Por Sofía Acosta
Una de las batallas más difíciles de dar contra los grupos de derecha es la cultural. Horas de contenido que refuerzan estereotipos de toda índole, sumado al blindaje mediático, forman parte del entramado de las élites de poder: todxs vemos lo mismo, a la vez, bajo una falsa libertad de elección.
Joaquín Polo, realizador audiovisual egresado Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y especializado en la UNAM (México) viene a realizar un aporte para el lado de los progresismos con el reciente estreno de “Que tiemble el universo”, un documental acerca de la resistencia de los movimientos populares en América Latina frente a la embestida neoliberal.
El corto, que lleva por título una frase del trapero Trueno, reúne material de archivo – y propio- sobre discursos de odio, medios de comunicación, fake news y revueltas populares en Argentina, Chile, Brasil y Colombia.
Malas Palabras dialogó con el cineasta sobre este estreno y de cómo entiende a la herramienta audiovisual para la transformación de la realidad.
–¿Cómo pensás la herramienta documental audiovisual en el momento que estás trabajando en un proyecto como este?
Siempre uno piensa que las imágenes que estás filmando hoy o los materiales que estás haciendo van a ser la memoria dentro de algunos años. Eso siempre es algo que me oxigena porque el cine, el documental, siempre es el presente contínuo. La concepción que yo tengo de lo audiovisual es que es como un arma que no dispara balas sino ideas capaces de transformar la mente, de generar una reflexión y llamar a la acción, al debate y despertar conciencia. Lo concibo como una herramienta y un medio para algo. El momento más importante es cuando la pantalla se pone negra, la reflexión de lxs espectadores, las preguntas, las emociones. Y estamos trabajando con un momento vivo que es la realidad.
–¿Cuál es la reflexión que atravesó “Que tiemble el universo“?
Hubo una reflexión primera de mostrar cómo operan los grupos concentrados de poder en Latinoamérica con la pata mediática, judicial y económica. Un conglomerado de poderes actuando en conjunto. Y cómo a ese poder se le puede hacer frente con mucho trabajo, organización, unidad, desde el campo de la política. Es una pelea completamente desigual pero hay una idea reflexiva de que a esas batallas hay que darlas, y que son necesarias para avanzar. Hay una necesidad de construir más espacios para mostrar esta otra verdad, esta otra cara que no está contada por esos medios concentrados que están en manos de la derecha, que son los que fijan agendas, forman opinión. Y tenemos que entrar en ese territorio para ir ganando pequeños escalones en esa lucha.
–En el documental aparece la imagen de intento de magnicidio a la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández ¿cómo hicieron para incluirla siendo un acontecimiento tan reciente?
El documental ya estaba cerrado hacía pocos meses. Lo único que se agregó fue el disparo y el intento del magnicidio pero quedó sumamente atado e imbricado a todo lo anterior, el lawfare, las fake news, y un montón de cuestiones que hicieron que ese suceso sea casi una reacción lógica, buscada por esos medios concentrados, directa e indirectamente. Fue muy simple. De hecho ya tenía a las mujeres y los hombres gritando “¡muerte a Cristina!“. No es que lo agregué después. Fue simplemente meter el disparo. Y la verdad es que ese momento fue un aprendizaje para uno que trabaja con la realidad, de ver lo viva que es la materia y cuan clarificante puede ser ponerla disponible y junta y darle una forma nueva para exponerla.
El intento de magnicidio a Cristina fue el 1 y yo el 5 tenía que presentarlo. Les dije a quienes estaban en la parte de edición, “este fin de semana no se duerme“. No podía ir al Parlamento Europeo a mostrar la realidad latinoamericana sin llevar esto. Valió la pena el último esfuerzo.
–Hablando del primer estreno del documental en el Parlamento Europeo, invitado por el partido Podemos ¿Cómo nació tu relación con este espacio político?
Desde los inicios de Podemos, seguí todo muy de cerca y me formé con Antoni Gutierrez Rubí, que fue asesor comunicacional del partido. Ahí comencé a entender la cuestión transversal y el nacimiento de un partido político novedoso al calor de Los Indignados. En 2018, fue la primera vez que me invitaron al Parlamento Europeo. Hice el Primer Foro de comunicación entre Europa y América Latina y me ayudaron a que vaya gente de Argentina para que contaran lo que estaba ocurriendo durante el macrismo, en momentos que llegaba poca información y se sabía poco por el blindaje mediático de la derecha. Después, a través de Podemos Exterior surgió la invitación de crear el documental para presentar en el Parlamento Europeo.
–Lo que impacta al ver el documental es como se repiten los mismos procesos, los discursos de odio y la reacción de los movimientos populares en América Latina…
Si. Los elementos en común, lo fuerte, lo claro de esas relaciones, pero no por una cuestión mía de realizador. Hay un recorte por supuesto, pero hay una claridad de respuesta y de acción concreta que tienen los progresismos latinoamericanos. Después, tal vez los que no conocen tanto, hay como una especie de cuestión que contagia.
–¿Considerás que existe una separación entre quienes ejercen lo político y los sectores populares?
Creo que hay una separación en ciertos dirigentes pero en algunos, en otros no. Lo político lo ejercemos todxs de distintas maneras. Asumir ese rol desde nuestros lugares, nuestras profesiones, es muy importante. Y también, entender que todxs somos agentes de transformación. Desde mi trabajo audiovisual, me siento un agente de transformación. Si hablamos de la separación entre la dirigencia y los sectores populares, creo que cuando eso se da, es que hay un quiebre y no es bueno que suceda porque se manifiesta en la calle, en los votos. Por eso es importante que la dirigencia política cuide el vínculo, porque son los movimientos populares los guardianes de los proyectos progresistas, y el motivo por el que a la derecha le cuesta más avanzar.