ENTREVISTA A VERÓNICA ÁVILA, INTEGRANTE DE ASAMBLEA FEMINISTA PLURINACIONAL Y COORDINADORA FEMINISTAS EN LUCHA; Y A MARIO AGUILAR ARÉVALO, PRESIDENTE DEL COLEGIO DE PROFESORES Y PROFESORAS DE CHILE RM.
Chile reescribe su historia, su presente y su futuro. El próximo 4 de septiembre decidirá, nuevamente por plebiscito, si aprueba o no la propuesta para reemplazar la antigua constitución pinochetista.
Por Sofía Acosta
La Convención Constituyente, elegida por el pueblo chileno para transitar el camino entre la antigua y la nueva Constitución, se encuentra en la etapa final de su trabajo. Luego de diez meses de creada, el pasado 16 de mayo presentó el primer borrador de la nueva Carta Magna que “sin duda entrega respuestas en muchas materias a las demandas y anhelos de las y los chilenos”, afirmó ese día María Elisa Quinteros, presidenta de la Convención.
A pocos meses de la llegada al gobierno de Gabriel Boric, el pueblo chileno irá a las urnas el próximo 4 de septiembre para decidir entre dos modelos: la nueva constitución, que contiene en sus artículos el crisol de reivindicaciones levantadas en el proceso de 2019, o la continuidad del viejo texto, sancionado en 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet, de corte neoliberal.
Aunque el proceso de reforma constitucional se abrió formalmente en 2015 con el llamado de la ex presidenta Michel Bachelet, fueron las movilizaciones populares de los últimos años las que marcaron la dinámica de un debate en que Chile discute su historia, su presente y su futuro.
“Ese momento fue una explosión que después se fue transformando en una revuelta popular, como la prefiero llamar, porque ‘estallido’ es poco político“, señala Verónica Ávila, activista por el aborto en Chile e integrante de Asamblea Feminista Plurinacional y Coordinadora Feministas en Lucha. “No fue casual ni descontextualizado, sino producto de una acumulación de fuerzas de los sectores populares que lograron escalar en algunos espacios”.
Para la conformación de la Constituyente se incluyó, por primera vez, paridad entre hombres y mujeres y escaños reservados para los pueblos originarios. “Esta nueva Constitución está siendo gestada en un proceso participativo, con constituyentes elegidos por votación popular y representativos de la sociedad chilena en su conjunto, no solo del mundo político. Es una Constitución de génesis muy democrática”, analiza Mario Aguilar Arévalo, presidente del Colegio de Profesores y Profesoras de Chile RM.
“Poder dejar atrás la Constitución pinochetista es un gran avance para la sociedad, porque en la actual legislación el modelo neoliberal está marcado a sangre y fuego”, sigue Arévalo. El Estado tal cual está escrito hoy en la vieja constitución “es un Estado subsidiario del modelo neoliberal, prácticamente ausente, donde el mercado rige salvajemente y regula los aspectos de la vida nacional”.
DESDE LA RAÍZ
Uno de los puntos sobresalientes del nuevo proyecto constitucional es que el país se reconoce como un Estado Plurinacional, dando lugar a la diversidad de identidades de pueblos originarios históricamente relegados y negados.
“Durante la revuelta, la mayor cantidad de banderas que había en las calles eran mapuches. Se trata de un reconocimiento luego de 500 años de abuso y de usurpación de territorios, y se instala la plurinacionalidad como el elemento de comprensión de que este Estado reconoce todos estos pueblos que cohabitan”, indica Ávila.
La propuesta de nueva constitución chilena tiene una fuerte huella feminista en varios aspectos: “En el proceso constituyente los feminismos se han unido a partir del primer plebiscito. Hicimos campaña porque veíamos ahí un cambio sustantivo frente a la precarización de la vida en el más amplio de los sentidos. No somos ciudadanas del todo, no tenemos derechos sexuales, nos pagan menos, la mayor pérdida de trabajo durante la pandemia fue nuestra… No me arriesgaría a hablar en nombre de todo el movimiento feminista, pero sí puedo decir, estando mucho en la calle, que nos ha fortalecido”, resalta la activista.
De aprobarse, todos los estamentos del Estado deberán contar con al menos un 50 por ciento de sus miembros mujeres y deberán incorporar el enfoque de género en sus funciones. También comprende artículos vinculados a los derechos sexuales y reproductivos, garantizando la protección de la interrupción voluntaria del embarazo y la educación sexual integral.
A TODA ACCIÓN CORRESPONDE UNA REACCIÓN
Por supuesto que la reacción conservadora a este avance popular no espera de brazos cruzados y lleva adelante una feroz campaña de desprestigio.
Los grandes medios de comunicación, alineados con el sostenimiento del statu quo, amplifican voces que descalifican el proceso. “Los medios están en manos de dos empresas que son propiedad de dos de las familias más ricas de nuestro país. Pertenecen a sectores de derecha y a los poderes económicos que no quieren que nada cambie. Hay una campaña de rechazo vergonzosa, no porque esperemos algo distinto de la derecha más rancia, sino porque son convocadas a la televisión, por ejemplo, personas que no han ni leído el borrador. Están instalando una campaña del terror que hay que rechazar. La única atrocidad que existe es que no nos reconozcan derechos postergados durante siglos en nuestro país”, sentencia la integrante de Coordinadora Feministas en Lucha.
“Hablemos de un Chile Justo” es el nombre de las actividades que, a través de diversos encuentros a lo largo del país, informarán de las normas que son parte del borrador constitucional, e incentivarán la participación en el cierre del proceso, el próximo 4 de septiembre.
“Debemos hablar sobre las cosas que están escritas en el borrador y que nos van a cambiar la vida a las mujeres y diversidades si se aprueba. Necesitamos un sistema nacional de cuidados que la nueva constitución garantiza, el aborto como derecho, la educación, el derecho a la vivienda. Si se aprueban van a generar un cambio importante, que va a ser paulatino y eso lo tenemos que dejar en claro porque hay cierta resistencia por desconocimiento”, reafirma Ávila.