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Nota publicada el 25 / 06 / 2024

Los ruidos del Estado al caer

Detrás del constante pavoneo triunfal del oficialismo, el ruido del crujido del territorio reclama poco a poco la atención. Escenas de inconsistencias y Misiones como conflicto testigo de un escenario de estallido social mientras el Gobierno aparece desconectado, insensible y sin interés en la solución de los problemas del país.

Opinan: Sergio Morresi, politólogo; Mariana Gené, doctora en Ciencias Sociales; y Fabián Waldman, periodista acreditado en la Casa Rosada por FM La Patriada.

Por Redacción Malas Palabras

Ilustración: Juan Soto

El desprecio por la política por parte del gobierno de La Libertad Avanza (LLA) es explícito. En menos de un año de gestión, las desatenciones y muestras de insensibilidad del Gobierno forman ya una larga lista en un país que cruje socialmente por la crisis económica.

 “Yo no tengo por qué lidiar con las emociones. Yo hablo de números y de realidad, no de emociones”, respondió el presidente Javier Milei al ser consultado por el medio estadounidense The Free Press por la gente que no tiene para comer. 

Este despliegue público de falta de empatía no es nuevo. A finales de mayo, tras un acto en La Rural, Milei había asegurado que “si la gente no llegara a fin de mes, se estaría muriendo en la calle y eso es falso”. La crueldad y soltura con la que el presidente tiró esta frase es un componente de una construcción simbólica con la que intenta establecer un nuevo modelo de país basado en el disfrute del sufrimiento ajeno. Ya lo dijo el escritor y docente Martín Kohan: “La crueldad está de moda, cae bien. En un contexto donde la empatía y la solidaridad deberían prevalecer, se observa una preocupante tendencia hacia la humillación y la exposición de otros al ridículo”. 

El mapa y el territorio

La ramificación de conflictos “tierra adentro”, desde los bordes del país al centro, se producen en sintonía con un desdén oficial generalizado hacia los problemas de la gente. La crisis desatada en la provincia de Misiones por los salarios pulverizados de la Policía, los docentes y los médicos llevó el conflicto de ese distrito al límite de la gobernabilidad, con acampes generalizados y paro sostenido de actividades durante el mes de mayo. Mientras, Milei se hizo el desentendido y se excusó de intervenir con el argumento de que se trata de un “problema provincial”. 

La reducción de los envíos por coparticipación a las provincias y la eliminación del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID) avivó la chispa de conflictos como el de Misiones, donde sus cuentas deficitarias siempre se habían resuelto mediante compensaciones discrecionales de las distintas administraciones federales. 

Pero la crisis de Misiones no es la única. En Mendoza, los trabajadores del Poder Judicial mantuvieron un paro durante casi un mes por mejoras salariales, incluso con reclamos a la Suprema Corte provincial para que saliera en su apoyo. El gobernador radical Alfredo Cornejo intentó desactivar el conflicto con un magro aumento por decreto del 10 por ciento, hasta que llegó la conciliación obligatoria. 

La paralización total de la obra pública también empuja el crujido del territorio: en Santa Cruz, la Ruta Nacional 3 amenaza con colapsar debido a una enorme grieta que se formó en un recodo del Cerro Punta Peligro a fines de mayo. No es un simple bache, sino un enorme agujero en una ladera de 40 metros de altura que se precipita hacia el mar, y en una zona en la que no hay caminos alternativos disponibles para circular. El devenir de la cuestión amenaza con aislar potencialmente a gran parte de Santa Cruz y Tierra del Fuego, la provincia más austral del país, que quedaría de esta forma desconectada del resto del continente. 

En Río Negro, al momento de edición de esta revista, se agudizaba el conflicto entre  la Unión de Trabajadores de la Educación (UNTER) y el gobierno provincial, tras el rechazo a la última oferta salarial del Ejecutivo por “insuficiente en términos de recomposición salarial”. Después de una jornada de paro sorpresiva y la convocatoria gremial a paritarias de forma urgente, el gobernador Alberto Weretilneck, respondió que “no habrá una nueva instancia” de negociación y que “tampoco vamos a liquidar el aumento que UNTER rechazó”. “También se van a descontar los días no trabajados”, remató.

Un hombre en la luna

Milei es un presidente que no asiste a la Casa Rosada, que no tiene audiencias (ni siquiera con sus propios ministros) y que tampoco encabeza actos oficiales. Cuando no está de viaje se la pasa recluido en Olivos, donde sus actividades son todo un misterio. Un pedido de acceso a la información pública reveló que allí sólo se reunió con periodistas afines, economistas y hasta viejos conocidos de la Corporación América, donde fue asesor durante muchos años. 

Mariana Gené.

“Milei tiene una estrategia bastante consistente, desde que empezó su mandato, de desentenderse del día a día de los problemas cotidianos del gobierno”, analiza en diálogo con Malas Palabras Mariana Gené, doctora en Ciencias Sociales de la UBA y autora del libro ‘La Rosca Política’, que pone el foco en la historia del Ministerio del Interior desde 1983 hasta la actualidad. Para Gené, el presidente “apuesta explícitamente a fortalecer esta idea de estadista o líder con mucha visibilidad internacional y, a la vez, no entrar siquiera a responder sobre algunos de los problemas cotidianos que se encadenan en Argentina, al menos que lo haga por las redes sociales, donde sí se expresa muy enérgicamente”.

Malas Palabras preguntó también al politólogo Sergio Morresi cómo se entiende esta lógica de gestión inédita: “Hay de parte de La Libertad Avanza un desprecio a la política como actividad. Incluso comparado con el macrismo, que le pedía a la gente que se metiera, que llevara los valores del mundo privado a la política. Acá ni siquiera está eso. La política para ellos es algo despreciable que hay que hacer, pero lo mejor sería que no existiera, ni el Estado, ni la necesidad de acordar con el otro. Milei y buena parte de su espacio no creen en la parte constructiva de la política”.

Coincide Gené: “Milei tiene una suerte de desprecio por la tarea de negociación que supone el trabajo político, en un gobierno que se encuentra en minoría en ambas cámaras y con un debilitamiento institucional fuerte, sin gobernadores ni intendentes propios, pero todavía con una gran popularidad que el presidente se encarga de alimentar entre sus seguidores más fieles, y también de exponer como una amenaza a sus adversarios políticos”.

Sobre ese último punto, la analista señala que “este desdén hacia la actividad política también es paradójico, porque él es el presidente y eso supone conducir a una coalición política y buscar aliados, y entonces ese trabajo se hace de manera más o menos ambivalente: hay expertos en negociación política y armadores que intentan tender puentes con aliados potenciales, pero también el presidente se fastidia y rompe rápidamente esos puentes, agraviando a sus adversarios cuando hacen algo que contradice sus designios y su voluntad. Esto augura un tiempo de conflictividad y una agenda trabada como la que tiene desde que empezó el Gobierno, con enorme dificultad”.

Topos en el Estado

Ese desprecio por la política es tal que, desde la renuncia de Nicolás Posse a la Jefatura de Gabinete, el país se quedó sin Ministerio del Interior. Guillermo Francos, que ocupaba ese sillón, pasó a ser jefe de Gabinete y el gobierno borró de un plumazo un área dedicada exclusivamente a la relación con las provincias y al tendido de puentes de diálogo. El propio Francos, encumbrado ahora en el esquema del poder, explicó sin vueltas: “Al Presidente no le gusta la política”.

El Ejecutivo también quitó del mapa a la Subsecretaría contra la Violencia de Género y lo comunicó oficialmente al otro día del “Ni una Menos”, otra muestra más de la insensibilidad gobernante. Además, según el Mapa de Estado publicado por Presidencia de la Nación, a la administración libertaria le falta designar un 60 por ciento de los puestos importantes en organismos descentralizados y desconcentrados.

Sergio Morresi.

Otra gran crisis fue la generada por la escasez de gas en todo el país, que obligó a las distribuidoras a restringir o suspender el normal abastecimiento de Gas Natural Comprimido (GNC) en diferentes ciudades de Córdoba, Santa Fe, La Rioja, Catamarca y Buenos Aires; y a cortar el suministro a grandes industrias entre las que figuraron petroquímicas, petroleras, cerealeras y agroindustriales. En este caso, la responsabilidad de la imprevisión corrió por parte de la Secretaría de Energía a cargo de Eduardo Rodríguez Chirillo, quien demoró la finalización del Gasoducto Néstor Kirchner por cuestiones presupuestarias, siguiendo el mandamiento de “no hay plata” para justificar la falta de gestión. Como resultado, el país tuvo que salir a pagar costos elevadísimos para importar gas de Brasil. 

Al mismo tiempo, un informe del Centro de Economìa política Argentina (CEPA) que analiza la ejecución presupuestaria de los primeros cinco meses de 2024 detectó una fuerte caída de la ejecución real respecto al mismo período del año 2023, del orden del -28 por ciento. Esto implica un significativo ajuste del gasto público en áreas sensibles de la administración como Seguridad Social, Salud, Ciencia y Tecnología, y desarrollo productivo.

Pero el protagonismo lo acaparó el affaire Sandra Petovello, cuando se hizo público que en distintos depósitos de su Ministerio de Capital Humano se almacenaban 5 toneladas de alimentos a punto de vencer. La distribución sólo comenzó (aunque cuestionada su eficiencia) tras un fallo judicial de la Cámara Federal, que solicitó a esa cartera presente un plan para el reparto y su ejecución de “modo inmediato”. 

Estas escenas de inconsistencia son la comprobación del abandono de la tarea política por parte del gobierno libertario en un país en llamas. “Soy el topo que destruye el Estado desde adentro”, se enorgullece Milei.

Operación represión

La represión de la protesta social, modus operandi de la derecha, era receta cantada de este gobierno que accedió al poder prometiendo ajuste. Sin embargo, los dispositivos de la ministra de Seguridad Patricia Bulrich no dejan de sorprender. 

El operativo del 12 de junio pasado en las afueras del Congreso de la Nación cuando los senadores discutían la Ley Bases fue un despliegue de violencia desproporcionado por parte de las fuerzas de seguridad. El saldo del día incluyó a diputados de la nación entre los heridos y la detención de 33 personas entre los que se contaron una familia que vendía empanadas, un vendedor de choripan y una señora que filmaba la represión. Poco se sabe de los autores del incendio del auto del medio Cadena 3, hecho en el no se ve intervenir a ningún uniformado, según las filmaciones. Desde distintos sectores de la oposición se habló de “infiltrados”.

La Oficina del Presidente celebró en un posteo de redes donde felicitaba a las fuerzas de seguridad “por su excelente accionar reprimiendo” a quienes llamó “grupos terroristas” que “intentaron perpetrar un golpe de Estado”.

Las detenciones fueron coronadas con la acusación por parte del fiscal Carlos Stornelli de delitos contra el orden público, sedición y el agravante de acciones terroristas. Una orquesta que suena afinadísima en su afán de ejemplificar a quienes pretendan hacer uso del derecho a la protesta.

Foto: Santiago Oroz.

De pasillo

Fabián Waldman es periodista acreditado en la Casa Rosada por FM La Patriada y observa a diario las marchas y contramarchas de una gestión que, al margen de los grandes anuncios oficiales, luce desorientada. Consultado por Malas Palabras, el cronista atribuyó esta situación a que en el gobierno libertario “no hay control de la botonera del Estado, no tienen experiencia ni estuvieron nunca al frente de una administración”. 

Fabián Waldman.

Waldman apuntó que “pocos funcionarios con experiencia ocupan cargos políticos”, como el caso de Francos, y que la gestión “no se ha nutrido para las segundas o terceras filas ni siquiera en la experiencia de funcionarios que estaban en la gestión de Alberto Fernández, y a quienes tienen paralizados sin darles tareas; tampoco nombran para cargos con responsabilidad a funcionarios que tengan firma. Pero son las definiciones del propio presidente, que dijo que es un topo que quiere destruir el Estado desde adentro”.

Para graficar esa postura, el periodista añadió que desde el entorno de Santiago Caputo, asesor estrella de Milei, no tienen reparos en reconocer que “no quieren al Estado, no nombran gente porque no les interesa que haya ningún tipo de actuación en favor de los sectores más postergados. Con la misma soltura dicen que las provincias tienen que autofinanciarse, o que si una empresa pública de tecnología como INVAP da ganancias, entonces va a ser más fácil venderla que si fuera deficitaria”.

Para Morresi, “la falta de gestión eficiente tiene consecuencias inmediatas, son problemas que surgen diariamente y que necesitan de más gestión y de más política. La manera de gobernar de Milei forma parte de su visión ideológica y las visiones ideológicas no cambian muy rápido, uno aprende a ser pragmático con el tiempo. Yo no lo veo acordando un modelo económico con amplios sectores de la política y de la población, su teoría es más bien: ‘Yo tengo razón y tienen que confiar en mí’”, analizó.

La batalla cultural

Argentina asiste así a un clima de época donde el odio gana terreno en una sociedad aturdida, combinado con el ruido del desmoronamiento de la institucionalidad de la política cuyo fin principal debiera ser resolver los problemas domésticos de una sociedad. Un rol que exige comprensión y una visión de conjunto que incluya fundamentalmente lo social.

Cabe preguntarse en qué lugar se ubican las posibilidades de reconstruir un proyecto para salir de este punto de inflexión de la historia argentina lo más pronto posible. Volver a que el Estado sirva, que cumpla su rol, que planifique, fiscalice, que dirija y brinde asistencia. Todo lo que los sectores liberales no quieren.

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