Por Elisa Corzo (prensa de ATE).-
Daniel Godoy es médico sanitarista, titular del Área Salud del Instituto de Estudios de ATE (IDEP), también del IPID e integrante del equipo de seguimiento de la emergencia socio-sanitaria por la pandemia del COVID-19 junto al Instituto de Salud y Seguridad (ISSTATE), la Mesa Nacional de ATE Salud y el grupo de paritarixs nacionales. Con él hacemos un balance de la situación que vivimos en medio de la pandemia, y en particular de la que viven los trabajadores de la Salud.
Diariamente desde la sala de situación del IDEP Salud se dan a conocer –en tiempo real- medidas de prevención e información imprescindibles para entender qué pasa y poder intervenir no solo con el Coronavirus sino también en lo que concierne al desarrollo del sarampión y el dengue.
A través de la charla, Godoy brinda un análisis de la situación que, según resume, “está controlada, más allá de algunos puntos críticos”. Aclara que estamos en un momento de mucha “vertiginosidad y volatilidad de los datos”, por lo que señala que lo importante es “formular tendencias cualitativas y siempre desde lo que pasa hoy”.
“Si, por ejemplo, mañana hay contagios masivos en un territorio determinado, todos los indicadores pueden variar rápidamente y mostrarnos un escenario distinto al que estamos formulando hoy”, afirma.
¿Cómo está Argentina a casi dos meses del primer caso de COVID-19?
En nuestro país nunca tuvimos una tendencia desventajosa respecto de otros países. Esto no quiere decir que en sí mismos los datos sean buenos: los fallecimientos aunque sean menos que en otros países igual son una tragedia. Pero frente a una situación que es de catástrofe, podemos decir que tenemos indicadores comparativamente mejores que otros países.
En epidemiología para ver las tendencias se usan mucho las comparaciones y eso es lo que hacemos en la sala de situación del IDEP Salud. Estamos monitoreando permanentemente comparaciones entre provincia y provincia, o mirando la tendencia en América Latina y el Caribe, o lo que pasa a nivel mundial.
En ese análisis uno se encuentra con distintas variables que son buenas para Argentina: el número de casos por millón de habitantes, la tasa de letalidad, la curva de expansión (que está muy por debajo de la mayoría de los países), la ocupación de camas de Terapia Intensiva (que es muy baja), la curva de curados respecto de infectados.
También hay similitudes en los patrones de la enfermedad a nivel mundial como que la mortalidad por encima de los 65 años sigue aumentando exponencialmente, los varones son un poco más afectados que las mujeres o las co-morbilidades previas aparecen como un factor agravante.
Estas son tendencias que nos permiten pensar que la situación no es buena pero que está controlada. Vemos que comparativamente, y dependiendo del indicador que se mire, estamos hasta dos, tres o cuatro veces, mejor que otros países.
¿Cuáles son los aspectos a resolver?
El sistema de Salud en Argentina no funciona como tal, es una conjunción de muchos sistemas con autonomía jurídica, financiera y operacional propias. Por ejemplo, cada municipio, cada provincia, es un sistema de Salud en sí mismo. Y se añaden los subsistemas de la seguridad social y del sector privado. Entonces, cuando el Gobierno quiere asumir el rol de rectoría se encuentra con muchas dificultades en función de estas características.
En principio vemos cómo los famosos protocolos o una norma que emite el ministerio de Salud, luego de pasar por distintas interpretaciones e interlocuciones, cuando llegan al último rincón del país lo hacen tarde, mal o no llegan. Ese es un defecto estructural previo a la pandemia, pero que ahora se ve claramente.
Por ejemplo, cuando uno compara los dispositivos de bioseguridad en el sistema público y en el privado ve diferencias muy severas respecto de la provisión y la calidad de los equipos. Un mismo trabajador o trabajadora de Salud habita al mismo tiempo todos esos sectores, que es lo que se conoce como pluriempleo, y ese movimiento entre distintas condiciones de bioseguridad hace que pueda convertirse en un vector de la enfermedad.
¿Qué propuestas le han hecho al gobierno?
ATE Nacional ha tenido una visión integral de la situación. En ese sentido, se ha trabajado atendiendo una multiplicidad de aspectos: desde la inserción del país en una economía globalizada desde el Sur y el freno de la actividad productiva nacional, hasta la urgencia de las familias que están en una situación de supervivencia, la situación de cuentapropistas, de las trabajadoras y trabajadores de la economía informal, la de las mujeres y disidencias, de los adultos mayores, las nuevas dinámicas con el teletrabajo, la problemática de la salud mental y, por supuesto, el tema del hambre. También se actuó desde la problematización, armando conferencias, diálogos, intercambiando con compañeros y compañeras de América latina y el Caribe.
¿Han tenido respuestas?
Desde un primer momento planteamos que la situación de lxs trabajadores era algo a atender de forma urgente, integral y agresiva. Incluso presentamos el documento Bases para un Programa de Preservación de la Salud de lxs Trabajadores de la Salud, que entregamos al ministro de Salud Ginés González García y al Presidente.
Vemos que los actos de Gobierno están priorizando la vida y preservando el instrumento principal para enfrentar a la epidemia que son lxs trabajadores, tanto lxs de los establecimientos de salud como aquellxs que realizan actividades esenciales, que llevan la comida a los barrios, las cuidadoras y cuidadores de adultos mayores, de los dispositivos de infancia, entre otros. La rectoría del Estado y las decisiones tempranas que se han tomado nos dan relativa tranquilidad.
Pero desde un principio planteamos la necesidad de democratizar la gestión de la pandemia, para que no todo se decida en el ámbito de consulta de la infectología; sino que haya espacios que den cuenta de la complejidad de la situación, de la economía, de la situación social, de las actividades productivas, de los grupos de riesgo y, por supuesto, de los sectores del trabajo. La democratización e integralidad de esos ámbitos es algo que hoy todavía no está dado en la dimensión que pretendemos.
Es importante destacar que estas evaluaciones y proposiciones no las hacemos desde una actitud pasiva o de queja, sino que nos hemos involucrado fuertemente en estos procesos, y vamos a seguir involucrados. Hay cientos y cientos de compañerxs de ATE que, a lo largo y ancho del país, están pensando cosas, haciendo cosas, involucrándose. Hemos puesto a la organización al servicio de una causa nacional.
¿Se puede hacer un análisis de cómo puede evolucionar a futuro el aislamiento social?
La cuarentena o aislamiento social va a tener una evolución según cómo evolucionen los datos epidemiológicos, por ejemplo, en base a esquemas de criterio geográficos, de grupos de riesgo, actividades críticas para reactivar de economía, entre otros. Es decir, si determinado municipio no tiene casos, puede abrirse, pero eso es absolutamente reversible en tanto esa situación cambie. Es una locura pensar que porque la economía está en riesgo, hay que poner las vidas en riesgo.
Otro gran problema es el incierto comportamiento del virus
Exactamente, por dar un ejemplo, se creía que quien se enfermaba quedaba inmunizadx, y luego el presidente de OMS salió a decir que eso no es seguro, que hay casos de reinfección. Por esa razón y por todos los aspectos sobre los que venimos hablando, todxs estamos cruzados por una incertidumbre brutal y esto va a dejar huellas que se van a empezar a ver en el agotamiento anímico, en distintas formas de violencia, en distintos fenómenos vinculados al uso indebido de los instrumentos tecnológicos, en la salud física de las mujeres y diversidades en contextos de encierro forzoso.
Ante este panorama tan complejo, ¿qué sistema de salud necesitamos?
Nosotrxs venimos planteando desde hace mucho tiempo la necesidad de volver a un sistema único de Salud y, justamente, nos referíamos a un sistema que sea capaz de abordar estas cuestiones, y no solo para la emergencia.
¿Cuál es el prototipo de sistema para Argentina? El ideal es que haya un solo dispositivo de prevención, atención y promoción de la salud; un sistema más federal donde no haya provincias pobres y ricas en lo que refiere a la atención y preservación de la salud; un sistema más democratizado con participación de las organizaciones sociales y sindicales en las toma de decisiones; un sistema que sea más eficiente en la asignación de recursos y en los sistemas de prevención y promoción de salud; un sistema de salud con perspectiva de género y de diversidades.
La idea del Estado como el gran enhebrador de toda esta situación es el paradigma que debemos construir con todos los actores del sanitarismo popular en Argentina. El redescubrimiento de la importancia del Estado ha penetrado en todos los niveles de la sociedad y es la hora de debatir una refundación del sistema sanitario argentino.
Esto está vinculado a la idea de soberanía nacional, que es otro concepto que la organización lleva como bandera…
La soberanía es un tema que se ha puesto sobre la mesa, no sólo como una narrativa revolucionaria sino que se ha corporizado en la vida cotidiana de las personas. Cuando decimos que es un problema que los países centrales hayan adquirido casi todo el stock mundial de reactivos, respiradores, entre otros elementos, restando esta misma posibilidad a los países del Sur, estamos hablando de soberanía. Es un tema que aparece muy fuerte cuando tu propia capacidad productiva tiene que poder afrontar una situación. Tenemos una debilidad crónica en la producción pública de medicamentos, de insumos y tecnología médica, más aún en el nivel de sofisticación que se necesita.
Lo que pasa hoy es una bajada a tierra muy fuerte que nos hace entender el concepto de soberanía, o su contrario, el de dependencia. Es un momento muy oportuno para poner en juego esta discusión.