Datos curiosos e históricos de la doctrina económica que inspira al presidente Javier Milei.
Opinan: Bruno Susani, Doctor en Ciencias Económicas de l’ Université de París; y Antonella Gozza, economista de la Universidad de San Martín.
Por Mariana Portilla
Desde sus primeras apariciones en los medios, Javier Milei cautivó la atención de una parte significativa del electorado al presentarse como un profeta del anarcocapitalismo, una filosofía política que propone la abolición del Estado en favor de la soberanía individual a través de la exaltación de la propiedad privada y el libre mercado. Pero, ¿cuál es el origen de las ideas que el Presidente defiende y quiénes son los economistas que lo marcaron? ¿Es una doctrina económica agotada o sus presupuestos pueden adaptarse a la realidad actual del país?
El anarcocapitalismo nace del seno de la Escuela Austriaca de Economía, creada en 1871 por el teórico Carl Menger. Su libro “Teoría subjetiva del valor”, valga la redundancia, sienta las bases del valor subjetivo; es decir, el precio es determinado por la percepción que tiene el individuo de la utilidad o beneficio, del bien o del servicio. Según dicha concepción, no se pueden sumar, restar, ni comparar porque las “satisfacciones” son personales.
Malas Palabras se comunicó con el doctor en Ciencias Económicas de l’ Université de París, Bruno Susani, quien desde Francia desmenuzó los preceptos básicos de la Escuela de Austria.
“El consumidor tiene un presupuesto que va a dividir en dos bienes, por ejemplo, pan y manteca, y va a comprar mucho pan y poca manteca, o mucha manteca y poco pan, con tal suerte de establecer un punto donde maximice su satisfacción individual. En la década del 50 se utilizaron las matemáticas para describir este fenómeno y allí se termina. Es una teoría agotada”, explicó.
Para esta escuela, la economía de mercado es un sistema social de división del trabajo basado en la propiedad privada de los medios de producción, donde los sujetos son fines y medios al mismo tiempo. En paralelo, según está visión, los empresarios identifican oportunidades de ganancia al detectar desequilibrios en el mercado y actuar para corregirlos.
Para Susani es fundamental analizar el contexto histórico en que estas ideas tuvieron asidero. Menger creció en el Imperio austrohungaro formado en 1867 y que, en su momento de máxima extensión, abarcaba unos 675 mil kilómetros cuadrados y cubría la totalidad de Austria, Hungría, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia y Bosnia y Herzegovina, además de buena parte de Rumanía, Serbia, Polonia, Ucrania, Italia y la costa de Montenegro.
Cuando cayó el Imperio, tras la Primera Guerra Mundial, la Escuela Austríaca también llegó a su fin. Menger y Eugen Böhm-Bawerk -uno de sus discípulos- murieron, y Friedrich Hayek y Ludwig Von Mises -los más jóvenes de la camada- al no soportar la segregación territorial de su país emigraron a Estados Unidos creando, años más tarde, la “neo escuela austríaca” desde la que abordaron temas como la teoría del capital, el ciclo económico y la crítica al socialismo.
Sin embargo, para Susani estos autores no son economistas sino “polemistas” porque condenan la acción económica y social del Estado: “Es un invento de dos inmigrantes a quienes la extrema derecha norteamericana en su cruzada contra Roosevelt dio cobijo y comida a cambio de ideología”.
Una rama muerta
A mediados del siglo XX, la Escuela Austriaca experimentó un declive en términos de influencia académica debido, en parte, al auge del keynesianismo. Sin embargo, cuando en 1974 Hayek ganó el premio Nobel de Economía, la doctrina volvió a tomar fuerza y marcó la referencia ideológica de los defensores del «libre mercado» y de la «propiedad privada». Incluso, Hayek fue asesor del dictador chileno Augusto Pinochet.
“Un dictador puede gobernar de manera liberal, así como una democracia gobierne sin el menor liberalismo. Mi preferencia personal es una dictadura liberal y no un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente”, dijo sin vueltas en una de sus visitas al país andino.
La economista de la Universidad Nacional de San Martín Antonella Gozza explicó a Malas Palabras que los fundadores de la corriente marginalista no condenaban el rol del Estado, por eso Milei -aseguró- está más cerca de las ideas de Hayek que de Menger.
“El Presidente propone la abolición del Estado en favor de la soberanía individual, pero la Argentina no es un país cualquiera, el Estado siempre cumplió un rol fundamental. Por eso reivindica una teoría económica agotada que está basada en que los objetos no valen por el trabajo que contienen o por su escasez, sino por su utilidad psicológica. Su programa económico, con eje en esta idea, está llevando a una estanflación y, por consiguiente, a la caída de la actividad económica. Es un modelo que no tiene antecedentes en nuestro país”, sostuvo.
Si bien cada vez que puede Milei destaca “la claridad conceptual y superlativa de los austríacos”, como un fiel devoto de Hayek y von Mises, el analista Pablo Stefanoni recordó en un perfil publicado en Revista Anfibia que durante los ‘90s, cuando daba clases de Microeconomía en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el ahora presidente se identificaba como un “neoclásico enamorado de la competencia perfecta”. Recién en 2010, cuando conoció al intelectual Murray Rothbard -fundador del Partido Libertario de Estados Unidos-, se transformó en un ferviente anarcocapitalista.
Rothbard radicalizó las ideas de un liberalismo sin Estado. Yendo más a fondo, proponía que las calles fueran privadas para que los conflictos se resolvieran sin violación alguna de los derechos de propiedad de nadie. De él, Milei tomó la idea de “dinamitar” el Banco Central para frenar el déficit y la inflación. Otra de sus promesas de campaña caídas en desgracia, por el momento.
Hoy en día los austríacos son una corriente minoritaria, pero siguen teniendo adeptos en el mundo académico y político. Uno de los referentes actuales es el alemán Philipp Bagus, profesor del Máster de Economía de la Escuela Austriaca en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, quien felicitó a Milei “por lograr superávit financiero” en los primeros seis meses de su gobierno.
Otro de los gurúes que idolatra el Presidente es Jesús Huerta de Soto, creador del Máster de Economía de la universidad madrileña, quien argumenta que el Estado “es la encarnación del Maligno, del Demonio, la correa de transmisión del Mal», y que “la democracia se ha convertido en un sistema perverso que se basa en la mentira y en la compra de votos con dinero robado mediante impuestos”.
“La injusticia social que reclaman lleva a una importante crisis económica: el Estado invierte menos, genera menos puestos de trabajo, caen los ingresos y el consumo, y hay mayores despidos”, concluye la economista consultada. A simple vista, el Presidente gobierna blandiendo una doctrina muerta que perjudica a muchos y beneficia a unos pocos y que, por ahora, se empeña en desestimar.