Por Paula Provenzano
Desde el inicio, la última novela de Marina Mariasch convida una historia que se instala y va tironeando desde alguna partecita del cuerpo. Resulta difícil precisar dónde se aloja, pero seguramente sea en ese cubículo existencial donde permanece lo que conmueve.
La autora parte del suicidio de su madre para construir esta belleza que es Efectos Personales. Decir que el suicidio es el punto de partida no es del todo certero, puede así parecer que se trata de un ensayo lineal sobre la muerte y sus consecuencias, el trauma, el morbo, el por qué. Sin embargo es una obra, sobre todo, vital. O tal vez tengamos que decir que justamente porque habla de la muerte es una exploración, en realidad, sobre la vida. Esa es la primera tensión a la que nos expone.
Durante mucho tiempo y como supongo que le pasará a la mayoría de las personas, el suicidio me pareció un hecho profunda y meramente individual. La lectura del sociólogo francés Émile Durkheim a mis veintis me ofreció otra mirada: lo que en apariencia tiene un contenido herméticamente subjetivo, puede ser interpretado como un hecho social; aplicando las reglas del método sociológico el suicidio debe ser entendido en un contexto colectivo.
La obra de Mariasch saca lo personal de lo privado con marca literaria: es posible enfrentarse desde la escritura con que una mujer hermosa y madura, de familia con plata, madre, piense en lanzarse al vacío una tarde desde un hotel céntrico, y efectivamente lo haga, dejando dos cartas como toda explicación para esta interrupción del guión original.
Es fascinante cómo se desarma la expectativa de la devoción filial y se exponen con crudeza los duelos singulares. La hermana de la escritora en un momento le dice que está más preocupada por su ex que por la muerte de su madre. La propia autora cuenta que lo último que hizo con la madre fue discutir por una pavada. Se va sintiendo el filo de las palabras, la vergüenza, el estigma, los vínculos que sostienen y los que no, el daño, el dolor, la manera masculina de no acompañar.
La lectura se hace rápida, ansiosa, porque se quiere saber más del acontecimiento de la muerte, de las formas que asume a partir de éste la vida. Produce un encanto particular cómo avanza el texto anómico, entre señales y sombras, con algunas frases que quedan resonando, nos tocan.
Para finalizar, si es posible concluir, Efectos Personales también me resultó un despertador, una loca invitación a juntar la energía necesaria para pintar nuestros mundos de colores verdaderos.