La película “El jockey”, del realizador Luis Ortega, explora el declive alucinógeno de un deportista mutante. El film, precandidato local para los premios Oscar, llega endulzado con la música de Virus y Nino Bravo.
Por Edu Guzman @soloenelcine
Remo Manfredini (Nahuel Pérez Biscayart) es un jockey en declive, adicto al alcohol y a las drogas, que se enfrenta tanto a sus demonios personales como a la decadencia de su carrera. Remo no es solo un hombre en crisis; es un alma perdida en una búsqueda de identidad que lo empuja hacia un proceso de autodestrucción y reinvención constante.
Remo y su novia Abril (Úrsula Corberó) comparten profesión, aunque la carrera de ella está en pleno ascenso. Mientras su pareja experimenta una caída en espiral, ella se encuentra en el dilema de continuar con un embarazo que podría poner en riesgo su propio éxito. La situación se complejiza por la presencia amenazante de Rubén Sirena (Daniel Giménez Cacho), un mafioso que apadrina a Remo, que espera recuperar algo del dinero invertido en Manfredini y que añade un elemento de tensión constante. La última oportunidad del protagonista será triunfar en la próxima carrera montando un caballo japonés de costo millonario que Sirena compró recientemente.
El evento esperado no solo no muestra a un Manfredini triunfante si no que sufre un grave accidente por el que debe ser hospitalizado. Luego de un tiempo en coma, el jockey despierta con la cabeza vendada, como el protagonista de El hombre sin pasado de Aki Kaurismaki, para deambular luego por la ciudad huyendo de los secuaces de Sirena que, interpretados por Daniel Fanego, Osmar Núñez y Roberto Carnaghi, más que miedo dan gracia como suele ocurrir en las películas del director finlandés.
Lejos de la épica deportiva, Ortega propone un enfoque más introspectivo con un registro por momentos onírico en el que escapa del clásico trayecto de redención del héroe y ubica a su protagonista una atmósfera enrarecida, propia de las películas de David Lynch, pero con un trasfondo bien anclado en la cultura popular argentina como el mundo del turf. Este aspecto es reforzado con la banda sonora con canciones de Palito Ortega, Nino Bravo y Virus entre otras.
Luego de un tiempo en coma, el jockey despierta con la cabeza vendada, como el protagonista de El hombre sin pasado de Aki Kaurismaki, para deambular luego por la ciudad huyendo de los secuaces de Sirena que, interpretados por Daniel Fanego, Osmar Núñez y Roberto Carnaghi, más que miedo dan gracia
Ángeles negros
En su película anterior, El Ángel (2018), Ortega abandonaba el registro más intimista de sus películas anteriores produciendo con una obra todavía personal, pero mucho más ambiciosa y cargada de recursos estéticos. Allí exploraba la oscuridad de su personaje principal adentrándose en un terreno bien vernáculo al trabajar sobre el mítico asesino Carlos Robledo Puch. Ahora, el director da un paso más en ese sentido y ofrece una obra de un tono aún más propio con un fuerte componente visual y poético, aunque aquí opta por un ritmo más pausado y una estructura más fragmentada. El montaje salta entre recuerdos y sueños, creando una narrativa que refleja el caos interno de Remo.
Ahora, el director da un paso más en ese sentido y ofrece una obra de un tono aún más propio con un fuerte componente visual y poético, aunque aquí opta por un ritmo más pausado y una estructura más fragmentada.
El jockey, premiado en el Festival de San Sebastián, ha sido seleccionada como la precandidata argentina para los premios Oscar de Hollywood. Nahuel Pérez Biscayart, con una actuación magnífica, se consolida como uno de los actores más versátiles del cine argentino actual. Al momento de escritura de esta nota, la película sigue exhibiéndose en varias salas del país y, en poco tiempo, llegará al catálogo de la plataforma Netflix.