Malas Palabras Junio 2022
EDITORIAL
¿TE DOY EL MÁS BARATO?
Entré a la farmacia justo cuando el muchacho le preguntaba a la farmacéutica por el precio de un medicamento. Mil ochocientos treinta –dijo la señora- mientras espiaba por encima de los anteojos sobre la pantalla de la computadora. “Hay otro, no es la misma marca pero es igual. Bueno, no está mucho más barato, mil seiscientos sale este”… Y ahí el muchacho, metió la mano en el bolsillo derecho del pantalón, pantalón de tela dura, mismo color que la camisa, ropa de laburo con una marca escrita en letras amarillas flúor. Echó mano y sacó plata. No dijo nada. “¿Te doy el más barato?” (le habló firme y decidida la farmacéutica, tal vez suponiendo que la demora podría hacerle perder un cliente, que vendría a ser yo, el que esperaba). Y ahí el pibe le habló: “Acá lo único barato que hay es el trabajador, deme ese, sí, cuente por favor”. Tomó la bolsita y se fue, saludando respetuosa y resignadamente.
El episodio es real, no tiene nada de extraordinario. Lo que me impactó fue la cara de ese muchacho, la ropa de poner el hombro, el gesto triste, la plata que seguramente no había ganado en ese día y se la quedaba la señora de los bifocales que además lo miraba con asombro, como si el joven fuera un pobre infeliz. Me impactó la frase, lo repentina y sincera que fue. No fue una queja del tipo: “Todo aumenta, ya no se puede vivir”, esos latiguillos quejosos que todos usamos. No. Este laburante definió su momento sin estridencias ni forcejeo verbal. Un mero y simple hecho de la realidad. Lo único barato es el trabajador.
La puja distributiva es desigual, casi siempre lo ha sido, excepto cuando hubo gobiernos que repartieron los porotos de manera más pareja. En los momentos más duros para quienes menos tienen es cuando más aparece el poder real exprimiendo hasta la última gota de jugo de los que generamos la riqueza. Agregan a esa criminal presión el discurso de las responsabilidades: Le echan la culpa al Estado, a la política, a los sindicatos, al costo laboral, a los planes, a los pobres, siempre lo mismo. El salario pierde siempre en un contexto de inflación en el que la carne, el pan, la leche y las verduras se cotizan en oro en este bendito país del trigo y de las vacas. La torta la hacemos nosotrxs, la cargamos al hombro, la llevamos a la fiesta, pero se la morfan otros comensales. En esa distribución, para el que produjo el dulce, le tocan las miguitas. Será cuestión de preparar una masa más uniforme a las mayorías populares para que las porciones sean parejas.
Elvio Zanazzi- Coordinador Editorial Revista Malas Palabras