El politólogo y docente universitario, Nicolás Freibrun, analiza el actual discurso político, una trama narrativa edulcorada con el beso ácido de los memes; a su vez, detiene su mirada en el armado digital de la tropa libertaria.
Por Nicolás Poggi
Promediando el primer año del experimento inédito de Javier Mieli en el poder, la discusión política parece darse más que nunca en la arena digital. Los libertarios construyeron su identidad en las redes sociales, y desde esa misma plataforma la defienden todos los días, en medio de los avatares del país y de las marchas y contramarchas que implica cualquier gestión.
¿Qué rasgos tiene la subjetividad política en tiempos de redes? Malas Palabras consultó al politólogo y doctor en Ciencias Sociales Nicolás Freibrun para analizar la discusión pública expresada desde tropas digitales, sus alcances y limitaciones, y el escenario para las próximas elecciones en una etapa híbrida entre virtualidad y territorio.
Freibrun, docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UMdP), y autor de “La reinvención de la democracia: Intelectuales e ideas políticas en la Argentina de los 80” (Imago Mundi), advierte que la discusión política “perdió densidad y capacidad de renovarse” y que el presidente Javier Milei “es el emergente de esa degradación”. Pero, también deja un aviso al peronismo: “Se dio cuenta de que tenía que usar memes”.
–En estos tiempos de subjetividad política en redes, ¿el Gobierno se juega su mayor capital simbólico ahí?
-La cuestión de las redes, que es una parte de la vida y de la discusión política, es sólo una parte, ningún gobierno debería jugarse su capital, legitimidad y construcción en el tiempo ahí. Aunque este gobierno tiene una gran construcción virtual, esa virtualidad es claramente un espacio donde algo se crea, pero no diría que es el lugar principal. Ni el único.
A este gobierno sí le interesa que una parte de la discusión pública se centre en una especie de lucha virtual. Pero a ningún gobierno de ningún país del mundo, en sociedades donde hay debates plurales, en definitiva, un régimen democrático, le alcanzaría con esa dimensión. Si las redes son un elemento que es parte de la esfera pública, esa esfera no se agota en las redes.
A este gobierno sí le interesa que una parte de la discusión pública se centre en una especie de lucha virtual
–¿Qué particularidad tiene esta época de discusión en redes con respecto a otras de Argentina?
-Es una buena pregunta. Tengo una visión bastante negativa en ese sentido, y no solamente porque ganó Milei. La discusión pública política hace tiempo que ha perdido densidad, capacidad de renovarse y, por lo tanto, capacidad de interpelar a públicos o audiencia, o electorados, que son distintos y a veces son lo mismo. Ha habido una pérdida de capacidad en la posibilidad de renovar un contenido, y la calidad del mismo. Milei es el emergente de una degradación de la discusión pública, donde la palabra ‘política’ está totalmente devaluada.
La discusión pública política hace tiempo que ha perdido densidad, capacidad de renovarse y, por lo tanto, capacidad de interpelar a públicos o audiencia, o electorados
–¿Se puede sacar algo “en limpio” de esta época o es todo contaminación?
-Habrá que verlo con el tiempo. Se pueden decir cosas. Por ejemplo, la incapacidad de los partidos. El partido de Milei es algo un poco raro, si lo metemos en la discusión de los partidos y vemos los problemas que tiene en el Parlamento, con la dinámica que requiere un partido. Aunque también vemos que no hace falta tener un partido tradicional para ganar las elecciones.
Hay una degradación general de la palabra política, que es muy distinta en cada actor, y cada sector. Hay una falta de imaginación, de renovar discursos, elementos, que son fundamentales de la política. Si uno piensa que eso es un elemento accesorio o aleatorio de la política, está equivocado. Uno podría hacer un recorrido desde los años 80, hay distintas etapas de la política. Hoy está en uno de sus momentos más bajos. Por eso Milei es un posible emergente, como (Jair) Bolsonaro, (Donald) Trump, como otros políticos que son capaces de decir cualquier cosa en la posverdad, un régimen discursivo donde no importa lo que se diga.
–¿La campaña del año que viene se hará en redes sociales o va a ser más importante el territorio?
-Volvemos a las estrategias partidarias. El peronismo siempre trata de tener una inserción territorial, aunque obviamente se dio cuenta en la última campaña de que tenía que usar las redes, el gesto y el meme. Las redes ya están en la política y en la campaña porque es una forma de comunicación para llegar a audiencias más amplias. Los públicos juveniles están más relacionados a estos dispositivos. Tiene que ver con cuánto la sociedad quiere escuchar un discurso, una resolución, que tiene un tiempo y una elaboración. Eso parece ir perdiéndose. Por supuesto, después está Cristina Kirchner que interviene de un modo muy diferente a lo que lo hacen otros políticos. Las redes van a estar en la campaña, pero no alcanza. En el caso del peronismo, para decirlo a grandes rasgos, articulará las dos dimensiones: territorio y redes a nivel nacional.
Las redes ya están en la política y en la campaña porque es una forma de comunicación para llegar a audiencias más amplias.
–¿Y en el caso de los libertarios? ¿Se puede pensar que ahora irían más al territorio porque tienen el poder?
-Tienen el poder y el Estado, pero no se basan en una militancia político-territorial en el sentido tradicional. Va a haber alianzas. Se verá si es para el debate de una ley o si van a establecer alianzas políticas más duraderas de cara a las elecciones, que te dan territorio y capacidad de penetración y capilaridad. Quizás, no haga falta en los términos de la estrategia que los libertarios se quieren dar. Las redes definen, pero como medio de comunicación.
–¿La oposición está en condiciones de emular un armado digital como el que construyeron los libertarios?
Tienen rasgos y estrategias identitarias diferentes. El peronismo sigue apostando a un tipo de armado que debería revisarse y establecer un nuevo lenguaje con otros vectores de la sociedad. Axel Kicillof había dicho lo de las nuevas canciones, para renovar las viejas. Hablar de Evita y Perón podría ser un poco anacrónico en términos de discurso público. Eso no conecta ya, es parte de una retórica auto identificatoria. El problema del peronismo es de identidad. Hay un tema en cómo va a transitar el peronismo hacia una nueva identidad. No significa que cambie radicalmente pero sí que, quizás, incorpore nuevas caras, lenguajes y nuevos actores.
Axel Kicillof había dicho lo de las nuevas canciones, para renovar las viejas. Hablar de Evita y Perón podría ser un poco anacrónico en términos de discurso público. Eso no conecta ya, es parte de una retórica auto identificatoria