Hernán Letcher, economista titular del CEPA y habitual interlocutor de Cristina Fernández habla sobre el proyecto económico del gobierno libertario, los límites del ajuste y el debate sobre el déficit fiscal.
Por Redacción Malas Palabras
Algunos señalan a Hernán Letcher -economista, magíster en Flacso y titular del CEPA- como el cerebro detrás de muchos de los pasajes del documento publicado a mediados de febrero por Cristina Fernández, en el que la ex vicepresidenta analiza la economía en la era de Javier Milei, titulado “Argentina en su tercera crisis de la deuda”.
Letcher es un habitual interlocutor de CFK sobre temas económicos y sus ideas sobre la restricción externa y el endeudamiento en dólares como causa de la inflación sustentan buena parte de la mirada actual de la CFK sobre la economía argentina.
En una charla con Malas Palabras, el economista pone el foco sobre el programa económico de Javier Milei y asegura que la dolarización es su objetivo final porque garantiza la transferencia de ingresos que viene haciendo desde diciembre pasado. Letcher también advierte sobre la pérdida de respaldo popular al proyecto de Milei y asegura que encarar el problema del déficit con motosierra “además de una insensibilidad brutal, es de una ingenuidad supina”.
– Hasta ahora, en el plan de Milei vimos devaluación, liberación de precios, ajuste, recorte a las provincias… ¿Hacia dónde va el proyecto económico?
– Evidentemente, Milei quiere lograr el proceso de dolarización. Si lo pensamos como una secuencia, habría tres momentos. El primero es la expoliación de los ingresos de los trabajadores, a través del aumento de precios y caída de los salarios. Hay una segunda etapa que, en principio, quedó en pausa, que tenía que ver con que esa masa de dinero fuera a determinadas manos. Se podía ver en el DNU o en la Ley Ómnibus, donde aparecía el nombre y apellido de actores específicos, como Mercado Libre. Y hay una tercera etapa que va a intentar consolidar esa transferencia de ingresos y beneficios a los sectores del poder económico con algún mecanismo que impida la retracción de ese esquema. Básicamente, eso es la dolarización.
– ¿Qué efecto tendría una dolarización?
– Si se dolariza, la Argentina difícilmente vuelva para atrás de ese proceso, o al menos no lo va a hacer con facilidad. Con lo cual, ese mecanismo de transferencia de ingresos está de alguna manera garantizado con la dolarización. Por eso, me parece que, desde esa óptica, todo es parte de un proceso que, si no se dolariza, podría quedarse a mitad de camino.
– ¿Qué rol crees que puede jugar en este escenario futuro el dato de la inflación?
– Yo también doy por descontado que va a haber un proceso de inflación decreciente en los próximos meses, obviamente. Estabas en 25.5 por ciento. Pero la inflación, por cierto, va a bajar con el único ancla en nuestros salarios. En la medida que no tengamos poder de compra va a bajar la inflación, sí. No me parece muy virtuoso ese proceso. Va a haber un proceso de descenso de la inflación, pero de todas formas el deterioro económico va a ser muy significativo. La situación que vivimos hoy, de pérdida del 20 por ciento del poder adquisitivo, no creo que vaya a mejorar naturalmente los próximos meses”.
Creo que, en términos generales, el gobierno le erró al diagnóstico. Está enamorado del déficit fiscal como causal de todos los males. Y en realidad hay un problema que antecede al déficit, que es la restricción de dólares, la restricción interna. Por el proceso histórico de nuestro país, hay una disputa permanente por los dólares, en distintas formas, de distintas maneras. Y esa disputa se ve reflejada en el proceso inflacionario. Cuando toman deuda en dólares, agravan ese proceso de la restricción externa histórica, porque hay más disputa sobre esos dólares. El conductor es todo el tiempo el dólar.
– En el documento que presentó en febrero, Cristina Fernández vuelve a mencionar esto y algunos volvieron a cuestionarla diciendo que minimizaba el problema del déficit fiscal. ¿Cómo viste esa discusión?
– Algunos de los que la criticaron, como Martín Guzmán, no hicieron mucho por resolver el déficit, si tanto les preocupa. Sobre los que somos kirchneristas hay una especie de reduccionismo, que comparten Guzmán e incluso los libertarios, de ponernos el mote de devotos del déficit. Cuando en realidad, si uno mira la historia de nuestro país, hubo pocos momentos con superávit y uno de esos fue con Néstor Kirchner.
Los que tenemos una mirada desde la heterodoxia, desde el keynesianismo, creemos que el problema del déficit puede tener efectos inflacionarios en determinadas condiciones. Por ejemplo, si tenés la producción al tope, y tenés el uso de la capacidad industrial instalada en niveles del 80 por ciento; probablemente cualquier escenario de emisión o de déficit creciente tenga efectos inflacionarios. Esto no es válido para cualquier momento y en cualquier lugar. En Argentina, por su proceso histórico, cuando no tenés dólares, tenés tensiones del tipo inflacionario”.
En estos días que se discute tanto la cuestión del déficit ¿por qué no revisamos los beneficios impositivos que tiene Mercado Libre?, por poner un ejemplo. ¿Por qué si tengo un campo en el exterior no pago bienes personales y si tengo una casa acá en Argentina sí tengo que pagar? ¿Eso no les hace un poquito de ruido? ¿Eso no les ayudaría a resolver el déficit?”
UN LÍMITE POSIBLE
– ¿Crees que el proyecto de Milei podría encontrar un freno? ¿El deterioro de las condiciones de vida puede empujar una respuesta política que se oponga?
– Yo creo que el deterioro es tan brutal que evidentemente algún tipo de impacto, y por lo tanto, algún tipo de reacción, probablemente vaya a tener. No soy de los que dicen: «A ver Milei cuánto dura». Me parece, además de desafortunado, equivocado. Hay que pensarlo en dos dimensiones. Una económica, que tiene como dato central la pérdida de veinte puntos de poder adquisitivo del salario en tres meses. El mismo porcentaje que con Mauricio Macri en cuatro años. Es brutal. Ahora, en la dimensión política, creo que Milei tiene margen de acción”.
– ¿Hasta cuándo ves que puede tener el gobierno ese margen?
– Hay una buena parte de la sociedad que acepta esto. Cuando uno habla con gente que lo votó y que hoy le hace daño el aumento de la nafta, por ejemplo, porque su salario no aumentó, te dicen: «Bueno, había que hacerlo». Uno se pregunta, frente a esa respuesta, si esa aceptación es una carta blanca. Me pregunto si esa gente seguirá pensando lo mismo si dentro de seis meses la situación no mejoró. Porque yo doy por descontado que dentro de seis meses la situación no va a ser mejor y esto lo reconoce el propio gobierno”.
Tengo un gran signo de interrogación con respecto de cuál puede ser la postura mayoritaria de la sociedad en relación a ese efecto tan dañino que puede sostenerse en el tiempo. Sopesado con una cosa no menor, que es la cuestión política, porque estamos viviendo en una sociedad que francamente está dividida a la mitad. Si nos corremos un segundo de Argentina, vemos que la situación social en Brasil, con Jair Bolsonaro como presidente fue muy dañina para las mayorías populares brasileñas. Sin embargo, cuando fueron a la elección Lula ganó por una diferencia de uno por ciento de los votos nomás. Estamos viviendo en sociedades que, en pos de la mirada político ideológica, incluso están dispuestas a aceptar decisiones que los afectan de manera significativa”.