La editorial rosarina Neutron*s acaba de publicar “Click” del autor V. V. Fischer, poesía alucinada declamada en una sinfonía simpleja.
Por Laureana Buki Cardelino
La editorial rosarina Neutrin*s nos trae un nuevo libro de V.V. Fisher: Click. “Cada límite político/ una nueva avanzada”. Así dicen dos versos de uno de muchos poemas en una composición a la manera de orquesta sin director, donde tanto el comienzo como el final de la palabra son el lugar político que hay que seguir rompiendo, no para habitar sino para huir más, cada vez más.
¿De qué? Del cis-tema, del idioma, del lenguaje, del binarismo heteronormativo que no quiere ver ni nombrar lo que siempre existió: el monstruo, el mamarracho, el que siempre se fuga.
Así como el nombre propio “̈se fue en un viaje de ida”, también se irán retirando o superponiendo las distintas posibilidades de nombrar lo que no se puede fijar. Entonces, el género, como la fiesta, es móvil. El pronombre es nómade, no tiene asidero. Los signos que reemplazan o silencian tampoco duran mucho en este concierto rítmico, lleno de acentos urbanos y lunfas, entre el rap, el tango y la declamación, que nos propone un movimiento constante y alegre.
Si algo tiene este libro es música y alegría, tono de celebración, humor, desfachatez. Poemas dichos, cantados, declamados en una sinfonía simpleja. ¿Cómo horadar la piedra de la identidad en el lenguaje? Salir de la cárcel binaria del idioma, buscarse en otras formas de lenguaje, hacer matemática y música, rajarse. La metáfora de “salir del corral/ para caval/ existir”. Inventar la sexta vocal, el sexto sentido, o preguntar “¿cuántos sexos habría en el mundo?”. Suena mal o suena bien: la letra es poder. “Más x más/ es igual a más”̈.
Borrar todo de un plumazo, dar el salto de tigre, “escribiendo/ a mano alzada/ a culo abierto” disparar preguntas en vez de explicar. Mejor cantar, con trino de oboes, ampliando el registro, inflando el pecho, escribiendo una poesía necesaria, juguetona, traviesa, que nos hace cómplices de ese juego infinito de probarse trajes, nombres, notas, signos. Y los descarta a todos, obviamente, porque es a demanda, según se le canta.
Si algo tiene este libro es música y alegría, tono de celebración, humor, desfachatez. Poemas dichos, cantados, declamados en una sinfonía simpleja.
Antimelodías
Leer este libro es entrar en las melodías, sonreír con el uso de los recursos, el corte de verso, la rima, el fondo, la ambigüedad, la acción directa. Transportades por la escritura de un yo que tuerce y se transporta y esa es su marca de agua: la identidad móvil, incierta, múltiple.
“óle y olé
otre seré
siempre inestable ̈
no puedo ser
monovalente ̈
̈soy un topo/ no un tipo/ ni una tipa/ por debajo/ me coloco”
Leer este libro es entrar en las melodías, sonreír con el uso de los recursos, el corte de verso, la rima, el fonos, la ambigüedad, la acción directa. Transportades por la escritura de un yo que tuerce y se transporta y esa es su marca de agua: la identidad móvil, incierta,múltiple.
¿Cuál es el nombre de la cosa? Lo vamos viendo, parece decir el coso. Y así saltamos haciendo culipatín entre la u y la i para divertides reír y pensar, escuchar y sentir la frescura y profundidad de los poemas de Fisher. Qué alegría tan alta, rajar de los pronombres. “Ay qué/ despejada/ se te ve/ alejadi de la e”. Un click en el bocho, un dedo que da play, un mouse que clickee todo a la vez y al revés; un barullo, un quilombo como cuando cae la ficha y hace click, una foto, un arma.
Una bandera que diga: “̈queremos hablar con acordes” para poder dejar correr la mano y la lengua y decir/ descubrir/ borrar/ inventar alguna verdad, rozar la libertad, algo honesto como estos versos que contagian un ritmo que se mete en la piel por los ojos desde las páginas, y quisiéramos ir a buscar a Fisher para ver cómo suenan en sus cuerdas vocales las locas vocales de los pronombres personales, en este concierto de chelos, bajo y batería, samples de otras vidas donde “todas son yo”.