El ministro bonaerense, aquel que se animó a bajar a la calle y a torear al principal portavoz mediático de Milei en la última campaña electoral, analiza el escenario a nueve meses de iniciado el experimento libertario, rechaza el juicio político presidencial, y se anima a tomar posiciones nítidas sobre la reconstrucción del peronismo.
Por José Maldonado
En medio de la campaña electoral del año pasado, con Javier Milei creciendo en las encuestas, Gabriel Katopodis decidió alternar su agenda de ministro de Obras Públicas con una bajada al territorio en rol casi de militante de base. Volantes en mano, varias veces por semana se subía a los colectivos, visitaba obradores o se detenía en alguna peatonal del conurbano bonaerense para advertir sobre lo que podía venir si triunfaba el experimento libertario.
Hoy, a nueve meses del desembarco de Javier Milei en la Casa Rosada y de un plan de ajuste inédito en la historia argentina, Katopodis persiste en una dinámica política similar. Hoy, como ministro de Infraestructura del gobierno de Axel Kicillof, organiza reuniones políticas en el conurbano y el interior bonaerense para escuchar a militantes y dirigentes territoriales, y de esa manera encauzar la oposición.
En una de sus intervenciones mediáticas más recordadas, se cruzó en vivo por TV con Alejandro Fantino cuando le advirtió en una entrevista que Milei paralizaría toda la obra pública en el país, tal como después terminó sucediendo. «Si se para toda la obra pública, venite acá y lo rompemos juntos a Javier Milei, vamos con todo», le dijo entonces Fantino, hoy convertido en militante libertario.
Surgido primero como intendente de San Martín, y después como ministro en el gobierno del Frente de Todos, Katopodis es una figura con puentes hacia distintos sectores del peronismo bonaerense y del kirchnerismo. Hoy cerca del gobernador Kicillof, cree que hay que ir construyendo formas más creativas de expresar el rechazo y la oposición al gobierno de Milei, lejos de consignas “poco operativas”, como las que proponen, por ejemplo, un juicio político que haga caer al gobierno.
Hoy cerca del gobernador Kicillof, cree que hay que ir construyendo formas más creativas de expresar el rechazo y la oposición al gobierno de Milei, lejos de consignas “poco operativas”, como las que proponen, por ejemplo, un juicio político que haga caer al gobierno.
En una charla con Malas Palabras en su despacho del ministerio de Infraestructura bonaerense, Katopodis analiza el presente del gobierno de Milei, el rol de Kicillof como contrapeso político, y la tarea de reconstrucción del peronismo tras la derrota electoral de 2023.
-A nueve meses del inicio de la administración libertaria, ¿qué elementos definen hasta ahora al gobierno de Milei?
-Es más de lo mismo. Es un gobierno que, desde el día uno, decidió construir ganadores y perdedores, y que ha sido muy consecuente en ese sentido, profundizando la desigualdad. Ahora empiezan a verse cuestiones estructurales de parate de la economía, de pérdida de ingreso, de caída de la actividad. Y no hay ningún indicador que haga pensar que en los próximos 12 meses la cosa se pueda recuperar por algún lado.
-¿Cómo se compatibiliza eso con el dato de que no parece haber una reacción de protesta en la calle?
-Hay una dinámica social que va por otro carril, más allá del estado de ánimo. La gente elige cada cuatro años y después vive, después la va a peleando. Habrá cosas que le gustan más, o que le gustan menos de este gobierno, pero lo cierto es que ningún argentino puede decir que le está yendo mejor. Igual, una cosa es el tiempo de la política, los tiempos electorales, y otra los tiempos de una sociedad. Creo que, a partir del 10 de diciembre, cuando se cumpla un año de gobierno, se va a producir un balance en la gente y se va a ver con más claridad que hay un gobierno indiferente ante los jubilados que deja sin medicamentos, indiferente a los laburantes que pierden ingresos.
A partir del 10 de diciembre, cuando se cumpla un año de gobierno, se va a producir un balance en la gente y se va a ver con más claridad que hay un gobierno indiferente ante los jubilados que deja sin medicamentos, indiferente a los laburantes que pierden ingresos.
-¿Coincidís con que hay menos protesta social o reacción en las calles de la que debería haber habido?
-Yo creo que todos los días hay una expresión de rechazo al gobierno de Milei, vinculada a las universidades, a los docentes, a los gremios. Todos los días va pasando algo. Pero la oposición está un poco desarticulada y tiene que ir encontrando cómo enfrentar a un gobierno como este. Cómo canalizar y darle mejor expresión al desánimo y la angustia de la gente. Formas novedosas de articular esa dinámica. Se hicieron algunos paros. Y está muy bien, pero hay que ir pensando con creatividad cómo expresar mejor esa bronca, ese enojo, esa angustia.
-Las encuestas marcan que Milei todavía conserva mucho apoyo en su electorado. ¿Cómo crees que se explica?
-Hay una sociedad que lo votó por una adhesión en lo ideológico, por una posición muy fuerte de antiperonismo. Más allá de eso, no veo objetivamente que haya ningún elemento de este gobierno en estos meses que pueda generar algún tipo de entusiasmo en algún sector de la sociedad.
-¿Cuál es tu postura en la discusión que surgió en el peronismo sobre si se puede avanzar o no en una estrategia de juicio político a Milei?
-El peronismo tiene que tener una agenda de oposición, confrontar, ponerle límite. Eso lo obliga a articular y dialogar con todos los sectores que no comparten la idea de país de Milei. Nuestra energía no tiene que estar puesta en consignas poco operativas, poco prácticas, poco razonables.
Tenemos que concentrarnos en acuerdos como los que se llegaron en el Congreso para sancionar una nueva fórmula de actualización jubilatoria o para rechazar los fondos reservados de la SIDE. Y mañana nos tendrá que servir para generar acuerdos democráticos más amplios.
Tenemos que concentrarnos en acuerdos como los que se llegaron en el Congreso para sancionar una nueva fórmula de actualización jubilatoria o para rechazar los fondos reservados de la SIDE
-¿Cómo analizas estos meses de gobierno en la provincia de Buenos Aires? ¿Cómo se evita el riesgo de quedar encerrados en una agenda reactiva a la agenda de Milei?
-Hay una una tarea en dos planos que Axel va expresando. Una es la de un escudo, de protección, de cuidado, de aliviar un poco la vida a los bonaerenses frente a tanto atropello. Y por otro lado, construir un horizonte de esperanza. Creo que son las claves por donde se va a trazar la gestión en estos años, poniendo al estado provincial en función de protección, y marcando que hay otra manera de resolver las cosas, recordando do que este modelo ya se probó y salió mal.
Tenemos la necesidad de construir una alternativa. Que Axel, y otro conjunto de compañeros, puedan ser una expresión de esa alternativa de Argentina.
Hay que encarnar una esperanza de cara a 2025 y 2027. El año que viene puede ser un punto de partida muy importante para ponerle un límite a Milei y que la provincia de Buenos Aires se ponga al frente.
-Muchos gobernadores de la oposición parecen estar jugando su propio juego de cara a las elecciones que vienen. ¿Cómo se construye una agenda nacional en ese contexto?
-Hay que transmitir que la agenda tiene que ser parte de de un proyecto de país más allá de la suerte de cada provincia. Estar o no a favor de una política extractivista según beneficie, o no, a mi provincia, o estar o no a favor del desmantelamiento del Estado según si las empresas públicas tienen sede en mi provincia es una mirada muy cortita. Estamos hablando de gobernadores de un país federal.
Esa dinámica, donde cada uno defiende lo propio sin contemplar lo que está pasando en la economía del país, tiene un límite. De los gobernadores que firmaron el Pacto de Mayo hoy no hay uno que esté puteando porque no llegan fondos para las obras públicas, por ejemplo. Fue un pacto de cartón pintado. ¿En qué le mejoró la vida a los tucumanos, a los salteños?
Tenemos que entender que estamos en un mundo complejo y que tenemos oportunidades enormes como país. Necesitamos que la estrategia de desarrollo la conduzca el Estado, no el mercado. Esa es la verdadera discusión.