Por Florencia Mártire
Del Delta del Paraná se pueden decir muchas cosas: que está localizado en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos; que abarca 243.126 hectáreas, o sea, doce veces la Ciudad de Buenos Aires; que forma parte del Parque Nacional Islas de Santa Fe y del Parque Nacional Pre-Delta, y que es un humedal considerado de importancia internacional. Se pueden seguir enumerando cuestiones que quizás suenen un poco técnicas, para poner en dimensión, pero también se puede reducir a algo más elemental: “Esta es nuestra casa, es nuestro Paraná”, como canta Lauphan, un músico rosarino que es también integrante de la multisectorial Humedales.
Y ese Delta del Paraná se está prendiendo fuego. Como tantos otros ecosistemas del país. Y estos incendios reavivan el grito por lograr la sanción de una Ley de Humedales, que es en definitiva una herramienta para asegurar la conservación y el uso respetuoso de este recurso natural.
Reavivan es una manera de decir, porque para las organizaciones con compromiso ambiental, una Ley de Humedales es una utopía latente por la que trabajan todos los días, desde hace años. Reavivan se adapta mejor a lo que pasa a nivel político: el ministro de Ambiente, Juan Cabandié, hizo público el pasado 11 de julio el anuncio de un nuevo proyecto con “mirada federal” que llega para disputarle el lugar al “texto consensuado” de las organizaciones ambientales.
La historia de los proyectos de la Ley de Humedales es extensa. Al proyecto oficial, actualmente a la espera de ser tratado en el Congreso de la Nación, lo preceden otras carpetas con el mismo título que perdieron estado parlamentario en tres oportunidades distintas. Una a la vez.
Respirar el humedal
“Los mismos focos de incendio que aparecieron en 2020, cuando hice la canción Humedales, volvieron a aparecer ahora, dos años después, exactamente en los mismos lugares”, dice a Malas Palabras el cantante y productor musical, Alejandro Lauphan.
“Solo en el Delta del Paraná, y en menos de dos años, el fuego consumió cerca de un millón de hectáreas”, informaban a principios de este año desde la Multisectorial Humedales. “Casi la mitad del humedal hecho cenizas”, remataban.
Lauphan explica que la conciencia ambiental de la comunidad de Rosario, ciudad en la que vive, es algo concreto, tangible. No es algo teórico con lo que se pueda o no estar de acuerdo. “Quizás desde allá se ve por imágenes”, dice, y con ese allá se refiere, tal vez, a los monitores de los despachos del Congreso de la Nación, a los que se accede por Avenida Rivadavia. “Pero acá lo tenemos enfrente, vemos el horizonte prendido fuego. Todos los días nos despertamos con una mañana llena de humo y nos vamos a dormir con humo”.
Explica, también, que así como peligra la biodiversidad del ecosistema, lo que tiene un valor ambiental per se, es la propia calidad de vida de la ciudadanía está en juego. “No entiendo por qué no se han tomado medidas serias aún, o lo entiendo pero me parece atroz: creo que hay una impunidad desde la política, que está mirando para otro lado para beneficiar a los poderes económicos e inmobiliarios”.
¿Qué pasa en el Congreso?
Esa conciencia de la que habla Alejandro se hizo ver estos últimos años en las calles: hubo una movilización histórica en el puente Rosario-Victoria, hubo una travesía por el río en kayak que duró días, hubo un trabajo incansable de organizaciones que participaron de debates parlamentarios y lograron sumar sus voces a un proyecto que se ganó el título de “ley de humedales con consenso social”.
Este proyecto perdió estado parlamentario en 2020, ya que no fue debatido en comisiones y, estancado, no pudo pasar al recinto. El mismo proyecto se volvió a presentar en el último inicio de Sesiones, con la intención de tener antes de fin de año la ley aprobada. No obstante, el Ejecutivo anunció un nuevo proyecto aprobado en el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA), donde están representados los ministerios de Ambiente de todas las provincias del país. Otra vez, el texto consensuado, era postergado.
Al conocerse la noticia, Patricia Pintos, doctoranda en Geografía por la Universidad Nacional de La Plata e integrante de la Red Nacional de Humedales, publicó en Agencia Tierra Viva que el proyecto anunciado por el ministro Juan Cabandié produjo “un empobrecimiento general” del texto base y “la desnaturalización” de sus aspectos fundamentales que habían sido largamente debatidos.
Entre sus argumentos, detalló que el nuevo proyecto de ley modifica la definición de humedal; excluye la posibilidad de restauración de humedales; no presenta plazos para la elaboración de los inventarios y del ordenamiento ambiental del territorio; elimina la moratoria que debería poner freno a nuevas actividades o ampliación de actividades existentes hasta tanto los humedales sean incorporados en el nuevo ordenamiento; minimiza las instancias de libre acceso a la información pública ambiental; y elimina las prohibiciones a las conductas que afectan, alteran, disminuyen o degradan los humedales. Entre otras omisiones.
La cuarta, ¿la vencida?
“He decidido no opinar del proyecto hasta que no ingrese al Congreso”, le dijo a Malas Palabras el diputado nacional Leonardo Grosso, quien preside la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados de la Nación.
“Hay que seguir saliendo a la calle a demostrarles que ellos están en sus lugares para representar los intereses del pueblo”, considera Lauphan. No se arriesga a afirmar si se terminará el año con ley de humedales, ni en todo caso con cuál. Pero dice: “Esperar, siempre espero lo mejor”. También confiesa que los incendios del Delta del Paraná le quitan un poco el sueño, que lo hacen tener que activar, tener que militar, tener que cantar: “Si tocan al río, te tocan a vos, somos el latido de nuestros humedales”.