El caso de Danilo, un pibe de 20 años asesinado mientras hacía un reparto de comida en Quilmes simboliza la desprotección absoluta de las y los trabajadores precarizados ante cualquier accidente laboral, y la falta de responsabilidad por parte del empleador. La importancia de la sindicalización y de políticas públicas que acompañen la defensa de los derechos laborales.
Opinan: Matias Cremonte, Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas; Ana Cubilla, Sindicato Único de Trabajadores Rurales (SUOR); Juan José Guilarte, Actividades con los Trabajadores (ACTRAV) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur; Horacio Meguira, Departamento jurídico de la CTA Autónoma.
Por Florencia Mártire y Mariana Portilla
El pasado 25 de febrero, Danilo Marcieri, un repartidor de 20 años de la empresa Pedidos Ya, fue asesinado en el municipio bonaerense de Quilmes mientras entregaba un pedido. Era oriundo de la provincia de Neuquén y había llegado en los últimos meses al conurbano bonaerense en busca de trabajo. Llevaba apenas un mes como repartidor. El hecho generó un fuerte reclamo por parte de los trabajadores del sector, quienes cortaron la Autopista Buenos Aires – La Plata exigiendo mayor seguridad y mejores condiciones laborales.
«Queremos justicia para Danilo, sus familiares, amigos y amigas», escribió en Twitter la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza. «Los autores del crimen tienen que estar presos. No podemos tolerar que entren y salgan sin hacerse responsables de sus actos».
El caso de Danilo se conecta con la consolidación de la precarización laboral, que ya es característica del mercado laboral argentino, y el riesgo que enfrentan a diario quienes trabajan sin protección social, sin seguro médico, y en horarios extensos que comprometen su salud y seguridad.
Para analizar esta situación, Malas Palabras dialogó con Juan José Guilarte, referente del Cono Sur de la Oficina de Actividades para los Trabajadores (ACTRAV) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT); Matías Cremonte, presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas; Ana Cubillas, secretaria general del Sindicato Único de Trabajadores Rurales (SUOR); y Horacio Meguira, abogado y director del Departamento Jurídico de la CTA Autónoma.
Matias Cremonte, presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas.
Ante todo diría que existe una relación directa entre precariedad laboral y malas condiciones de trabajo. O directamente: accidentes de trabajo en el caso puntual de los repartidores de ese tipo de empresas. El mayor problema está puesto en la exigencia de tiempos de trabajo acotados y una efectividad o productividad que obliga a esas personas, normalmente jóvenes, a desplazarse en bicicleta o en moto mucho más rápido de lo razonable para proteger su vida o su salud. En la medida que no cumplen con esos objetivos pueden ser dados de baja.
Los trabajadores precarizados están expuestos en mayor medida a accidentes, sobre todo en función de la precariedad del vínculo, no solo por no tener una ART, es decir, un seguro que pudiera dar una respuesta inmediata en caso de accidente o enfermedad profesional.
Por eso, la inexistencia de estabilidad laboral o de un contrato de trabajo, aunque no sea estable, hace que el trabajador reclame menos con la certeza de que si lo hace va a ser despedido o puede sufrir algún tipo de represalia. Y esto pasa no solo en quienes están en relaciones no registradas, sino también en la industria donde se utiliza mucho la figura de la tercerización o la subcontratación. Así, quienes están contratados a través de una agencia o de una empresa acceden a realizar tareas que normalmente no debieran realizarse porque son poco seguras. Y son quienes mayormente sufren accidentes de trabajo por no poder negarse a hacerlas. Los accidentes suceden porque no hay ningún tipo de prevención y porque la salud es un negocio.
Sindicalizarse es el camino que ya están emprendiendo muchos trabajadores precarizados, puntualmente de las apps. Se están formando sindicatos en Argentina y en el mundo. Esta entidad serviría para exigir mejores condiciones de trabajo, y, para el caso puntual de repartidores, la exigencia o la obligación de que existan elementos de seguridad. Los sindicatos son quienes tienen la potestad de enfrentar al empleador, al supervisor o al jefe, en representación de sus propios compañeros y defenderlos, por ejemplo, negándose a efectuar una tarea que ya se considera insegura.
Ana Cubilla, secretaria general del Sindicato Único de Trabajadores Rurales (SUOR)
Muchas veces se piensa en leyes para abarcar a un sector específico, sin tener en cuenta que ya las tenemos a todas las leyes. La ley 20.744, que es el convenio colectivo de trabajo, abarca al mundo del trabajo en general. Me parece que desde las centrales obreras, federaciones y sindicatos hay que empezar a hacer cumplir los principios de los derechos laborales.
Hay derechos básicos que ya están establecidos y que pueden aplicarse tranquilamente en estas nuevas modalidades que tiene el mundo laboral. Siempre estamos más atrasados que esas organizaciones delictivas, porque la esclavitud ya se abolió en el año 1953. Desde ahí para acá, las empresas multinacionales, y las nacionales mismas, constantemente están derogando leyes laborales, precarizando o encontrándole siempre una parte gris a las leyes.
La ruralidad es un ejemplo histórico de la precarización, del trabajo esclavo, mal pago, sin remuneración fija, sin aguinaldo, sin vacaciones, el famoso trabajador de sol a sol. Se prohíbe dentro de la Ley del Trabajador Agrario la tercerización de nuestro sector y sin embargo eso es lo que abunda. Es como que no existen las leyes.
En el caso nuestro, somos el nuevo sindicalismo rural que estamos trabajando en el cumplimiendo de las leyes, de ir a cada uno de los trabajadores y hacerle saber que hay una ley que dice que tenés que cobrar por hora, por jornada, por día, y ya no a destajo. Los propios sindicatos apoyan a la Sociedad Rural y es muy difícil poder hacer cumplir las leyes si tu propio sindicato está en contra de tu propio trabajador.
Hoy en el campo uno habla de trabajadores, nunca habla de trabajadoras. Y en cada una de las familias agrarias trabajadoras hay mujeres, muchas mujeres, que son más que invisibilizadas. Si el trabajador hombre no está pudiendo tener su salario digno, sus condiciones laborales justas, la mujeres estamos todavía a años luz, en la ruralidad, de poder conseguir derechos.
Es necesario que estemos en la lucha siempre, con las antenas paradas, ser solidarios con distintos sectores, así no sean los nuestros. Los lugares hay que lucharlos y ocuparlos. No es solamente tirar piedras desde afuera sino que hay que involucrarnos, involucrarnos en la política, en estudiar. En la ruralidad, las personas tienen un altísimo nivel de analfabetismo. Por eso, la informalidad es mucho mayor porque al no saber leer y escribir o al no saber tus derechos es muy difícil hacerlos cumplir.
Juan José Guilarte, especialista principal en Actividades con los Trabajadores (ACTRAV) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur.
Permanentemente están sucediendo este tipo de actos lamentables como el de Danilo, no precisamente con este nivel de violencia, pero sí con accidentes que podríamos considerar peligrosos. Sobre todo si no hay una regulación por parte de los Estados y si de una u otra manera no se está cumpliendo con la normativa internacional y nacional que resguarda a estos trabajadores y trabajadoras.
En estos espacios, donde hay dificultades para el cumplimiento de derechos, se profundizan las desigualdades y la precarización laboral. Por eso, ACTRAV tiene dos líneas fundamentales de trabajo: el fortalecimiento de las organizaciones sindicales, y en esto está incluido la potenciación de las capacidades de las organizaciones para cumplir sus derechos; y la profundización de los espacios de diálogo para la conformación de nuevas políticas públicas dirigidas al conglomerado de trabajadores y trabajadoras.
Es importante recalcar que los esquemas salariales que se manejan en este tipo de actividad no necesariamente van de la mano con un salario mínimo, y que están identificadas desde un punto de vista acorde a lo que la plataforma decide. Además, estos trabajadores son llamados “colaboradores” porque no se conoce la relación laboral con estas plataformas. Eso les quita la posibilidad de, por ejemplo, cotizar ante el seguro social. Dependerá de los países pero, en líneas generales, no tienen una legislación mediante la cual puedan aportar a su protección social y a los temas de seguridad social.
Un tercer elemento es la dificultad que tienen para organizarse, por ejemplo, como trabajadores en un sindicato. De esta forma las empresas violan los convenios fundamentales 87 y 98 de la OIT que hablan del principio de libertad sindical y de la posibilidad de negociar colectivamente.
Recalco la necesidad de avanzar en la promoción de políticas públicas que acompañen la defensa de todos los derechos laborales y que establezcan unas reglas de juego claras para la participación de estas empresas dentro del mercado laboral, porque ni siquiera tienen una sede física sino que todo es a través de un teléfono o de una aplicación.
Horacio Meguira, abogado y Director del Departamento jurídico de la CTA Autónoma.
Los trabajadores de plataformas son una parte de una tendencia que es mundial y se acentúa mucho en la Argentina, que es la sistemática precarización del empleo y del empleo sin derechos, es decir, eludiendo todas las normas tutelares.
El trabajo de plataformas no es más que el intento de elusión de la relación de dependencia, a través de la fantasía de que se trata de un trabajo electrónico, no computable, a disposición del algoritmo que maneja la máquina. Esa es la excusa que se pretende para no tenerlo bajo el amparo del Convenio Colectivo de Trabajo.
Los repartidores de apps no tienen seguro. Entonces, ante la eventualidad de un accidente de trabajo, al no tener ART y no estar inscriptos, los riesgos se transmiten directamente a la empresa, cualquiera de ellas. En este caso, Pedidos Ya es absolutamente responsable por lo que sucedió en Quilmes porque fue durante y en ocasión del trabajo.
La sindicalización es imprescindible. Así empezó todo, con la hiperexplotación de los sectores industriales en Inglaterra, donde nació el capitalismo, a partir de la primera Revolución Industrial. Empezaron siendo sociedades de fomento, conjuntamente con sindicatos, sociedades de nacionalidad. Después, el sindicato se fue conformando más o menos en el formato actual. Se legitimó, se crearon los convenios de Organización Internacional del Trabajo.
En Argentina, hay una fuerte tradición de asociación defensiva, no solamente en lo que es el sindicato tradicional, sino en el barrio. El trabajador tiene una conciencia asociativa tenga o no tenga empleo. Y se traduce en las asociaciones barriales, que intentan destruirlas como intentaron destruir los sindicatos.
Los jóvenes van tomando conciencia de que deben organizarse cualquiera sea su condición. El sistema de personería gremial está caduco, y sirve solamente para la concentración de poder de algunos vivos, que no son representantes de los trabajadores ni representan sus intereses, y más bien son verdaderos empresarios. Por eso, ahora los jóvenes están impulsando la reforma de la Ley Sindical y la sindicalización de los trabajadores precarizados.