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Nota publicada el 16 / 08 / 2020

“Hay que terminar con el hambre, que es una inmoralidad”

Por Rubén Fernández, IDEPSALUD ATE Argentina

No habría mas pobres en el país si se le diera un salario de 17 mil pesos a cada persona que no tiene un trabajo permanente o reconocido legalmente, y 4 mil pesos de salario universal por hijo. Todo eso costaría el 5% de todo lo que producimos. Charlamos sobre eso con Víctor De Gennaro

-¿Cómo considera que esta pandemia va a afectar a los sectores más vulnerables?

-La actitud que tuvo el Presidente (Alberto Fernández) de privilegiar la vida al negocio ha permitido estar mejor que en otros pueblos donde privilegiaron el negocio y no la vida y eso ha traído desgracias calamitosas. Acá se ha tratado de organizar lo mejor posible ganando tiempo al tiempo para evitar ese colapso del sistema de salud, que está siempre en riesgo. Me parece que esa actitud habilitó a que tengamos, con todas las dificultades del caso, que asumir esto como una necesidad. Ahora claro, la calidad de vida de ese aislamiento es lo que está en juego: no es lo mismo vivir en los barrios hacinados del Gran Buenos Aires, en los barrios vulnerables de las grandes ciudades del país, que tener otra disponibilidad de vivienda, de acceso al agua potable, de acceso a la electricidad o hasta la conectividad, con todas las dificultades que se están demostrando en la crisis educativa que tenemos. Me parece que este grado de desigualdad exige que se atienda lo prioritario que es la vida. Y al mismo tiempo evitar que se cumpla este designio, que no es divino sino que es planificado, que comentan y fomentan los periodistas de las empresas hegemónicas de la comunicación que nos quieren convencer de que vamos a tener que estar más pobres, más desocupados, en peor circunstancia cuando salgamos de la pandemia. Y eso se juega hoy, no se juega al final. Yo voy a poner un ejemplo: el Movimiento Lanús Libre de Hambre se funda el 15 de febrero de este año, como resultado de las reuniones que veníamos realizando hace tiempo y ya habíamos hecho un mapa del. En Lanús había más de 3.500 compañeras y compañeros que todos los días daban de comer antes de ese día. Y teníamos 16 mil raciones diarias, porque se habían bajado por el final de las vacaciones unas 20 mil raciones que se daban en la escuela de verano. O sea que lo normal eran 36 mil raciones de comida diarias. Hoy están entre 75 mil y 80 mil las raciones de comida que se dan a través de la Provincia de Buenos Aires, también del aumento de dinero que se le dio a la Municipalidad de Lanús para que se aporte más a los comedores históricos. También los cultos religiosos, tanto la iglesia católica como la evangélica tienen una ayuda extra por empresas y nosotros observamos que en Lanús crecieron las ollas populares. Pero esto no es solo patrimonio de Lanús, sucede en todos lados donde se multiplican las ollas populares de los vecinos, es maravilloso. Las mujeres siempre han estado a la cabeza de la lucha por la vida, desde los 90 en adelante, una y otra vez salvando la vida de un pibe. Eso es un acto revolucionario.

¿Las políticas del Gobierno de fortalecer a los sectores más desfavorecidos por la crisis económica está haciendo menos brutal la situación?

-Casi con seguridad que este aporte que se ha hecho con el IFE o la Tarjeta Alimentaria también fortalece eso, así que me parece que estamos en un momento que es una oportunidad, faltaría algo más, en el caso de Lanús, cien mil comidas más. Y si se estabiliza, no hay hambre en Lanús. Quiere decir que no es una utopía, está ahí, ahora esto se tiene que hacer solidariamente, pero fundamentalmente, planificando. Así como el hambre ha sido planificado en la Argentina, es una herramienta de dominación y la comida se transformó en poder, lo que hay que hacer es que frente a esa causa, establecer ese diagnóstico y organizar, convocar a ese pueblo que da todos los días de comer. Y el Gobierno, a través del Estado, tiene que garantizar que se logre de una manera u otra: financiando con plata en el bolsillo, con un salario básico universal, canalizando la solidaridad de todos los sectores populares o dando comida a través de las escuelas y de las instituciones del Estado, pero tenemos que terminar con el hambre que es una inmoralidad, sobre todo en una Argentina que es fabricadora de alimentos. Y además sería una gran contribución para atacar a este flagelo que es la pandemia.

Se producen alimentos pero para exportar ¿usted cómo lo considera?

– La Argentina es un productor de alimentos que no se usa para el pueblo, se usa para permitir las grandes ganancias de los grupos concentrados que saquean nuestros recursos, los aprovechan y entran en un proceso que no garantiza lo mínimo para nuestro pueblo y esto es una decisión política. Yo siempre uso un ejemplo muy sencillo: cuando uno va con un dolor de panza al médico y el médico cree que es un tumor, te opera; si cree que es una dolencia psicológica, te manda a un psicólogo, y si no, te da un calmante. Ahora, si cree que estás empachado te manda a la curandera. El diagnóstico es la clave para la solución. En 1975, en la Argentina, el INDEC medía la pobreza solo en Capital y Gran Buenos Aires; su director Carlos Noriega quería extenderlo a todo el país porque para planificar hay que tener información. Y en 1975 la pobreza era 6%. Cuando Martínez de Hoz entra con la dictadura genocida, secuestran a Carlos Noriega y a varios compañeros del INDEC -Noriega era desarrollista, un hombre que quería tener un proyecto de planificación-. A Noriega lo secuestran y no apareció más, es un detenido-desaparecido. Y el INDEC no hizo más encuestas hasta 1980 que fue obligado porque se tenía que hacer el Censo por los acuerdos con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y los créditos internacionales. ¿Cuánto midió la pobreza en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires? 24%. Cuatro años de una política económica que, como dijo Rodolfo Walsh en esa famosa carta del 24 de marzo de 1977: ‘todos los crímenes lacerantes y las atrocidades que hoy están cometiendo son poca cosa comparada con los millones que van a sufrir con el genocidio planificado mediante las políticas económicas’. Ese es el problema que tenemos, ahí está la causa y para enfrentarlo hay que cambiarlo. Ahora, ¿por qué lo planificaron? Porque necesitaban disciplinar socialmente: el hambre hace que uno quiera sobrevivir y acepte condiciones indignas de trabajo, por eso se acabaron los convenios colectivos, se desestructuró el trabajo permanente. Necesitaron hacer eso para que hoy la mayoría de la clase trabajadora esté precarizada o desocupada y trabaje por lo que sea y si no te gusta, te vas. Evidentemente, para resolver eso, hay que volver a empoderar a nuestro pueblo y a los trabajadores. Y el primer empoderamiento es comer, para que podamos tener la libertad para generar cosas diferentes.

-¿Y cómo se puede revertir esta situación de coloniaje que es tan añeja y está tan arraigada en nuestro país, frente al poder de destrucción que muestran, por ejemplo, los medios de comunicación y las empresas saqueadoras?

Esos poderes existen y eso ocurrió siempre, es una pulseada permanente, como sucedía entre los esclavos y los esclavizadores. Es como decir: ¿Tenía sentido que se organice Espartaco para pelear contra el Imperio Romano, si no puede?… Y bueno, no hay esclavitud. Y así te podría seguir dando ejemplos a lo largo de nuestra historia y de la historia argentina: los 500 años de resistencia de los pueblos originarios, que tienen más de diez mil años y siguen peleando todos los días por defender sus derechos y sus tierras. O la experiencia de Evo Morales donde sigue la lucha. De hecho nuestro pueblo no se olvida de eso y por eso fue el gran triunfo del 14 de agosto del año pasado, cuando nuestro pueblo le pegó un gran cachetazo a los poderosos, echando y haciendo silenciar a Trump; hoy su mejor alumno está hoy fugado en París. Me parece a mí que es una pulseada que depende de nosotros. Nosotros trabajamos todos los días y en el trabajo cotidiano uno ve como la pelea es sin tregua. Si fuera por ellos trabajaríamos gratis, teletrabajo mediante, harían trabajar a toda la familia, desapareceríamos, no hay ninguna duda. Para poner un ejemplo: dale un salario de 17 mil pesos a cada persona en la Argentina que no tiene un trabajo permanente o reconocido legalmente -porque la mayoría de la gente tiene trabajo ilegal, clandestino, precario-, y 4 mil pesos de salario universal por hijo, eso sale en la Argentina el 5% de todo lo que producimos. Y no habría más pobres por nivel de ingresos.
Ahora claro, eso es un piso, después hay que trabajar para la educación, para la salud, para resolver el resto de los grandes problemas que tenemos. Hay millones de puestos de trabajo que se necesitan y que no quieren pagarlos: hoy en día, por ejemplo, agentes sanitarios. Necesitamos un montón de trabajadores esenciales pero no los han pagado y los han denostado. Y así te podría poner muchos ejemplos, es una decisión política y la política se construye.

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