Por Carlos Del Frade.- Vicentin es la síntesis del capitalismo argentino de los últimos sesenta años.
Fue beneficiado por las políticas de las últimas dos dictaduras y creció de forma exponencial durante el macrismo, síntesis de la etapa de la supremacía de lo financiero y especulativo por encima de la producción y el trabajo, hasta convertirse en el fugaducto del gobierno de “Juntos por el Cambio”.
Así como la década infame hizo del escándalo de las triples contabilidades de los frigoríficos ingleses su tarjeta de presentación y síntesis de la colonización del estado a favor de ciertas empresas, Vicentin revela al macrismo, lo representa como una ecografía nítida y transparente.
El gran capital en Argentina fue desaparecedor en los años setenta, desocupador en los años noventa, fugador en 2001 y cómplice del endeudamiento fenomenal desde 2017 en adelante.
La suerte personal de por lo menos un centenar de integrantes de las familias Vicentin, Padoán, Nardelli y Buyatti, expresa la concentración y extranjerización de riquezas en pocas manos. De acuerdo a la revista “Fortuna”, versión argentina, del año 2018, estas personas tienen una riqueza personal que supera los 500 millones de dólares. Resultado de la evolución de 92 años de historia en el norte profundo santafesino, cuando “La Forestal”, al igual que Vicentin muchas décadas después, le pagaba migajas a los estados santafesino y nacional y declaraba y aportaba las ganancias pertinentes a su principal cómplice, el estado inglés. Vicentin siempre contó con el estado bobo y cómplice.
Entre agosto de 2019 y enero de 2020, las investigaciones penales que se iniciaron en Capital Federal y que hoy continúan en los juzgados rosarinos, demostraron que ocho directivos de Vicentin y diecinueve ex funcionarios del Banco Central de la República Argentina, bajo la presidencia de Guido Sandleris y del Banco Nación, bajo la presidencia de González Fraga, fugaron 791 millones de dólares que eran del pueblo argentino, que eran del mencionado Banco Nación.
Se constató que a través de 1.418 operaciones bancarias, estos ocho directivos de Vicentin las transfirieron a sus cuentas personales en otros lugares del mundo, guaridas fiscales como le gusta decir al fiscal Moreno de la ciudad de Rosario. En buen romance se la pusieron en sus bolsillos.
Cuando en diciembre de 2020 los actuales representantes del directorio del grupo Vicentin se acercaron al recinto de la Legislatura de la Provincia de Santa Fe, no pudieron contestar una de las preguntas claves de la comisión de seguimiento, dónde está la plata. Primero argumentaron que estaba en máquinas, cosa contraria a la realidad de las 16 empresas del consorcio y luego el contador Scardel balbuceó que era dinero destinado a pagar deudas. Entonces preguntamos si se habían pagado tantos compromisos, por qué tenían hoy casi 1.400 millones de dólares de deudas. No pudieron decir una sola palabra.
Vicentin fue vaciado a partir de 2015 cuando el directorio decidió construir su vida paralela en Uruguay a través de Vicentin Family Group, al mismo tiempo que comenzaban a falsificarse datos para obtener más y más créditos, primero desde los productores que seguían aportando el cereal y luego de bancos, privados y estatales.Si
Todo con el amparo y la complicidad de funcionarios corruptos del Banco Central, del Banco Nación y con absoluto conocimiento de parte del ex presidente de la Nación, el ingeniero Mauricio Macri.
Como dos veces le dijo Sergio Nardelli, hoy fallecido, a este cronista: “Mi mejor amigo me puso un tiro en la nuca”. Primero fue en el conocido bar “Cheroga”, de Reconquista y luego ante las y los legisladores en la reunión mantenida en la sede del conglomerado, en la ciudad de Avellaneda.
El 26 de noviembre de 2019 quizás sea la síntesis de la impunidad del saqueo organizado a través de Vicentin. En solamente 39 minutos, dos directivos del grupo se llevaron 6 millones de dólares del Banco Nación. Piensen y comparen ese mínimo tiempo con los años que cualquier familia argentina debe transitar para obtener un crédito del Banco Nación para intentar llevar adelante el sueño de la casita propia.
Mientras el concurso de acreedores avanza hacia una cada vez más cercana quiebra, los números del empobrecimiento crecen en la Argentina saqueada, en la provincia de Santa Fe saqueada. 19 millones de personas en el país; 506 mil en el Gran Rosario y 212 mil en el Gran Santa Fe. Una obscenidad solamente explicable por la impunidad, entre otras cosas, de la fuga, lavado de dinero, estafas y vaciamiento de grandes empresas como Vicentin.
Es imprescindible dejar de lado el estado bobo y cómplice para que alguna vez los delincuentes de guante blanco paguen sus deudas. La concentración de riquezas en pocas manos explica la pobreza de millones. Vicentin debe ser una empresa pública con capital estatal y también con participación de trabajadores, productores y cooperativas.
Para que alguna vez en la Argentina sea verdad que vivamos con gloria cuando en el trono de la vida cotidiana esté la noble igualdad.
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Peces grandes y peces chicos
En el mismo edificio que fue inaugurado con el juicio a Los Monos en 2018, en el Centro de Justicia Penal, catorce integrantes del directorio del conglomerado Vicentin compraron su libertad condicional con diez millones de dólares.
El fiscal Miguel Moreno, serio y contundente, había demostrado estafas varias en contra no solamente de productores y bancos nacionales e internacionales, si no contra el pueblo argentino a través de la utilización del dinero del Banco de la Nación.
Pero el juez que reconoció la solidez del argumento del fiscal decidió otorgarles la libertad bajo caución por lo menos para esta etapa del proceso penal.
Hay una doble confesión de partes en estos hechos.
Por un lado los integrantes del directorio de Vicentin se saben culpables y entienden que la única manera de lograr su libertad condicional es pagando nada menos que diez millones de dólares.
Y, por otro, la señora vendada que está en los tribunales vuelve a mostrar su carácter clasista. Pasan de largo los peces grandes y quedan atrapados los peces chicos. También es una confesión de partes.