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Nota publicada el 04 / 10 / 2023

Dados vuelta

La crítica ruidosa de los libertarios pone en jaque los consensos democráticos de la argentina moderna. Mientras tanto, la política tradicional ensaya respuestas a las demandas de una sociedad hastiada. ¿Podrá el sistema recuperarse a tiempo o la crisis es terminal?

Opinan: Carlos Fara, consultor político y ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos; Andrés Gil Domínguez, abogado constitucionalista; y Natalia Aruguete, socióloga y periodista.

Por Mariana Portilla y Nicolás Poggi

Ilustración: Juan Soto

“Tiene miedo, la casta tiene miedo”, gritaban, desaforados, los fanáticos de Javier Milei en el salón de actos del Hotel Libertador, en pleno centro porteño. Era la noche del domingo 13 de agosto y en el nido libertario todo era locura y descontrol, mientras la política “tradicional” aun trataba de entender lo que había pasado, incapaz de asimilar el golpe.

No era para menos. Milei, el excéntrico personaje que irrumpió en la escena política apenas dos años antes con un raro peinado nuevo y un vehemente discurso “anticasta”, había sido el candidato más votado en las PASO. El peronismo y Juntos por el Cambio (JxC) lo seguían de atrás. 

Desde entonces, y visto lo visto, la llegada del fenómeno libertario amenaza con poner “patas para arriba” los consensos básicos alcanzados en la Argentina desde la recuperación democrática a esta parte. La organización del Estado; los derechos laborales consagrados por ley; la educación y la salud pública; las políticas de Memoria, Verdad y Justicia; la agenda de género y hasta la soberanía nacional en la cuestión Malvinas. Todo es puesto en duda, azuzado y cuestionado a los gritos por los libertarios. 

El dilema pasa ahora por comprender si Argentina va a un nuevo “estado de cosas”, uno desconocido -aunque insertado a su manera en el escenario de las nuevas derechas en el mundo-, o si, por el contrario, el resultado conmocionante de las PASO fue una pesadilla que tiene su final y la “casta” logra reponerse.

De todos modos, ¿vivimos una crisis total de la política tal como la entendimos hasta ahora? ¿Los partidos tradicionales podrán responder a las nuevas demandas de la sociedad? ¿Milei es una anomalía del sistema o su irrupción llegó para quedarse? ¿Estamos a tiempo de frenar el estallido?

Las dudas pueden terminar de aclararse con las elecciones de octubre o definirse en un balotaje el 19 de noviembre. Más allá de eso, y con el eco de los nuevos reclamos y gritos sociales, pareciera que el país ya está mutando. Ya cambió.

Una radiografía del mal

La mayoría de analistas y observadores coincidieron que el «voto bronca», una versión actualizada del «que se vayan todos» de 2001 -que también fue contra la política toda-, resultó clave para la imposición de Milei como protagonista de las PASO y para el resquebrajamiento de los partidos tradicionales como garantes de soluciones concretas. 

Así, la opción por la “no opción”, tuvo sus consecuencias: la avanzada libertaria en las urnas pone en riesgo el pacto democrático sellado en 1983 con ideas que promueven la violencia social y política, la reivindicación de la última dictadura militar y el desconocimiento de la soberanía nacional.

A nada temen los libertarios. Le conceden a los kelpers su derecho a la “autodeterminación”, aunque sea la propia ONU la que reconoce a las Islas Malvinas como una de los pocos enclaves coloniales que quedan en el mundo; niegan el cambio climático; enfrentan lo que llaman la “ideología de género”, con un rechazo abierto de la Educación Sexual Integral (ESI) y la ley del aborto, a la que Milei llama “homicidio agravado por el vínculo”; reinterpretan la dictadura militar como una “guerra”, equiparando las organizaciones armadas con el terrorismo de Estado, cuando los crímenes de Terrorismo de Estado han sido juzgados en nuestro país como delitos de Lesa Humanidad; y ni siquiera ahorran descalificaciones para asociaciones de prestigio internacional como las Abuelas de Plaza de Mayo.

Todo es parte de una agenda del “mal”, como denominan, a grandes rasgos, al sistema de organización que caracteriza al Estado. Una “amenaza” de la que los libertarios ni siquiera excluyen al papa Francisco, quien probablemente sea la figura política de mayor consenso en el mundo.

Tiemblan los grandes acuerdos

En la antesala de las elecciones presidenciales, la pregunta que nos desvela es para qué lado se resuelve la crisis total de la política tradicional.

Para Carlos Fara, consultor político y ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos, la ventaja electoral de Milei “cambia totalmente los parámetros”. “Es un personaje que, sin estructura, sin Estado ni fiscales, y con muchos menos recursos que las dos grandes coaliciones, logró resultados excepcionales en lugares impensados -analiza en diálogo con Malas Palabras -. Se metió en lugares absolutamente marginales desde el punto de vista demográfico, y es la primera vez que representa un desafío a la base electoral propia del peronismo”.

Carlos Fara.

Sin embargo, para el analista es prematuro hablar de una posible ruptura del pacto democrático. “No debemos dejar de prestar atención que, hasta acá, tiene el 30 por ciento de los votos, y aún cuando tuviera un poco más, hay determinados temas en los que difícilmente, en el corto plazo, tenga mayoría parlamentaria para quebrarlos”. 

Pero “el tamaño de la crisis económica, que termina de generar esta crisis de representatividad, pone en cuestionamiento todo, inclusive esas líneas de largo plazo y grandes acuerdos que existían, sobre todo, entre las dos principales fuerzas políticas”, acotó.

Derechizados

En los últimos meses se hizo evidente que la agenda pública iba desplazándose hacia la derecha del espectro ideológico: el Gobierno priorizaba el plan de pago al FMI al tiempo que aumentaba la inflación y la pobreza, mientras la oposición promovía una reducción de la intervención estatal y una mayor flexibilización laboral. 

La agenda política mundial se está derechizando y las sociedades están acompañando. La gente está tomando las opciones que hoy hay sobre la mesa”, interviene Natalia Aruguete, socióloga y periodista especializada en medios y redes digitales.

Natalia Aruguete.

En este escenario, no existe entre las fuerzas políticas que disputan la presidencia una agenda del campo popular. “Las propuestas reparadoras tampoco son estructuralmente inclusivas sino que a veces, incluso, a sectores excluidos se los atiende con políticas que suelen ser ‘parches’”, agrega Aruguete.

Pese a este panorama, la especialista no se anima a hablar de una crisis total del sistema político: “Me animo a pensar tímidamente que tal vez hay algunos aspectos a reconsiderar, no solamente porque la agenda se haya corrido hacia la derecha, sino porque las grandes etiquetas aglutinadoras de sentido que nos funcionaron hasta el momento no son las que principalmente interpelan. La gente está preocupada por otras cosas que son mucho más inmediatas.”

Un espejo de vergüenza

La posibilidad real y concreta de que Milei pueda alcanzar las mayorías necesarias para acceder a la Presidencia expuso la orfandad de reacción ante los constantes ataques a las bases del sistema democrático.

Para el abogado constitucionalista Andrés Gil Domínguez, la explicación radica en que a la clase política argentina, del ‘83 a la fecha, le faltó la grandeza suficiente para generar los acuerdos mínimos y necesarios que encarnen políticas públicas para hacer efectivos los derechos económicos, sociales y culturales. 

El último pacto político fue el Pacto de Olivos. A partir de ahí, y especialmente desde el 2002 en adelante, con la crisis y la salida de Fernando de la Rúa, y la destrucción del sistema de partidos, la dirigencia apostó más a la división, a ‘la grieta’, que a ponerse de acuerdo. Debería mirarse a un espejo de vergüenza. Tiene que haber hecho las cosas muy mal para que una alternativa como la de Milei tenga chances ciertas de ganar”, reflexiona ante Malas Palabras .

Andrés Gil Domínguez.

Gil Domínguez advierte que si Milei gana será el peor reconocimiento a los 40 años de democracia ininterrumpida: “La llegada al poder de alguien que tiene la capacidad de edificar un malestar para ofrecer soluciones que no encuentran ningún encuadre ni límite en el sistema democrático, ni en la Constitución, ni en la ley, es el peor homenaje que le podemos hacer a la democracia. Una democracia que incluso se sostuvo a pesar de vivir momentos muy endebles”. 

Signo o síntoma

¿Puede la “casta”, en el sentido de la política tradicional, recuperarse para estas elecciones? ¿Se transformará la embestida libertaria en una patología con la que debemos convivir de aquí en más o será tan solo una enfermedad pasajera?

Para Fara, “es muy común que en la política contemporánea existan lo que se llaman los partidos relámpago, que son muy personalistas, se constituyen alrededor de un líder particular, aprovechando una coyuntura y hacen una elección excepcional”. 

Pero esos experimentos, aclara el consultor, “no logran consolidarse a lo largo del tiempo, porque no tienen como objetivo formar parte de cierto establishment político; no son una simple renovación con una fuerza nueva, como puede haber sido el Frepaso en su momento, o el mismo PRO”.

No sabemos si llegó para quedarse -aclaró-, porque no parece haber voluntad de construcción de un proyecto político como partido institucionalizado, precisamente porque rechaza ese tipo de cuestiones”.

De manera que la política se puede recuperar, para Fara, “si hace cosas distintas”. “Uno de los principales efectos de agosto fue que dejó desorientada a la casta, por lo que es difícil identificar los patrones que se deben seguir para recuperarse electoralmente. A medida que va pasando el tiempo eso juega a favor de Milei”. 

Para Gil Domínguez, en tanto, la respuesta no es otra que trabajar en un gran acuerdo político de las fuerzas de representación popular. “No podés combatir la inflación o arreglar la macroeconomía en una situación de guerra de facciones. Yo no creo que las sociedades se suiciden, pero muchas veces cargan el revólver que puede disparar las balas de la intolerancia. Ojalá que el hartazgo que adhiere a la solución rupturista no engendre algo mucho peor”, finalizó.

Bullrich, por su parte, tendrá el delicado desafío de sumar los votos de su ex adversario interno sin perder los propios ante una oleada emocional que pareciera favorable a Milei. El devenir natural de la toma de posiciones podría correrla al centro.

Aunque el escenario de tercios mantiene a los tres candidatos con chances de llegar al balotaje de noviembre, hay una nueva realidad en Argentina: gane o pierda Milei, el cambio de época ya se consagró, y lo que viene es desconocido y amenazante en partes iguales .

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