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Nota publicada el 24 / 07 / 2016

“Seamos soberanos, lo demás se puede discutir»

Se desarrollaron en la ciudad de Bahía Blanca unas jornadas en torno a la problemática de la energía, organizadas por Emancipación Sur de esa ciudad. Entre los invitados disertó el Secretario General de FETERA y del Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata, y dirigente de la CTA Autónoma, José Rigane. Como en otros números, compartimos algunos segmentos de su mirada sobre la gravísima situación en la materia que atraviesa el país.

(El video completo de sus palabras, puede encontrarse en http://fetera.org.ar/index.php/politica-energetica/1397-luz-y-gas-articulos-de-lujo-jose-rigane-en-bahia-blanca)

Nosotros entendemos a la energía como un bien social, la entendemos como un derecho humano. El Derecho a la Energía es discutido, en virtud de que hay un desarrollo basado en las políticas liberales, neoliberales, que ponen esencialmente en el centro, el desarrollo del mercado, en donde la energía aparece como una mercancía, como un commodity. Y es ahí donde nosotros decimos “bueno, la energía no es un paquete de yerba”. Primero, porque es un monopolio natural, es decir, que por la vereda de nosotros pasa un solo caño de gas, un solo caño de agua y un solo cable, con lo cual no hay ninguna opción de seleccionar, de elegir, ni de optar; por lo tanto estamos hablando de un monopolio natural. Y si hablamos de monopolio natural, en realidad ¿qué estamos afirmando? (y esto es lo segundo): que no hay ningún tipo de competencia. Entonces no es cierto que el mercado puede tener incidencia en el desarrollo de algo que, además, resulta imprescindible para la vida de cualquier ser humano en cualquier lugar del mundo. El gran problema que tiene el mundo es que tiene 1.600 millones de seres humanos que no tienen acceso a la energía, y esto le pone un impedimento al desarrollo de la vida, lo condiciona inclusive en cuanto a su existencia como ser humano (que en ese caso está en los 40, 45 años de vida promedio, porque está impedido de una serie de posibilidades que se brindan cuando uno tiene acceso a la energía). O sea que es muy difícil resolver el problema de la pobreza si uno no puede acceder a la energía, si uno no puede acceder al agua, al gas, a la electricidad. Sobre todo a la electricidad, que es la que permite establecer muy rápidamente, cuáles son las posibilidades de vida de cualquier ser humano. Entonces, esos seres humanos en algún momento tienen que recurrir a la leña para calentarse o para cocinar y que resulta altamente contaminante. Y si esos 1.600 millones de habitantes quisieran, supuestamente, tener la misma situación que tiene el resto de los habitantes del mundo, el planeta estallaría por los aires, porque no hay capacidad ni condiciones para poder resolver -y menos todavía tener la capacidad- de poder utilizar la energía como la utiliza el primer mundo, que consume el 80% de la producción de la energía total. Hoy, el total de los seres humanos que se aprovechan de eso es solamente el 20% de los que habitan este planeta. Eso da una idea de que si nosotros no desarrollamos un uso realmente racional de la energía, porque es vital para la existencia, no hay perspectiva, no hay posibilidades de poder atender todas las necesidades que se generan en cualquier ser humano. Si uno aspira a una vida digna necesita tener agua, gas y electricidad, no estamos en la época de las cavernas, estamos en el siglo XXI y por eso resulta imprescindible e ineludible. Ahora, si es una mercancía, el problema es que si no tengo plata para pagarla no puedo acceder a la energía, y si no puedo acceder a la energía, tengo los inconvenientes que genera esa imposibilidad; por eso hay una disputa en el mundo y obviamente Argentina no está fuera de esa disputa. Desde el momento que acá se decidió (en 1989, en 1990) desarrollar el proceso de la privatización de todos nuestros recursos comenzó a desarrollarse en el país un concepto de que la energía es un commodity, es una mercancía; y que por lo tanto está muy bien que esté en manos del mercado. Y de allí entonces que ya dejamos de ser usuarios para convertirnos en clientes. Y el que puede pagar accede a la energía, y el que no puede pagar, directamente «se jode». Esto es lo que hay que cambiar. Nosotros necesitamos modificar esta situación. Y ¿cómo modificamos esta situación para que no tengamos las consecuencias que nos toca vivir hoy? (y que después podemos entrar a verla un poco más en detalle).
Para eso necesitamos cambiar el modelo energético de SI PODÉS PAGAR, PODÉS VIVIR. Hay que CAMBIAR EL MODELO ENERGÉTICO que está basado, primero, en la privatización y después, en la extranjerización. Nosotros en la década del ´90 dejamos de tener Empresas de carácter nacional, Sociedades del Estado. Es más, hoy en día no tenemos ninguna Empresa nacional que nos represente y que represente los intereses de los argentinos, en particular en el tema energético. Ninguna, todas las Empresas y todas las banderas son extranjeras, no son propias. Quizás alguno de ustedes esté pensando en YPF y esté pensando que está expropiada y que fue una parte, el 51% de las Acciones, nacionalizada; no, el 51% de las Acciones se compraron, las compró el gobierno argentino en su momento y que fueron expropiadas, pero la Empresa sigue siendo Sociedad Anónima, no es una Sociedad del Estado y está compuesta por capitales en donde la mayoría es del Estado, pero los capitales que conforman el 49% restante son de la provincia, por un lado, y después hay un porcentaje de capitales que son privados, y algunos de ellos, de los denominados “buitres”. Por eso, YPF, YPF-REPSOL, y ahora la actual YPF, cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York y de Buenos Aires. Y de allí, entonces, que la Empresa YPF no es estatal, ni siquiera está controlada por la Legislatura Nacional. Y tampoco es el Estado el que establece y determina lo que tiene que ver con la planificación, la producción, la exploración y el precio final.
Porque a nosotros nos pueden decir que “hay que cambiar las lámparas de consumo y que en lugar de las incandescentes tienen que ser las de bajo consumo, y que los edificios públicos tienen que apagar la luz a las 6 de la tarde, ahora en invierno, porque es innecesario, y también las computadoras”. Pero, mientras nosotros podemos hacer ese esfuerzo no va a haber ningún ahorro ni uso eficiente de la energía, porque, al mismo tiempo, estamos permitiendo que se siga exportando el petróleo crudo que se obtiene de la Argentina, que no se refina acá -porque no tenemos las destilerías que necesitamos, porque no se han hecho las inversiones imprescindibles y necesarias- con lo cual, exportamos petróleo crudo, que es materia prima, cuando tenemos en el país desocupación y precarización laboral y deberíamos haberlo refinado para no terminar comprando los combustibles especiales que compramos fronteras afuera. Por eso nosotros decimos, como un punto de comparación para demostrar lo ridículo de esta situación que estamos como en el siglo XVIII: exportábamos el cuero de la vaca y le comprábamos los zapatos a los franceses y a los ingleses. La energía es recurso, son recursos genuinos y son miles de millones de dólares que Argentina ha venido entregando desde la década del ´90 hasta ahora, que nos hubiesen permitido, en manos del pueblo argentino hubiéramos encontrado la manera de hacer una buena utilización de esos dineros, en lugar de que se vayan fronteras afuera. Recordemos que en la privatización, iban a venir los dineros del mundo, que nos iban a resolver una cantidad de inconvenientes que nosotros teníamos, que – supuestamente- no debería ocuparse el Estado porque se tenían que ocupar de otras cosas… ¿En qué terminamos?: que el Estado terminó siendo un socio bobo de los Grupos Multinacionales, desarrollando políticas para favorecer el nivel de rentabilidad económica de esos Grupos Multinacionales, que giraron los dineros permanentemente fronteras afuera, y que hemos podido verificar con varios ejemplos, más allá de Aerolíneas Argentinas.

RECUPERAR PATRIMONIO NACIONAL
Es por eso que, para nosotros, la transformación y el cambio parte también de comprender que necesitamos recuperar ese patrimonio a manos del pueblo.
Mientras esto no suceda, nosotros vamos a seguir en situación de crisis energética, con problemas cada vez más importantes, de poder acceder los argentinos o franjas importantes de argentinos, a la energía. Y vamos a terminar perdiendo nuestros recursos energéticos y también los recursos económicos que se generan a través de esa explotación que no hacemos, que no está a nuestro cargo y que por lo tanto demuestra que no somos soberanos.

La verdad que lo de hoy me hace acordar a Martínez de Hoz. Nadie puede creer que alguien que viene de la actividad privada, representando intereses multinacionales, va a desarrollar políticas con contenido social en función de las necesidades y los intereses que quieren los argentinos. Mientras nosotros nos debatimos acá en la posibilidad o la imposibilidad de pagar la tarifa para poder acceder a la electricidad, el gas, el agua, el transporte, las cloacas, en fin, todo lo que tiene que ver con los servicios públicos; en Europa ya está establecido y desarrollado el concepto de “pobreza energética”: si un trabajador tiene que destinar más del 10% de su salario para resolver el problema de los servicios públicos, se considera que está viviendo en pobreza energética… El hecho de que haya que destinar más de ese porcentaje para resolver el problema que se genera por los costos del servicio público, está demostrando cuál es la situación económica-social en la que nos toca vivir. Y si esta política basada en el extractivismo (que este gobierno obviamente ha posibilitado que se profundice a partir de sus decisiones políticas y económicas) la perspectiva precisamente no va a ser que tienda a mejorar, va a ser que tienda a empeorar. ¿Por qué? porque los niveles de precarización crecen, porque los niveles de pobreza crecen y porque los niveles de desocupación crecen; entonces está claro que este gobierno desarrolla una política que lo único que hace es transferir recursos de todos nosotros a manos de los Grupos multinacionales. Y en este caso lo hace a través de incrementos, sobre la base de un mecanismo de shock de las tarifas eléctricas, de gas esencialmente, y lo ha hecho en el transporte. Pero no solo eso, en definitiva inventaron un petróleo criollo que vale mucho más en la Argentina que en el mercado internacional. Para extraer un barril de petróleo en la Argentina tiene un costo aproximado, según de la cuenca que hablemos, de 12 dólares por barril. Sin embargo, en la Argentina hemos estado pagando 72 dólares (ahora 67 dólares) por ese barril de petróleo. Es decir que, de movida, hay una ganancia en las petroleras que está en el orden de 6 o 7 veces más de lo que les cuesta extraer un barril de petróleo convencional. ¿Todo, por qué?…: …Porque lo que se ha intentado, antes y ahora, es sostener la importancia de Vaca Muerta que requiere de un barril de 84 dólares, en el mercado internacional, para que pueda ser rentable extraer el petróleo no convencional. Simplemente para que ese proyecto siga teniendo algún sentido, a pesar de que está demostrado que el fracking genera una serie de problemas que debería no llevarse a cabo, precisamente porque contamina, porque utiliza agua potable que la necesitamos imprescindiblemente. Y además está demostrado que en algunas zonas de Estados Unidos ha generado temblores sísmicos, producto del desarrollo del fracking. Y a pesar de que en algunos países está prohibido, acá se sigue alentando el proyecto de Vaca Muerta, que es muy importante, y se sigue también haciendo acuerdos y contratos como hizo YPF con CHEVRON, en calidad de secreto, para desarrollar precisamente esa iniciativa, cuya tecnología tiene solamente CHEVRON, Estados Unidos.

AUTONOMÍA ESTRATÉGICA
Se necesita salir de esta encrucijada, que es la que genera definitivamente este sistema capitalista, para lo cual hay que modificar el modelo productivo: nosotros tenemos un modelo productivo extractivista que está basado en el desarrollo del monocultivo de la soja, la contaminación, la megaminería.
Eso determina el nivel de dependencia, eso determina nuestra falta de soberanía, eso determina la importancia de recuperar el ser soberanos. Por eso uno podría plantear varias iniciativas. Lo primero que nosotros planteamos es no exportar más petróleo crudo, porque nuestro petróleo se va a agotar y nosotros no sólo vamos a hipotecar el presente, sino que lo que vamos a hipotecar es el futuro de las venideras generaciones, que no van a tener energía; y el nivel de supeditación que van a tener nuestros hijos, nuestros nietos, va a ser intolerable. Y la perspectiva de cercenar esa posibilidad de tener acceso a la energía los va a someter a la pobreza ineludiblemente, como hoy sucede con los 1.600 millones de seres humanos que en este mundo no pueden acceder. Entonces, la otra medida sería que el Estado Nacional vuelva a hacerse cargo de esto a través de Empresas que sean Sociedad del Estado, que nos permita recuperar a todos estos sectores como servicios públicos. Ustedes saben que cuando se va a buscar petróleo, se extrae gas aunque éste no sea el objetivo; es como ir a hacer un pozo para buscar el agua y junto con eso uno va a extraer primero barro, es ineludible: ir a buscar petróleo termina posibilitando la extracción de gas. Por lo tanto, los economistas dicen que “el gas tiene tendencia a costo cero”, porque no es lo que se va a buscar. ¿Hay alguna razón para que la garrafa cueste lo que cuesta?: NO, no hay ninguna. Aunque sí hay una razón: el gobierno nunca (ni éste ni los anteriores) la declararon como servicio público. Si fuera un servicio público, la garrafa sería de carácter social, el precio lo pondría el Estado Nacional y nadie tendría que estar peleando, haciendo cola y tomando más frío del necesario para tener una garrafa, para vivir con dignidad. Esa es la razón: que está en manos del mercado, cuando debería ser todo lo contrario.
Los Grupos Multinacionales, que no tienen en sus manos los recursos en términos mundiales, sí tienen en sus manos toda la comercialización, todo el desarrollo tecnológico y -obviamente- también tienen en sus manos los contratos de concesión (esos contratos que solamente existen en la Argentina y no existen en otro lugar), que nunca cumplen pero que nunca se los anula. Y obviamente terminan quedándose con una riqueza que es de los argentinos.

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