Con Error geográfico, la poeta brasileña Marília Garcia teje una poesía de viaje y observación por los Pirineos franceses. Una editorial del sur bonaerense tuvo el don de publicar, a dos idiomas, una pieza elogiada por la crítica pero fuera de circulación.
Por Laureana Buki Cardelino
La editorial VOX/LUX de Bahía Blanca publicó meses atrás el libro Error geográfico, de Marília Garcia, poeta y traductora nacida en Río de Janeiro en 1979. La pieza es un extenso poema que narra el viaje de la autora por los Pirineos franceses en 2009, al encuentro del poeta local Emmanuel Hocquard.
En una bellísima edición artesanal, como es costumbre del sello bahiense VOX/LUX, presenta el texto en su idioma original (portugués) y en una traducción al castellano de Rodrigo Álvarez. Publicado por primera vez en 2012 en 20 poemas para tu Walkman (también del catálogo de VOX/LUX), el regreso editorial de Error geográfico implica acceder a un trazo fundamental de la literatura regional.
La poesía de Marília es disruptiva, está escrita en diagonal: propone un desvío que no sólo rompe con lo lineal de la escritura, sino que crea una poética de la superposición. La de Garcia es una poesía-ensayo muy relacionada con la fotografía, el cine y la investigación científica, donde la pregunta por la forma se superpone con las referencias y la búsqueda de nuevas maneras o aperturas en el lenguaje.
Error geográfico trabaja entre el deseo y la realidad como una cartografía de la vida. La poeta viaja, escribe y piensa, se cruza con otros pasajeros, aparece Barcelona y el sol intenso, un muffin de blueberry, el país, la casa. “¿Hay país en el paisaje?” —se preguntó la autora en otro libro de su autoría: Parque de las ruinas (Luna Parque ediçoes, 2018/Mandacaru, 2020)—. Es posible salir de un libro y entrar a otro, pensar en Oliverio Girondo, en Bernhard Siegert, en Haroldo de Campos, en Charles Bernstein, el test de poesía, el test de soledad.
“Error geográfico trabaja entre el deseo y la realidad como una cartografía de la vida. La poeta viaja, escribe y piensa, se cruza con otros pasajeros, aparece Barcelona y el sol intenso, un muffin de blueberry, el país, la casa”
Dice la autora en una entrevista: “Quería que [Error geográfico] tuviese la idea de ser una línea siendo tirada hasta el fin, o sea, el poema es un derrotero y quería que fuese leído respetando la secuencia, pero, por otro lado, la idea de superposición de ventanas de texto dialoga con el formato del libro a través de esa superposición de mapas y de ventanas que el poema trae”.
Sin puntuación ni mayúsculas, jugando con los pronombres y con las formas de decir en distintos idiomas, las repeticiones y los cortes de versos son la guía y, a la vez, marcan el ritmo, de igual manera que el tren genera pausas y golpes a tempo al desplazarse por las vías. El mapa y el territorio se inventan, así como también se inventa un recuerdo borroso.
“porque si bien los mapas pueden superponerse
sabe que el tiempo no dobla
a no ser que suceda el azar fundamental”

La música del azar
¿Cuál sería ese azar? ¿Que se rompa todo trazado, toda idea temporoespacial? ¿Que el recuerdo y la vivencia de la actualidad sean relatos superpuestos, que deje de haber una barrera entre ellos? ¿Sería como borrar el muro que separa el sueño de la realidad? ¿Qué es cerca y qué es lejos?
La poesía de Marília intenta transformar el espacio, y comienza (de muchas formas) desde un desvío mínimo del lenguaje. El tono distanciado que maneja y los cambios de persona nos alejan de la poesía llamada confesional, a pesar de que es un libro de experiencia y de viaje.
“El lenguaje marca la pertenencia o la distancia. La realidad siempre se nos escapa, es un error geográfico. El viaje de ese error marca el trayecto de un deseo, un azar distinto”.
“a cada momento quedás más lejos piensa
más lejos en el tiempo
y no en el espacio
necesita doblar el tiempo para llegar”
El futuro, el presente, el pasado. Las ciudades como puntos de referencia de que las cosas en el mundo existen, a pesar de los cambios. El lenguaje marca la pertenencia o la distancia. La realidad siempre se nos escapa, es un error geográfico. El viaje de ese error marca el trayecto de un deseo, un azar distinto.
“un tren esconde otro tren
una línea esconde otra línea
pero esconder la vida era complejo”
Para encontrarse hay que perderse, hay que dejarse llevar, hay que buscar lo que cada idioma tiene para esconder en una frase. Traducir es un trabajo similar al de trazar una cartografía.
Todo está en movimiento en este poema, y quien lea sentirá la sensación de estar flotando en las diagonales que propone Marília. Rieles sólidos que salen de la escritura lineal y desplazan los sentidos de las palabras y las cosas.