Tres intendentes de distintos partidos políticos cuentan cómo afrontan la gestión pública en este particular presente. Desde Salta, Misiones y Buenos Aires explican qué prima más, si el ahorro o la imaginación, para sostener la salud, la educación y la obra pública frente al desinterés nacional
Por Redacción Malas Palabras
Ilustración: Juan Soto
En un país donde la motosierra arrasa con la obra pública, la salud y la educación, los intendentes del interior ya no gestionan: resisten. Gobernar en tiempos de Javier Milei se volvió una prueba de imaginación, ahorro y redes de contención.
Malas Palabras conversó con tres intendentes de distintas provincias para conocer cómo sostienen la gestión local en un escenario de ajuste severo. Ana Guerrero, de General Mosconi (Salta); Julio César Barreto, de Montecarlo (Misiones); y Daniel Stadnik, de Carlos Casares (Buenos Aires) comparten diversas experiencias de gobierno para enfrentar a un rival común, el ajuste nacional sobre el gasto público.
Ana Guerrero es la primera mujer en gobernar General Mosconi, una localidad salteña de 35 mil habitantes enclavada en el departamento San Martín. Se trata de una ciudad rica en recursos como gas, petróleo y madera, pero profundamente atravesada por la exclusión social. Con raíces en la organización Libres del Sur y un presente de diálogo con el gobernador Gustavo Sáenz, Guerrero rompió con más de dos décadas de hegemonía política masculina en su distrito.
Julio César Barreto, del Frente Renovador de la Concordia -el partido oficialista provincial- gobierna Montecarlo, una ciudad de 40 mil habitantes sobre el río Paraná, a 180 kilómetros de Posadas. La economía local gira en torno a la yerba mate, el tabaco, la madera y la fruta. Barreto, con trayectoria en el oficialismo misionero, enfrenta el impacto de la desregulación económica sobre las producciones regionales.
Daniel Stadnik, intendente de Carlos Casares, representa a Unión por la Patria y está alineado con el espacio bonaerense Derecho al Futuro, que lidera el gobernador Axel Kicillof. Casares es una localidad de 23 mil habitantes en el noroeste de la provincia, con una matriz productiva basada en el agro y la ganadería. Stadnik afronta el ajuste nacional aferrado al único respaldo estatal que no ve desmoronar: el del gobierno provincial.
—¿Cómo se construye estatalidad en tiempos de Milei? ¿Se pide auxilio presupuestario por fuera del gobierno nacional? ¿Se recurre al ahorro, a la imaginación?
Ana Guerrero (AG): Cada vez está todo mucho más complicado: hay menos trabajo, menos ingresos y, ahora, incluso hay personas que están perdiendo sus pensiones.
Tengo que agradecer enormemente al gobierno de Gustavo Sáenz porque es la provincia la que nos está prestando auxilio, brindándonos pequeñas obras para ejecutar. Aun así, seguimos con muchas necesidades.
No somos un municipio grande, no contamos con una gran recaudación como Tartagal. Tenemos barrios dispersos, pequeños comercios y una alta morosidad. Donde vaya hay una madre esperándote con el currículum en la mano: “Mi familia terminó la secundaria, acá está el currículum”, y no hay dónde ofrecerles trabajo. Es una situación muy lamentable.

Julio César Barreto (JCB): La liberalización de las importaciones y la desregulación de sectores clave como la yerba mate en nuestra provincia ha causado un daño enorme a la economía. Por eso, tuvimos que hacer una suerte de reingeniería de nuestros recursos, adecuarlos para poder pagar sueldos y garantizar los servicios básicos.
Tuvimos que reducir fuertemente el ritmo de ejecución de obras públicas. En un año y medio no hemos recibido nada del Gobierno nacional, sí del Gobierno provincial, lo que nos permitió avanzar con algunas cosas. Pero el ajuste se siente y ese ajuste, inevitablemente, también le llega a la gente.
“Tuvimos que reducir fuertemente el ritmo de ejecución de obras públicas. En un año y medio no hemos recibido nada del Gobierno nacional, sí del Gobierno provincial, lo que nos permitió avanzar con algunas cosas. Pero el ajuste se siente y ese ajuste, inevitablemente, también le llega a la gente”
Julio César Barreto, intendente de Montecarlo.
Daniel Stadnik (DS): Hoy estamos recurriendo al ahorro, a la imaginación, y a la ayuda de «San Kicillof», que nunca te deja solo. A nosotros nos paralizaron cinco o seis obras nacionales, entre ellas, un Centro de Desarrollo Infantil en una zona donde Casares había crecido mucho. Pedimos un Centro de Atención Primaria de la Salud para ese barrio y fue el gobernador quien nos ayudó. Lo inauguramos el año pasado.
“Hoy estamos recurriendo al ahorro, a la imaginación, y a la ayuda de ‘San Kicillof’, que nunca te deja solo. A nosotros nos paralizaron cinco o seis obras nacionales, entre ellas, un Centro de Desarrollo Infantil en una zona donde Casares había crecido mucho”
Daniel Stadnik, intendente de Carlos Casares.
—Vayamos a un punto icónico del debate público: el mejoramiento de las rutas o el asfaltado. ¿Cómo han trabajado este tema?
AG: La obra pública tiene que ser nacional. Tenemos la ruta nacional 34 completamente destruida con accidentes de tránsito todos los días y lo único que hacen son trabajos de bacheo que duran dos o tres días; se lavan con la primera lluvia y volvemos a perder conectividad.
“La obra pública tiene que ser nacional. Tenemos la ruta nacional 34 completamente destruida con accidentes de tránsito todos los días y lo único que hacen son trabajos de bacheo que duran dos o tres días; se lavan con la primera lluvia y volvemos a perder conectividad”
Ana Guerrero, intendenta de General Mosconi.
Hoy hay pocas obras porque el criterio del gobierno nacional fue eliminar la obra pública y apostar a lo privado. Pero, ¿quién va a venir a hacer obra pública en un lugar tan alejado, tan inhóspito y especial como Mosconi? Lo que necesitamos son obras sencillas. Desde la plaza hasta el barrio más alejado debo tener unas 15 cuadras. ¿Qué empresa grande va a venir a hacer 15 cuadras de pavimento?
JCB: Muy poco se ha hecho en este sentido. Nosotros venimos trabajando con obras como el empedrado con cordón cuneta, que mejora nuestras calles con un sistema más económico que el asfalto. Hicimos también algo de asfalto porque tenemos planta propia, pero comprar insumos hoy es un lujo.
Y cuando se hacen esas mejoras, uno debería cobrar algo, pero sabemos que hoy la gente prioriza llenar la olla antes que pagar impuestos o contribuciones por mejoras. Tuvimos que reaprender a gestionar porque antes había un Estado nacional que financiaba y federalizaba recursos.

DS: Las rutas nacionales no tienen mantenimiento. La Ruta 5, que atraviesa Casares, tiene directamente cráteres y desde el municipio estamos haciéndonos cargo de repararlos. Sí, hay un abandono del Estado nacional, pero todavía tenemos un escudo de contención: la Provincia y los municipios. Entre ambos estamos tratando de dar respuesta en todo lo que Nación ha abandonado.
—¿Qué desafíos extraordinarios han debido afrontar por el ahogo presupuestario en la agenda educativa?
AG: En educación contamos con el apoyo de la provincia pero el ahogo se siente con más fuerza en otras áreas porque todo sube. El combustible que necesitamos para movilizar maquinaria y responder a los pedidos de la gente tienen precios cada vez más altos. Hay que pagar sueldos, y todo eso complica muchísimo la gestión.
«El combustible que necesitamos para movilizar maquinaria y responder a los pedidos de la gente tienen precios cada vez más altos. Hay que pagar sueldos, y todo eso complica muchísimo la gestión»
Ana Guerrero, intendenta de General Mosconi.
JCB: Nuestro sueño es tener una universidad, o al menos algunas carreras universitarias en Montecarlo. Era un proyecto que veníamos trabajando con el Estado nacional y el provincial, pero que ahora tuvimos que frenar. Tenemos la posibilidad de contar con un albergue universitario en Posadas, que queda a 180 kilómetros de nuestra ciudad.
“Nuestro sueño es tener una universidad, o al menos algunas carreras universitarias en Montecarlo. Era un proyecto que veníamos trabajando con el Estado nacional y el provincial, pero que ahora tuvimos que frenar”
Julio César Barreto, intendente de Montecarlo.
Allí estamos haciendo una fuerte inversión para que nuestros jóvenes puedan estudiar. Además, a nivel local, contamos con carreras terciarias orientadas al tratamiento y procesamiento de la madera. Apostamos también a los cursos de formación en oficios con rápida salida laboral. Esas capacitaciones están funcionando muy bien.

DS: La educación es una competencia provincial. Nosotros, a través de un fondo especial, nos encargamos del mantenimiento de las escuelas, que en Casares están impecables. También con ayuda de la Provincia estamos construyendo una nueva escuela en la localidad de Bellocq.
Además, los programas alimentarios se siguen sosteniendo cada vez con mayor demanda. Por otro lado, la provincia implementó el programa Puentes. Con su financiamiento creamos un centro universitario donde ya se dictan carreras con docentes de la Universidad de Lomas de Zamora y de la Universidad de Quilmes.
”Los programas alimentarios se siguen sosteniendo cada vez con mayor demanda. Por otro lado, la provincia implementó el programa Puentes. Con su financiamiento creamos un centro universitario donde ya se dictan carreras con docentes de la Universidad de Lomas de Zamora y de la Universidad de Quilmes“
Daniel Stadnik, intendente de Carlos Casares.
—¿Cómo atiende la problemática de salud en su distrito en un contexto de restricción presupuestaria?
AG: Tenemos un hospital provincial pero con muchas limitaciones: faltan profesionales y muchas especialidades solo se consiguen en la ciudad de Salta capital. Ahí es donde entra el municipio.
Tenemos dos casas alquiladas en Salta para pacientes con patologías comunes y para pacientes oncológicos, que ofrecemos de manera gratuita. Antes teníamos un cupo, pero cada vez viene más gente y con la baja en la coparticipación, no nos queda otra que recortar. Si antes mandábamos 20 pasajes, ahora mandamos 10; si antes podíamos destinar cierta suma a medicamentos o ayudas económicas, ahora es menos. Hay que ajustar.
JCB: En Misiones tenemos un sistema particular. Contamos con un hospital provincial en nuestra ciudad y otro de mayor complejidad en Posadas. También tenemos una gran unidad de traslado para emergencias. El sistema funciona, pero en los últimos meses se agravó la falta de cobertura, sobre todo por parte del PAMI, especialmente con los medicamentos.
Muchos programas nacionales se han caído, y eso perjudica gravemente a las familias más vulnerables. La situación es muy difícil. Me gusta atender personalmente a los vecinos, y veo cómo se profundizan las necesidades. La sábana cada vez alcanza menos, y eso es doloroso.
DS: Cuando nos cortaron la provisión de medicamentos, especialmente los tratamientos oncológicos —casi 23 tratamientos en total—, fue la Provincia la que se hizo cargo. Cada pastilla costaba 700 mil pesos por semana, lo que representaba casi 3 millones por mes para los municipios.
Ahí apareció la Provincia para respaldarnos. No tengo problema en que se instale una clínica privada, pero no lo hacen porque no es rentable, no es negocio. Entonces, tiene que estar el Estado. Algunos creen que el Estado no debe estar, pero lo cierto es que el único lugar donde se puede vivir sin Estado es en Capital Federal. En el interior, si el Estado no está, no hay paz.