque nuestros hijos llegaban y lo primero que veían era policía. Yo esto no lo puedo soportar más, quiero que se termine. Yo nunca viví de una empresa, jamás. Vivimos con lo poco que tenía mi padre, y jamás de la empresa. Esa vez les dije esto se va a terminar, me voy a rociar con gasoil y me voy a quemar. Porque no puede ser, la empresa entraba con camiones y te mandaba a toda la policía que había. Yo les dije, acá no van a pasar, me voy a prender fuego.”
Luego de relatar esta dramática situación Violeta interpeló a los presentes, porque había denunciado distintas situaciones violentas sufridas por la comunidad a manos de las empresas, sin lograr ninguna acción por parte del poder judicial.
Desafió Violeta “para ellos nosotros no somos gente” para terminar preguntándole al fiscal “¿qué somos para ustedes?