“No hay alternativa al shock”, dijo Javier Milei en su primer discurso como presidente, previo a formalizar con medidas de urgencia su tan prometido ajuste: mayor deterioro del salario, caída de la actividad y el empleo, e irremediable crecimiento de la pobreza, un combo explosivo para la ya desgastada clase trabajadora.
Opinan: Agustina Haimovich, economista, Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas (IPYPP); Guido Agostinelli, economista, docente y autor del libro Falacias Libertarias; y Luis Campos, economista, Instituto de Estudios y Formación (IEF) de la CTA – Autónoma.
Por Florencia Mártire y Mariana Portilla
Ilustración: Adictos Gráficos
Desde los albores de la campaña, Javier Milei y su equipo prometieron eliminar las indemnizaciones, despedir a un millón de empleados públicos y ponerle punto final al salario mínimo.
En varias oportunidades, el concepto de estanflación salió de la boca del presidente electo como pronóstico de lo que viene: la caída de la actividad económica y un efecto dominó sobre la demanda de trabajo y el nivel de ingreso. Así las cosas, lo único que va camino a aumentar es el desempleo, mientras que los salarios, que en gran medida no escapan a la pobreza, retrocederían todavía más.
Organizaciones del mundo del trabajo, como la CGT, las dos CTA y la UTEP, se declararon en estado de alerta y adelantaron que resistirán si la nueva gestión impulsa un modelo de flexibilización laboral.
Experimento neoliberal
El experimento de Milei ya comenzó a ponerse a prueba. Su principal slogan de campaña, el del que “esta vez el ajuste lo va a pagar la política, no la gente”, fue rápidamente refutado.
El paquete de emergencia que el ministro de Economía Luis Caputo anunció el 12 de diciembre incluyó medidas de fuerte impacto en el mundo del trabajo, como la fuerte devaluación; la baja de la obra pública aún no iniciada y la cancelación de nuevas licitaciones; y el levantamiento del requisito de licencias de importación.
En todas las instancias en que esta nueva gestión realizó anuncios “dolorosos”, lo hizo precedido de un diagnóstico exagerado de la magnitud de la crisis económica y con datos flojos de papeles, como el cálculo de 1500% de inflación. Pero aún sin desconocer la tendencia de consolidación de la informalidad en el mercado laboral, existen cifras que demuestran la recuperación del empleo formal en Argentina.
El análisis de agosto de 2023 sobre la situación del empleo registrado privado realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) señala que se mantiene el sendero de crecimiento del empleo registrado, aún en meses donde se evidencia una desaceleración de la actividad económica.
En tanto, el Panorama mensual del Trabajo Registrado de septiembre y octubre de 2023 del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (ahora devaluado a Secretaría) informó que más de 1,2 millones de personas se incorporaron al trabajo formal bajo las distintas modalidades que implican registración en el sistema de seguridad social entre diciembre de 2019 y septiembre de 2023. De esta manera, se acumularon 37 meses de crecimiento ininterrumpido del empleo registrado en el sector privado.
Números en clave política
La pregunta de si esta tendencia de aumento en los empleos formales puede perdurar en un clima de fuerte ajuste se responde sola. “Lamentablemente, no”, dice a Malas Palabras Agustina Haimovich, economista integrante del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP). “Milei ya explicó que Argentina va rumbo a la estanflación, lo que va a implicar un fuerte ajuste fiscal para mantener el acuerdo con el FMI. En este contexto, se avizora una restricción del empleo en general”.
Además de las expectativas por el rumbo de la nueva gestión, la economista propone mirar un poco más allá de las tendencias de los últimos años. Si bien durante el gobierno de Alberto Fernández hubo un crecimiento importante del empleo formal, no fue lo suficientemente dinámico para absorber al conjunto de la población que participa en el mercado. Por el contrario, crecieron los asalariados no registrados y el trabajo por cuenta propia vinculado -en su gran mayoría- al autoempleo de subsistencia.
“Sectores dinámicos en la generación de empleo, como la industria y la construcción, muestran signos de un enfriamiento económico importante. En ese marco, un ajuste económico de la magnitud que anunció Milei, con un salto tan fuerte en la inflación, más el recorte de los subsidios, impactará directo en la caída de los ingresos y en el consumo. En 2024 la actividad económica se va a ver golpeada”, sostiene Haimovich.
Una verdad incómoda
La mayoría de los especialistas coinciden en que se abre un escenario de deterioro significativo tanto en materia de empleo como de salarios. “El mercado laboral es muy dependiente de lo que ocurra en el mercado general. Por ende, hay mayor demanda laboral cuando se demandan más bienes y servicios, no hay mayor demanda por el mercado en sí mismo. Por eso, si el Presidente ya está diciendo que va a haber un decrecimiento económico, quiere decir que va a haber menor demanda laboral, sin lugar a dudas”, explica Guido Agostinelli, autor del libro “Falacias Libertarias”.
En este sentido, el también economista y docente asegura que lo único que se puede esperar es más desempleo. “Y el desempleo trae caída del salario, siempre, porque hay más oferentes de trabajo que antes, lo cual lleva a un aumento de la oferta de trabajo, seguida por una disminución de su precio, y por una disminución del salario”.
¿Cuánto durará el “sacrificio” del que habla Milei? Según dijo en su discurso de asunción en el Congreso, bajar la inflación requerirá “entre 18 y 24 meses”. Para Agostinelli, esos tiempos son difíciles de definir. “No está dicho que ese proceso pueda durar 12 meses, 24 meses o 36 meses. No es cierto que uno pueda estimar con precisión la cantidad de tiempo que se va a estar mal, por decirlo de alguna manera”, aclara.
Si bien la realidad va a ser distinta dependiendo del sector y del rubro, el mercado laboral en su conjunto va a atravesar una etapa difícil. Luis Campos, economista del Instituto de Estudios y Formación (IEF) de la CTA-A, afirma que la confluencia de precios al alza con mayores dificultades para la discusión salarial en el caso formal y una ausencia de políticas de ingreso para el sector informal, dan como resultado un escenario “muy complicado” para los salarios reales en el corto plazo.
En este contexto, Campos se refirió a la situación de los trabajadores del sector público, donde Milei ratificó que se dará gran parte del ajuste. “La discusión salarial con los sindicatos del sector público va a estar muy complicada tanto en el ámbito nacional como en el de las provincias, porque el ajuste también se va a trasladar sobre los fondos provinciales. Ahí va a haber una discusión muy complicada con patronales que van a plantear esta idea de ‘no hay plata’ como un punto sobre el cual se van a parar para no otorgar mayores aumentos”.
Respecto al sector privado, el economista consideró que no parece que vaya a haber límites formales a las paritarias, pero que “seguramente los empleadores se van a sentir mucho más empoderados y van a encontrar en la Secretaría de Trabajo nacional un aliado para las discusiones salariales”. En este sentido, prevé un escenario de paritarias más complejo del que se daba hasta ahora.
La calle, escenario de lucha
El shock de ajuste está en marcha. Los especialistas avizoran un escenario complejo para la actualidad e incierto para los años venideros en materia laboral. Los movimientos sociales y los trabajadores organizados advirtieron: la calle será el escenario de lucha frente a un Gobierno que promete ajuste y retroceso en derechos laborales adquiridos.
“No solo resistir, en la nueva conformación política hay diputados y senadores para evitar que la ley ómnibus no sea la que nos pase por arriba a los trabajadores”, dijo Héctor Daer de la CGT, durante la consagración de la nueva conducción de la UTEP. “Tenemos que sostener la capacidad de organizarnos, con nuevas propuestas”, agregó en el mismo acto Hugo “Cachorro” Godoy, secretario general de CTA Autónoma.