Un homenaje al popular trovador folclórico salteño, quien murió el pasado aniversario de la Revolución de Mayo, a los 82 años.
Daniel Toro nació en Salta en 1941. En entrevistas contó sobre sus orígenes: “Mi sueño era llegar a ser un gran músico y armar una orquesta, pero lo que más me gustaba era cantar. Cantaba, ganaba concursos.Yo quería estudiar música pero no me daba el cuero, no tenía plata”.
En su adolescencia, cantó en varios grupos folklóricos hasta que comenzó una carrera solista. En 1966 llegó por primera vez al festival de Cosquín, y al año siguiente se consagró en ese mismo escenario al recibir el premio consagración.
Compositor pero también intérprete, marcó una manera de cantar que reflejó los cambios en la música folklórica de finales de la década del sesenta, cuando se empezaron a derribar los límites entre repertorios y géneros de la música popular.
Los tradicionalistas lo criticaron por su estilo juvenil, popular y cercano a la balada romántica. “Para aquellos que duden de mi proyección eterna como folklorista tal vez les basten mis bagualas y mi rostro”, escribió en la contratapa de su LP Canciones para mi pueblo (1971), quizás como respuesta. “Desde este país indio y moreno quiero lanzar el torrente de mi hurgar en todos los cancioneros sin desprestigio para mi condición de artista nativo”.
Además de la canción romántica, Toro también contribuyó a la temática testimonial: “Cuando tenga la tierra / Sembraré las palabras / Que mi padre Martín Fierro puso al viento, / Cuando tenga la tierra / La tendrán los que luchan / Los maestros, los hacheros, los obreros“, canta Daniel Toro en «Cuando tenga la tierra».
Su voz fue censurada en la última dictadura cívico-militar, y las matrices de sus discos desaparecieron. Más tarde, un cáncer de garganta lo obligó a dejar de cantar. Alejado de los escenarios, siguió componiendo.
Su vasto cancionero, en el que se destaca “Zamba para olvidarte” (compuesta junto a Julio Fontana), fue interpretado por cientos de artistas, como Mercedes Sosa, Julieta Laso y Abel Pintos.
El periodista Fernando D’Addario recordó en Página/12 que en ocasión de un homenaje que le hicieron en el festival de Cosquín, Toro dijo casi en un susurro: “Dios mío, me llevaste mi voz y con mi voz se fue la mitad de mi alma”.
Pero sus canciones, sonando desde alguno de sus más de treinta discos, o tocadas sobre un escenario o alrededor de un fuego, seguirán cantando por él.